Herrera y Gavira: el último baile

El castellonense y el sanroqueño dicen adiós a los Juegos tras perder en cuartos con los campeones olímpicos

Emocionante despedida de Pablo Herrera, al que hasta sus rivales hacen reverencias

Así lo hemos contado: Herrera y Gavira caen eliminados en cuartos de final

Pablo Herrera y Adrián Gavira se funden en un abrazo tras consumarse su eliminación
Pablo Herrera y Adrián Gavira se funden en un abrazo tras consumarse su eliminación

La pareja integrada por el castellonense Pablo Herrera y el sanroqueño Adrián Gavira puso ayer fin a nada menos que dieciséis años de trabajo en equipo. La mejor dupla española de vóley-playa de todos los tiempos, la que se había convertido en una marca registrada, cayó en los cuartos de final de los Juegos de París ante los noruegos Anders Mol y Christian Sorum, vigentes campeones olímpicos.

La historia dirá que Herrera y Gavira regresaron con un diploma olímpico (el primero de su dilatada trayectoria como equipo) de Francia. Pero lo hicieron con mucho más. Con una competición extraordinaria y una derrota llena de orgullo, reflejo de su larguísima trayectoria, para completar un partido intachable, en el que siempre fueron por detrás.

Era el último partido de Herrera cuya despedida eclipsó el resultado. Tanto que hasta los vencedores parecían querer pasar desapercibidos. Mientras el público despedía en pie a Súper Pablo. Seis convocatorias olímpicas le contemplan a sus 42 años. Sus últimos rivales hacían el gesto de reverencia mientras el castellonense, en apariencia bastante tranquilo, saludaba gorra en mano a una grada que le tributaba ese tipo de aplausos que solo se le brindan a los grandes. Después llegó el interminable abrazo con Adri Gavira. Al que ahora, a sus 36 tacos, le toca seguir su camino. Pero ésa ya es otra historia y tiempo habrá de contarla.

La historia, que el lunes les había premiado con el diploma, les brindó la oportunidad de perder con una de las mejores (si no la mejor) pareja del momento. Para que nadie se atreviese a poner reparos. Los noruegos Anders Mol y Christian Sorum, vigentes campeones olímpicos, impusieron su físico e hicieron buenos los pronósticos (21-16 y 21-17 en 37 minutos) y, aunque parecía hasta sonrojarles, pusieron el punto final a una era.

Mientras tanto, en la Plaza de las Flores de Taraguilla un buen número de vecinos presenciaron a través de una pantalla gigante la última entrega de una historia casi de leyenda, esa que deja un legado imborrable.

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