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"He llegado donde llegué siendo un enfermo perfeccionista"

El golfista guadiareño habla con extrema naturalidad de su situación deportiva y personal Es futbolero, poco amigo de la tele y "de pueblo"

Álvaro Quirós habla ante Iñaki Borrego (i), ayer en El Cortijo de Guadacorte.
Alessio González Los Barrios

28 de septiembre 2016 - 05:02

Álvaro Quirós es un deportista de primera fila que rompe moldes. Se confiesa un tipo "de pueblo", de su Guadiaro, y se expresa sin tapujos, con extrema naturalidad. El mejor golfista que ha parido el Campo de Gibraltar, profesional desde 2004 y campeón de seis títulos del Circuito Europeo habla de su actual momento deportivo y personal sentado a la mesa de la Tertulia de Europa Sur en El Cortijo de Guadacorte, acompañado por el compositor y director de orquesta linense Iñaki Borrego, que tampoco pierde detalle de sus innumerables vivencias alrededor del planeta en un 'universo' muy particular.

"Llevo cuatro años jugando mal", interviene así de tajante Álvaro Quirós, con una sinceridad aplastante, impropia de un deportista de élite. Lo dice alguien que ha triunfado mucho, que ha estado entre los 50 mejores del mundo y ha pisado los escenarios más selectos, pero que ahora libra una batalla interna para volver a ser ese jugador que fue. "Para ser feliz jugando al golf", en definitiva.

A sus 33 años, Quirós vive un periodo de madurez como referencia nacional de un deporte "que te permite alargar la vida profesional mucho más que en otros". El guadiareño relata su situación. "No estoy bien, lo sé, y no es algo físico porque estoy perfectamente de las lesiones que tuve en los brazos [enseña sendas manos y muñecas, intervenidas en los últimos años], es una cuestión de confianza", afirma.

"Llega un momento en el que no pegas igual, no te sale lo que antes hacías de forma instintiva, casi sin pensar y entonces empiezas a comerte la cabeza", prosigue.

El de Guadiaro, que estuvo incluso en manos de psicólogos, es fiel a su forma de ser y mantiene la esencia de ese joven que irrumpió en la escuela pública de La Cañada antes de enrolarse en la Blume de Madrid.

"Soy un enfermo perfeccionista y gracias a eso he llegado donde llegué. Lo era cuando me iba bien y lo sigo siendo ahora", asegura Quirós.

"Se suele decir que lo mental es lo más importante para un deportista pero lo cierto es que si no tienes las condiciones para llegar, lo mental no sirve de nada. Por mucho que quiera mi cabeza, yo no puedo correr como Usain Bolt", sentencia, pocas horas después de haber aterrizado de un torneo en Alemania.

El guadiareño comparte un reguero de anécdotas que van desde Sevilla, de donde es su mujer y donde ganó el Open de España, a Augusta, la cuna de la chaqueta verde, donde vio como tazeaban (con una pistola eléctrica) a un aficionado borracho. Curiosamente tras su triunfo en la capital hispalense, un sitio muy especial para él, Álvaro recibió la noticia de que se iba a convertir en imagen de promoción de la Junta de Andalucía, una promesa que nunca llegó a hacerse realidad.

Quirós tiene la residencia fijada en Portugal, en el Oceánico Golf de Vilamoura, se pasa gran parte del año con las maletas a cuesta y regresa al hogar siempre que puede. "Lo necesito para desconectar, para estar con mi gente, con mi pueblo". No es muy dado a las redes sociales a excepción de algún guiño en Instagram y valora mucho la privacidad de su entorno familiar. Más aún ahora que ya es papá de Alvarito. "Sé que conforme pase más tiempo con él, más difícil se me hará salir a jugar torneos", asume.

De no ser golfista, a Álvaro le gusta el tenis. "Aunque no he cogido una raqueta en mi vida", bromea. Poco amigo de la televisión ("sólo veo las noticias y los deportes"), es futbolero y reconocido hincha del Atlético de Madrid. Pepe Reina y Fernando Llorente son dos buenos colegas.

El golfista se muestra crítico con "la impunidad de algunos medios que te critican sin saber" y reconoce que siempre ha sido partidario de un calendario corto a la hora de competir. "Cuando juego tres semanas seguidas acabo fundido. Nunca he sido de jugar muchos torneos, lo que pasa es que antes jugaba bien y parecía que los podía elegir".

El guadiareño admite que en el golf "hay unas diferencias muy grandes entre el circuito masculino y femenino. Un profesional que esté en el top cien puede vivir de esto, pero una mujer necesitaría al menos ser una top 20 en el mejor de los casos".

Álvaro está convencido de que con trabajo y paciencia dará con la tecla y volverá a disfrutar de su mejor versión. Genio y figura.

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