Una obra a medio terminar

La Real Balompédica arranca un excelente empate en Urritxe, pero deja escapar la oportunidad de sentenciar la eliminatoria · Copi adelanta a los albinegros en el minuto dos, pero Alberdi iguala al filo del descanso · Aldalur se autoexpulsa en el 43' con una entrada salvaje sobre Antonio Merino

Rubén Almagro / Amorebieta / Enviado Especial

20 de mayo 2012 - 05:02

La Balompédica salió de Amorebieta con medio billete para la segunda ronda en el bolsillo... pero dejó la sensación de que se había olvidado el otro medio en el inexpugnable estadio zornotzarra. Los de La Línea cosecharon un empate que en circunstancias normales se antojaría maravilloso (entre otras cosas porque la Balona no precisa ni ganar para seguir adelante) pero lo es bastante menos porque el equipo de La Línea se puso muy pronto por delante en el marcador y porque en la segunda parte no fue capaz de rentabilizar la superioridad numérica en la que le dejó la más que merecida expulsión de Aldalur tras una infame entrada a Antonio Merino, al que mandó al hospital. La Balona hizo muchas cosas bien y tiene la eliminatoria casi (ojo, casi) encarrilada, pero por mucho que su entrenador, Rafa Escobar, se afanaba en dotar de mayor poder ofensivo a los suyos para dar el tiro de gracia a los de Axier, la realidad es que en la segunda parte fue incapaz de asegurarse un triunfo que ya sería casi incontestable.

Este esperado duelo, rodeado de un ambiente exquisito, comenzó con la Balompédica venciendo. O casi, porque Copi, ganándole la espalda a la retaguardia, convirtió en inesperada asistencia un despeje en largo de Romerito. El algecireño se plantó ante Etxebarrieta y elevó el balón con una precisión milimétrica sobre el cancerbero local. Un golazo que puede valer una eliminatoria.

El conjunto de casa no sólo no acusó el golpe, sino que comenzó a practicar el fútbol directo que le ha traído hasta aquí y a acorralar a los de La Línea. La situación puso de manifiesto una vez más el privilegio que supone para esta plantilla contar con la pareja de centrales que conforman Romerito y Carlos Guerra, con la insuperable profesionalidad de Ismael Chico y Alberto Merino y con el trabajo intachable de Francis y Antonio Merino, pero esta vez la Balona no presionó arriba como otra veces y facilitó, por desidia, la filosofía de fútbol de casa. Y ese tufillo a desgana en un partido tan tan importante molesta bastante.

El trabajo del sexteto antes mencionado permitió que Pagola, súper centrado toda la tarde, apenas tuviese serios apuros. Por el contrario los visitantes eran incapaces de enlazar una contra. Sólo una vez, que acabó con un disparo de Francis al lateral de la red, pisaron área los de blanco y negro.

En esas estaban cuando después de una mini-tangana por una entrada feroz de Alberdi a Ismael Chico los balonos perdieron la concentración por un momento. Larreategi, el mejor de los de casa, puso el balón en el área con excesiva comodidad, Muniozguren llegó a desviar, el balón se fue el poste y favoreció a Alberdi, que apenas tuvo que esforzarse para reestablecer el empate.

El encuentro tomaba una nueva dimensión y parecía tumbarse del lado de los vizcaínos cuando Aldalur perdió momentáneamente el oremus, se fue al suelo y arrolló con todo a Antonio Merino, que no pudo seguir. Una entrada salvaje que le costaba a la Balona un hombre importante, pero que le dejaba con un efectivo más.

Tras el intermedio Escobar, condicionado por las circunstancias, reordenó a su equipo. Dio entrada a Ximo Forner en el doble pivote, con lo que ganó en circulación de balón, y colocó a Ismael Chico en el lateral zurdo, como relevo de Antonio Merino. Quedó demostrado una vez más (si es que hacía falta) que el tipo que acuñó el término todocampista conocía al capitán. Hizo mucho más que cumplir, lo que por otro lado no es en él más que una norma.

La segunda mitad se desarrolló en otros parámetros. El Amorebieta, con un hombre menos y con las fuerzas justas después de un primer tiempo jugado a miles de revoluciones, jugó a verlas venir y lo fió todo a una contra. No consiguió que cuajase una sola, pero sí que tuvo la oportunidad de voltear el marcador. Se produjo en el minuto 57 cuando Larreategi ejecutó un golpe franco, un compañero suyo se marchó de la barrera y el balón se coló por el hueco. Primero rozó en alguien y después se envenenó con un bote traicionero. No fue gol sencillamente porque Mikel Pagola hizo un soberbio paradón. Uno de esos que acreditan a los buenos porteros.

La Balona, por su parte, tocó con más criterio a lo largo de esta segunda mitad, pero resultaba demasiado fácil detectar que, puede que por las condiciones del campo, cada vez más pesado, o sabe Dios por qué, los de arriba habían desaparecido del mapa.

El técnico albinegro, que palpaba que tenía el arma para ejecutar al enemigo en su mano y quería ponerla en funcionamiento, no tardó en dar entrada a David Hernández, que volvió a ser el de siempre. Ese referente generoso y valiente. La Balompédica ganó en presencia. Poco después entró Ortiz, reubicado en el carril izquierdo, pero infinitamente más participativo que en sus últimas comparecencias. Se ve que era el día de los que se adaptaban a demarcaciones que no le son conocidas.

En los últimos veinte minutos, además, salió del ostracismo Juampe Rico y parecía que el conjunto de La Línea iba a encontrar la línea de flotación del rival y le iba a proponer el golpe definitivo. Fueron veinte minutos muy buenos y por eso tuvo tres opciones para conseguirlo ante un rival al que el cronómetro se le antojaba parado. Un doble disparo del tarifeño (66'), un remate de David Hernández que repelió Etxebarrieta con los pies (76') y la última, a dos del final, con un cabezado del ausente Copi que se fue una cuarta junto al marco.

El pitido final deja a la Balona a medio camino entre la satisfacción por un buen resultado y la decepción por lo que pudo suceder y no llegó. El partido de vuelta se presenta con todo a favor, pero con una dosis de incógnita que siempre supone un empate. Es el canon que tienen que pagar los linenses por no haber sentenciado cuando debieron hacerlo.

Árbitro: Valentín Pizarro Gómez, del colegio madrileño. Notable alto.

Tarjetas: Amarillas a los locales Alaña (5') y Alberdi (40') y a los visitantes Juampe Rico (15'), Domingo (29'), Carlos Guerra (71') y Romerito (78'). Roja al zornotzarra Aldalur (43') por una durísima entrada a Antonio Merino, que no pudo continuar jugando.

Goles (0-1) 2' Copi. Pelotazo largo de Romerito, Copi le gana la espalda a la defensa y eleva el balón en vaselina sobre la salida de Etxebarrieta. Un golazo.. (1-1) 41' Alberdi. Centro de Larrategi, Muniozguren desvía al poste y el esférico regresa al centro del marco, donde Alberdi marca a placer.

Incidencias: Encuentro de ida de la primera eliminatoria de la fase de ascenso a la Liga Adelante, disputado en el Municipal Urritxe, de Amorebieta-Etxano (Vizcaya), ante unos dos mil espectadores, de los que algo más de un centenar se habían cruzado España desde La Línea. Llovió de manera interminente pero intensa a lo largo del encuentro. El terreno estaba empapado, pero no se levantó.

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