Marítimas
Nueva naviera en el Estrecho

La gloria no quiso esperar

La Real Balompédica ejerce de gran campeón, golea al Tudelano y regresa a Segunda división B · Copi, por dos veces, David Hernández y Domingo ponen firma a un triunfo consumado ante más de nueve mil almas

Foto: Paco Guerrero
Rubén Almagro / La Línea

29 de mayo 2011 - 18:27

El dios del fútbol no podía prolongar la agonía en la que habían vivido durante una semana las nueve mil almas que ayer se dieron cita en el Municipal para llevar en volandas a la Balompédica de regreso a Segunda B. Tampoco podía cometer la injusticia de empujar al equipo de La Línea hacia otras dos eliminatorias, después de haber demostrado ser muy superior al CD Tudelano en 135 de los 180 minutos que duró el enfrentamiento entre ambos, uno de esos que ya quedan para la historia. Una Balona recia, convencida de sus posibilidades, que cuajó uno de sus mejores encuentros en casa de toda la temporada, ajustició sin piedad al conjunto navarro, que, como era de esperar, tuvo su oportunidad y silenció durante unos instantes a la atestada grada. Pero, dicho queda, el de ayer era el día de La Línea y nada ni nadie iba a dejar sin ascenso a los pupilos de Rafa Escobar. El triunfo local fue incontestable, por mucho que los visitantes quisieran ponerle peros.

En contra de las previsiones, basadas en las estrecheces del resultado de la ida (1-0), el primer periodo del partido de ayer fue brillante, vibrante, muy entretenido. Más propio de la categoría en la que querían estar unos y otros, que la de aquella en la que han militado.

El equipo de casa salió un poco precipitado, pero poco a poco se fue adueñando del esférico y metiendo al enemigo en su trinchera. Una ubicación en la que los de Lumbreras parecían no sentirse muy a disgusto, quizás porque creyeron que la infinita fortuna que se alió con ellos en el encuentro del José Antonio Elola les había acompañado en el tren que les trajo hasta el sur. Pero eso hubiese sido mucho pedir.

Juampe, Ezequiel, Copi por dos veces y David Hernández probaban suerte, pero sin que las ocasiones llegasen a ser de esas que secan la boca al contrincante. En el 20' Juampe mandó un balón dentro del área, no se sabe muy bien si con la intención de centrar o de lanzar a puerta, y Oussama, de manera un tanto infantil, interceptó con la mano. El árbitro no la vio, pero el primer asistente se chivateó. Penalti, por mucho que el técnico del Tudelano quiera hacer lo blanco negro. Copi se enfundó por primera vez la túnica albinegra de quien lleva el destino de la Balona en sus botas y lanzó la pena máxima. Inapelable. La Balompédica había tardado algo más de veinte minutos en enjugar la diferencia con la que llegó al Municipal. La eliminatoria estaba igualada pero, psicológicamente, había cambiado de dueño.

El gol hizo estragos en el Tudelano, que pareció no haberse planteado que pasaría por esa tesitura. El conjunto de Tudela estuvo durante un buen rato literalmente K.O., a merced de una Balona embravecida al verse por delante en el marcador. Copi pudo adelantar su segundo gol al 23' pero Delgado sacó sobre la misma línea. El segundo remate de esa jugada se marchó a una cuarta del marco. En el 26' fue Juampe en el que probó fortuna y en el 27' David Navarro estrelló el esférico en la madera. Otra vez la madera.

La historia de la segunda mitad del encuentro de ida de repetía. Y fue entonces, cuando el conjunto navarro parecía estar sujetándose a las cuerdas para no caer, cuando la historia pudo cambiar. Y de qué manera. Pitu botó un córner y la Balona se hizo el mismo lío que en la jugada que le costó el gol en la ida. Toni remató al larguero, el balón se fue en busca de Iván Moreno, que cabeceó al poste e Igor también estrelló la pelota en la madera. Tres lanzamientos al palo en un segundo, los mismos que la escuadra de casa en toda la eliminatoria. La balona salió ilesa de la ocasión más clara que se pueda imaginar. Cada vez estaba más claro que era su día.

No habían pasado veinte segundos cuando Juampe burló a la defensa, se plantó delante de Gonzalo y éste, que pese a la goleada exhibió ayer mejores maneras que en el Elola, replicó con un paradón.

El descanso se hizo eterno. El ascenso parecía estar al alcance de la mano, pero se resistía a confirmar su llegada. La segunda parte era una incógnita, la misma que quedó desvelada por David Hernández, quien en una posición inverosímil remató un centro de Copi en el 54'. El balón acarició el larguero y, al contrario de lo que sucedió cuando lanzó el Tudelano en el primer tiempo en esa misma portería, se fue a descansar en la red.

A partir de ese momento sólo existieron la Balona y su hinchada, que se matrimoniaron como en las grandes ocasiones. Los de La Línea llevaron el partido a donde querían, para que no se jugase más que lo necesario, y el rival empezó a asumir que su suerte estaba echada y a doblar poco a poco la rodilla. El público festejaba media hora antes del final lo que presentía que el destino no se iba a atrever a arrebatarle.

En el 73 David Hernández devolvió la gentileza a Copi, que volvió a enfundarse la indumentaria a la que sólo tienen acceso los elegidos y picó con una frialdad sorprendente por encima del desguarnecido Gonzalo. Era el principio del final de la temporada para un equipo hecho a base de cariño que ya estaba inscribiendo su nombre en la eternidad. El control que la Balona ejercía sobre el rival era de tal calibre que lo más parecido a una oportunidad fue un mal despeje de Alberto Merino al que Camacho tuvo que meter las manos. Fue como si alguien quisiese conceder al postero la oportunidad de enmendar su error del primer encuentro.

Pero el fútbol, que tan mezquino fue con los linenses una semana antes, tenía guardada la traca para el final. En el tiempo añadido Domingo burló la vigilancia de los centrales, sorteo a Gonzalo con un movimiento de cadera y dio paso a las celebraciones.

A partir de ahí sólo existieron los festejos entre lágrimas, que contrastaron con el mal perder de algunos de los visitantes. El fútbol hizo justicia y devolvió a la Balona a Segunda B. Adiós Tercera, adiós. Y esta vez, que sea para siempre.

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