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La economía española cayó entre abril y junio el 0,4%, lo que supone una contracción más intensa que la registrada en el trimestre precedente (0,3%), debido a una caída más acentuada del consumo privado y del gasto público. De acuerdo con la estimación publicada este lunes por el Banco de España, la demanda interna se contrajo el 1,2 %, si bien el impacto negativo de esta caída fue amortiguado en parte por el sector exterior, con una contribución positiva al PIB del 0,8 %, más alta que en el trimestre precedente, gracias a la recuperación de las exportaciones.
En términos interanuales, el PIB descendió en el segundo trimestre el 1%, frente al 0,4% registrado en el primer trimestre del año. Según la entidad monetaria, España se está enfrentando a un entorno muy complicado de debilitamiento de la economía mundial, inestabilidad de los mercados financieros y dudas sobre la dirección de la política europea.
En esta situación, señala como las dos principales fuentes de vulnerabilidad de la economía española la situación el sistema bancario y la percepción de que las administraciones públicas tendrán dificultades para corregir el déficit. El Banco de España explica que el aumento de las tensiones financieras en el área del euro ha provocado una crisis de confianza de los agentes económicos, que además siguen afrontando condiciones financieras muy estrictas, razón por la que el gasto privado ha acentuado su caída.
En el caso de las familias, calcula que el consumo disminuyó el 0,5%, influido por la destrucción de empleo, la pérdida de valor de la riqueza y, en general, el clima de incertidumbre. Asimismo, estima que el empleo disminuyó a un ritmo interanual del 4,6%, lo que provocó que la productividad siguiera creciendo a una tasa muy elevada, del 3,8%.
Pese a la debilidad del consumo los precios mantuvieron una subida media del 1,9% en el segundo trimestre, en tanto que para los próximos meses la entidad prevé repuntes debido a la subida de IVA que entrará en vigor en septiembre, así como al incremento de las tarifas de la electricidad, los medicamentos o las tasas universitarias. No obstante, la entidad prevé que la traslación a los precios de la subida del IVA sea sólo parcial y que el impacto sobre la inflación sea pasajero.
La inversión residencial también ha retrocedido en el segundo trimestre, debido a la existencia de un alto excedente de viviendas sin vender que desanima la puesta en marcha de nuevos proyectos y por la debilidad de la demanda, que no se recupera a pesar de la bajada de precios y de la transitoria disminución del IVA.
En el caso de las empresas, la falta de perspectivas claras también está afectando sus decisiones de inversión, que en el caso de los bienes de equipo disminuyó el 2,2% respecto al primer trimestre. En estas circunstancias, el Banco de España dice que debe acelerarse la liberalización de algunos sectores donde el grado de competencia es insuficiente, para reducir las trabas administrativas a la actividad económica e introducir transparencia en el mercado de bienes y servicios.
A juicio de la entidad, estas actuaciones podrían amortiguar el efecto negativo a corto plazo de la mayor austeridad presupuestaria.
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