Todo queda en casa
La Balona, que es mejor y demuestra más intensidad, se apropia de los puntos y la taquilla El Algeciras echa en falta a Javi Chico y es incapaz de responder con el marcador en contra
El Clásico galáctico acabó por ser bastante más terrenal que cualquier otra cosa. La Balona ganó, sencillamente porque fue mejor equipo, sin alharacas pero mejor, disfrutó de más ocasiones y jugó con un punto más de intensidad que el Algeciras un partido con un primer tiempo bastante aceptable y una segunda parte que muy bien hubiese podido proyectarse en la recién finalizada 'Algeciras Fantástika', reservada a la temática del terror.
Un gol del resucitado Hugo Díaz en el enésimo córner que defiende mal el conjunto de Manolo Sanlúcar dio a la Balompédica una victoria balsámica ,que le devuelve a la quinta plaza de la clasificación, en medio, y posiblemente eso sea lo más importante, de una lección de convivencia que ya quisieran para sí partidos a los que se les presupone mucho más rango.
La Balompédica se sacó varios conejos de la manga antes de comenzar las hostilidades. La presencia de Juampe después de una semana sin entrenarse rompió con todas las previsiones, como la de Mateo en lugar de Lolo Soler en el marco y también, pero en mucha menor medida, la de Ismael Chico en el pivote en detrimento de Alberto Merino.
Amparado en ese factor sorpresa que le proporcionaba su alineación, el conjunto de casa salió más enchufado, con una velocidad más, generada desde la sala de calderas. Ya en el minuto dos un despeje forzado de Carlos Fernández se estrelló en el larguero de Romero mientras la hinchada de La Línea había comenzado a levantarse de sus asientos para celebrar el tanto.
El Algeciras había planteado el partido a verlas venir. A obtener una legítima renta de ese equilibrio defensivo que le había otorgado cinco jornadas sin verse con la derrota. Sanlúcar había preparado la partida de ajedrez con esmero y dio a Miguel Ángel Berlanga la misión de replegarse cuando la Balona tenía el esférico, para cortocircuitar a Copi entre líneas y estrangular con ello parte del arsenal ofensivo de los de casa.
La segunda parte del plan visitante era cazar una contra. Y la tuvo. Corría el minuto nueve cuando Alfaro le ganó la espalda a la defensa y encaró a Mateo. El delantero albirrojo se paró en seco, seguramente con la infantil intención de confirmar con el linier que no estaba en posición de fuera de juego, y cuando encaró la portería el guardavallas balono ya le había comenzado a tapar hueco, hasta que acabó abortando su disparo.
Fue la primera y la penúltima del Algeciras que suspiró cuatro minutos más tarde, cuando vio como Hugo Díaz también malograba, tras un magnífico pase de Sergio Ortiz, un mano a mano con el portero enemigo.
La media hora que quedaba hasta el descanso fue un monólogo de los de casa ante un rival que hacía de la disciplina táctica su mejor arma. Su único arma.
En los momentos de mayor zozobra del Algeciras (28') Parada puso al árbitro en el aprieto de enseñarle la segunda amarilla, pero Abraham Domínguez entendió, con buen criterio, que dejar a un equipo con diez a una hora del final era demasiado castigo para una entrada en el centro del terreno de juego y se contentó con advertirle de que no le dejaría pasar una más.
En el 33' Olmo subió casi a escondidas a rematar un córner botado por Juampe pero el disparo del central, en medio de un despiste generalizado de la zaga que le permitió llegar en franquía al esférico, encontró en Romero una respuesta brillantísima.
Era sólo un indulto temporal. En el siguiente saque de esquina todos los algeciristas arrastraron al primer palo y, después de una rebullasca, el balón pegó en Berlanga, le llegó a Hugo Díaz, al que, desmarcado atrás, sólo le quedó empujar a puerta vacía y empezar a celebrarlo. De facto, fue lo último que sucedió en el primer tiempo.
Tras el descanso el panorama cambió. Para mal. La Balompédica se parapetó atrás con el temor propio del equipo que no tiene plena confianza en sus posibilidades y no quiere arriesgar el premio que entiende que ya le pertenece. El Algeciras quiso dar un paso adelante, pero no encontró la fórmula. Los de La Menacha, que están huérfanos de gol, echaron en falta a Javi Chico, porque sin él no supieron como hacer circular el esférico con el suficiente criterio como para poner contra las cuerdas a los de La Línea. Ni Mario ni Harper aportaron gran cosa con su entrada.
La Balona, por su parte, suspiraba por un zarpazo que siempre quedaba reducido a leve arañazo.
El segundo tiempo se volvió feo, insufriblemente trabado, con un pelotazo va pelotazo viene que parecía no tener fin. Lo único parecido al fútbol lo puso Chema Mato, pero no lograba enlazar ese último pase que sirviese a sus compañeros para sentenciar.
Con el Clásico ya tocando a su fin Mario botó una falta que fue enrareciéndose en la trayectoria y que estuvo a punto de sorprender a Mateo, que replicó con pericia con los puños, a ras de suelo.
El pitido final supuso lo que Juan Sierra entiende como la victoria de la Alianza Rebelde sobre el Imperio Galáctico. Hubo vencedores, los de casa, que vuelven a coquetar con la zona VIP y se adentran en su sueño. Pero no hubo humillados. Ni dentro ni fuera del campo.
ÁRBITRO: Abraham Domínguez Cervantes (Málaga). Pudo cometer algún error aislado en el aspecto displinario, pero en conjuno cuajó un buen arbitraje. Los jugadores de ambos bandos colaboraron.
TARJETAS: Amarillas a los locales Sergio Ortiz (40') y Óscar Martín (89') y a los algeciristas Parada (22') y Melchor (65').
GOL: 1-0 (35') Hugo Díaz. desmarcado en el segundo palo, remata a puerta vacía después de una meleé que se produce a la salida de un córner.
INCIDENCIAS: Encuentro de la décimo cuarta jornada de Liga en el grupo IV de la Segunda división B, disputado en el Municipal de La Línea, ante unos 6.000 espectadores. No se registró un solo incidente entre las aficiones. Antes del comienzo del choque el arcipreste local, Juan Valenzuela, recibió el escudo de oro y brillantes de la Real Balompédica de manos del presidente albinegro, Alfredo Gallardo, e hizo el saque de honor.
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