¿Qué prefieres, chino o de la abuela?
real balompédica linense
La afición de la Balona se posiciona sobre la posible venta del club a un grupo de capital asiático Mientras unos piden al presidente que no haga cambios otros entienden que cerrar la puerta a la inversión "es hacerlo al progreso" La mayoría confía en la decisión de Gallardo
¿Chino o de la abuela? Una pregunta que parece extraída de la conversación de cualquier pareja para decidir dónde salir a comer un fin de semana cualquiera se ha colado en el debate cotidiano de los aficionados de la Real Balompédica Linense, que, al amparo también de la mejora de resultados que viene experimentado el equipo de Manolo Ruiz, centran su atención en la posibilidad de que la centenaria entidad de La Línea acabe, a corto plazo, en manos de un grupo de capital asiático que pretende adquirirlo. Opiniones hay para todos los gustos, pero si en algo coinciden la mayor parte de los incondicionales albinegros, sea cual sea su visión, es en mostrar su convencimiento de que el presidente, Alfredo Gallado, sabrá velar por los intereses de la entidad .
Los discursos estaban enterrados desde que en 2013 aparecieron por última vez noticias sobre la posibilidad de que unos empresarios extranjeros desembarcaran en la Balompédica, entonces, a cambio de poder realizar una serie de inversiones inmobiliarias en el estadio y en sus alrededores. Aquella nube, que ya había aparecido antes bajo el sombrero del Newcastle, se marchó casi sin dejar huella. Ahora es el dinero chino el que pretende cambiar el concepto de Balona que tienen sus hinchas y la reunión que la directiva mantuvo el martes con los representantes de este grupo ha disparado la incertidumbre.
En el seno de los aficionados balonos, una parte ve con desconfianza la posibilidad de que el club deje de pertenecer a su hinchada. En este colectivo son muchos los hinchas añejos, poco dados a cambios tan radicales. "¿Vosotros conocéis algún club, sobre todo de estas categorías, que se haya puesto en manos de extranjeros y que no haya acabado mal? La Balompédica está saneada y debe seguir en manos de Alfredo Gallardo, que sabe lo que queremos los balonos y si de momento hay que seguir en Segunda B, pues cada familia sabe hasta dónde puede gastar", sostiene David, uno de esos que tuvo la suerte de ver a los albinegros jugar en el añorado San Bernardo, que no hace tanto catapultó la demoledora piqueta. "A ver si vamos a vivir dos años de gloria y luego vamos a tener que desaparecer", advierte. Para otros, al club le ha tocado la lotería de Navidad con meses de antelación. "El dinero chino ha llegado al fútbol para cambiarlo. Ya están comprando el Celta. Basta ver lo que pagan a los jugadores y tienen la capacidad de cambiar la realidad de una entidad, podemos estar en Segunda sin apenas darnos cuenta del tiempo que ha pasado".
"Cerrarle la puerta a estos inversores es cerrarlo al progreso, es como aquellos que en su día dijeron que nunca tendrían un móvil y luego que no tendrían uno con internet", abunda Carlos, un joven empresario que su padre llevaba de la mano al Municipal "en los tiempos de Bancalero". "Hay que aceptar que los tiempos cambian y la Balona no se puede seguir manteniendo mucho tiempo con mil abonados y unos cuantos anuncios en el estadio y lo que está haciendo el presidente es buscar una fórmula para garantizar su supervivencia".
En la pluralidad de opiniones que ha generado este asunto no faltan las de quienes creen que se trata sólo de una cortina de humo. "La Balona va a seguir como está. Ni siquiera sé si existe ese grupo inversor o no, pero lo que sí tengo claro es que le ha venido de perlas a la directiva para que me estéis preguntado por esto y no por los cuatro partidos que hemos tenido que ir a Los Barrios por culpa del cambio de césped cuando nos dijeron que como mucho sería uno", protesta Ismael, que muestra su carnet de abonado como si necesitara avalar su opinión con algún documento.
En medio de muchas dudas y desconfianza lo que sí está claro es que el asunto ha despertado el interés de los balonos. Las próximas semanas se antojan decisivas para la historia de una sociedad a la que contemplan más de cien años de vida.
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