La pasión, según la Balona
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La bajas pasan factura a una Balompédica sin espíritu, que firma una merecida derrota a manos del Córdoba B
El tanto visitante, obra de Quiles, llega otra vez en el tiempo añadido
La línea/La Balona claudicó ayer en su quimérica pelea por una plaza de liguilla. El equipo albinegro tiró literalmente la toalla de lo que quizás no fue nunca más que un bello sueño. Lo hizo al firmar la derrota ante un Córdoba B que comenzó la jornada como farolillo rojo. Esta vez el hecho de que el tanto del triunfo visitante llegase en el minuto 91 no fue más que una insignificante anécdota, porque lo realmente noticiable fue que, tal y como se desarrolló el partido, los de casa hubiesen sujetado el empate hasta ese momento. Mitad un milagro, mitad mérito del meta Alberto, que dicho sea de paso desde que se hizo cargo de la defensa del marco parece de todo menos un portero suplente.
Al margen de sesudos análisis cabalísticos la realidad es que el Córdoba B ganó ayer en La Línea porque puso más. Más fútbol, más intensidad, más chispa... más ilusión. La Balompédica, como le sucedió en la primera vuelta tras aquel arranque deslumbrante, ha tornado a un equipo plano, que no transmite nada, que irrita a su cada vez más exigua hinchada más por lo que no hace que por lo que hace mal. La Balona juega desprovista de ese ADN de Recia que hace tan poco le valió para empatarle al UCAM sobre la campana o para ridiculizar al Melilla, por mucho que los norteafricanos acabasen llevándose un empate. Da la sensación de que los que se visten de corto hayan dado ya el objetivo como alcanzado y ese es un error de incalculable dimensiones, entre otras cosas porque siguen percibiendo su salario religiosamente y porque la Copa, aunque cada vez queda más lejos, sigue estando al alcance de la mano.
La Balompédica acumula seis partidos sin ganar y tres sin hacer gol. Pero eso, con ser grave, no es lo importante. Lo gravísimo es que suma tres jornadas sin lanzar a puerta. Ayer, dos disparos. Ambos lejos de los tres palos.
Una forma mala, pésima, de reivindicarse de aquellos que no gozan de minutos y que ponen caras largas cuando les toca quedarse fuera de las convocatorias. Porque quienes se enzarzaron ayer con Julio Cobos nada más anotar el filial cordobesista su tanto no tienen en cuenta los atenuantes. Que saltan a la vista y que tienen peso casi absolutorio para el técnico. Solo casi. A esa Balona que ayer se situó frente al Córdoba B -lo de jugar ya es más discutible- le faltaban Javi Montoya, Joe [de manera testimonial en el banquillo], Elías Pérez, Wilson Cuero y Sergio Rodríguez, mientras que José Ramón jugó un rato más por su ánimo de ayudar que porque estuviese en condiciones. Todos ellos, candidatos al once inicial en circunstancias normales. Para colmo Sergio Molina es una sombra de sí mismo desde que regresó de su lesión y Stoichkov cayó lesionado antes del descanso, así que los de casa tuvieron que hacer frente a lo que quedaba de choque con Maurí como referente ofensivo. Y lo del fondo de armario y todo eso está muy bien como frase, pero la realidad demuestra que en esa caseta, como en todas desde que el fútbol es fútbol, existe una jerarquía. Y en el caso que nos ocupa parece que las diferencias se hayan ido ensanchando con el paso de las jornadas.
Desde el primer minuto el equipo visitante fue mejor. Jugó con más criterio, buscó más el marco. La verdad es que parecía de todo menos un último clasificado, si no fuese porque sí daba la sensación de que se estaba jugando la vida, lo que no sucedía en el otro bando.
Corría el minuto once cuando el primero de los errores monumentales de Özcan -discreto y eso siendo generoso, en su debut- permitió a Sebas Moyano quedarse mano a mano con el portero local, pero éste acertó a rozar el balón y mandarlo a córner. Casi a renglón seguido tuvo que emplearse otra vez a fondo el guardavallas balono.
El equipo de casa no encontraba la conexión. Estaba roto. Aún así en el 34' el único destello de Stoichkov permitió a Molina disparar con intención. A renglón seguido Maurí cabeceó fuera un saque de esquina. Ahí acabó el balance ofensivo de los de casa y quedaba una hora por delante.
Antes del intermedio llegó la lesión de Stoichkov, que la Balona acusó en exceso. Porque la segunda parte fue un monólogo de los forasteros, que comenzaron reclamando un penalti. En el 57' Sebas Moyano estuvo a punto de aliarse con el viento, pero el cuero se fue una cuarta más allá del marco. En el 62' una contra bien conducida por Quiles quedó en nada en el último pase y en el 64' otro error de Özcan, otra oportunidad para el siete visitante... y otra vez Alberto. Del ataque de los albinegros no había noticias.
En el tramo final el que más y el que menos miró una decena de veces el cronómetro y pensó aquello de "árbitro la hora". Por un lado porque hay veces que si no se puede ganar, al menos hay que saber no perder. Y por otro por esa insana costumbre que tienen los de La Línea de ir dejándose puntos después del noventa. Sin ir más lejos el filial cordobesista le ha robado tres esta temporada.
Así que primero fue un intento de córner olímpico que no entró de milagro y después el gol, el golazo de Quiles tras una pérdida de José Ramón, que llegó rodeado de cierto follón entre los dos banquillos y la grada. En el de casa porque un puñado de hinchas arremetió contra Cobos y otro, contra la celebración de los cordobesistas, en la que a alguno de los chavales se le fue la mano.
Después el silencio, solo roto por el pitido final. Y las miradas de incomprensión de una hinchada que mira al césped y no reconoce a esa Balona a la que más de una vez ha premiado con aplausos sin verla ganar. Corren malos tiempos.
Alberto HH
Gonzalo l
Özcan l
Olmo HH
Carrión l
Maurí H
Ismael Chico l
Sana l
Gato l
(F. Espinar, 82') sc
Sergio Molina l
(J. Ramón, 67') l
Stoichkov l
(Juampe, 44') H
Alberto s.c.
Eric Ruiz H
Mena H
Kike Echávarri H
Soler HH
Jordi Ortega HH
Sebas Moyano H
(Chuma, 85') sc
Esteve H
Sillero l
(Waldo, 57') H
Quiles HH
David Moreno H
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