Fernando Faces
Donald Trump y las megatendencias globales
LAS tres primeras décadas del siglo XXI han sido trepidantes. El atentado de las Torres Gemelas supuso un impacto global de gran escala. El descifrado del genoma humano posibilitó nuevos conceptos sanitarios: salud personalizada y un nuevo modelo preventivo de salud. La guerra de Ucrania, el conflicto de Gaza entre Palestina e Israel y la impotencia de la ONU para evitar estas guerras presagian nuevas tensiones geopolíticas. La pandemia cambió la autoconciencia de la humanidad desde El Homo Deus transformador y dominador de la Naturaleza al Homo frágilis ,victima de ella.
Las megatendencias en el día a día son imperceptibles, pero, como las placas tectónicas, avanzan lenta e inexorabliemente. Y cuando chocan se produce el estruendo, la convulsión, la brusca alteración. La sucesión de acontecimientos se acelera y la percepción es de profundo cambio. Hay un debate abierto entre los que opinan que el siglo XXI será un siglo de cambios y otros, que van más allá,afirman que estamos frente a un cambio de era o de época. En una era de cambios, no cambia la lógica del sistema socioeconómico y político, ni la cosmovisión del mundo. En un cambio de era o de época todo cambia profundamente y estructuralmente: visión del mundo, sistemas de comunicación y organización social, poder geopolítico y tecnológico. En un cambio de era de nada sirve proyectar el pasado para conocer el futuro, incierto y borroso.
Asistimos a la reestructuración del poder geopolítico mundial ante el declive de Estados Unidos y la veloz emergencia de China y algunos países emergentes. De una manera silenciosa, China avanza en el poder económico, tecnológico, financiero y geopolítico, con la aspiración de convertirse en la primera potencia mundial. Estamos transitando desde un mundo unipolar hacia otro multipolar y fragmentado, el ranking del poder mundial cambiará trágicamente. Europa y Estados Unidos verán mermado su poder y China y los países emergentes lo habrán aumentado. No obstante, es un camino de trayectoria incierta, en el que la inestabilidad geopolítica puede abortar cualquier proceso en marcha. El retorno de Donald Trump a la Casa Blanca acelera esta tendencia y la hace más inestable e incierta.
El mundo envejece. Las migraciones aumentan. La tasa de natalidad y la esperanza de vida crece y el incremento de la población mundial se desacelera. En Estados Unidos y gran parte de los países europeos, en China, Japón y otros países avanzados la población ya está en retroceso y en los países en vías de desarrollo el incremento de la población se desacelera. Según las previsiones del Banco Mundial, en 2100 el mundo habrá alcanzado su techo de población. A partir de ese momento, la población mundial se estancará y empezará a decrecer.
Las migraciones van en aumento y serán imparables. A lo largo del siglo XXI se pasará de tratar de frenar las migraciones, a gestionarlas e integrarlas eficientemente, ya que ante el proceso de envejecimiento de la población y disminución de la población activa en los países más desarrollados las migraciones van a ser necesarias y vitales. De cumplirse el programa antimigracion de Trump, esta tendencia puede verse frenada con un impacto negativo en la población activa y en el potencial de crecimiento.
El cambio climático se acelera, las catástrofes medioambientales son cada vez más frecuentes. El proceso de descarbonización y la protección del medio ambiente es la megatendencia más importante del siglo XXI . La transición energética y el nuevo paradigma energético transformarán y revolucionarán los sistemas de producción y distribución a escala global. Afectando a los hábitos de consumo, a las relaciones y comunicaciones y al poder geopolítico en el Mundo. El resultado de esta megatendencia dependerá de la gestión de los gobiernos y, fundamentalmente, de la coordinación y cooperación a escala global. La escala nacional no será suficiente para resolver un problema que es planetario. Donald Trump es un negacionista, que dificultará la transición energética y la cooperación global.
Los siglos XX y XXI se caracterizan por la explosión de las tecnologías disruptivas y por la convergencia de las tecnologías. Las tecnologías interactúan entre sí y se retroalimentan. Del uso adecuado, eficiente y ético de la convergencia tecnológica dependerá gran parte de su éxito. La tecnología no es neutral, afecta a todo: a los valores, a la filosofía, a la manera de entender la vida, a los hábitos de consumo y a los sistemas de distribución y producción. Los avances en inteligencia artificial y la convergencia de las tecnologías implican un salto cualitativo en la eficacia y alcance de unas tecnologías que venían operando desde hace años. La convergencia y la interoperabilidad de las tecnologías disruptivas son el signo de nuestro tiempo.
Hay analistas qué opinan que se ha iniciado la senda de la desglobalización. En mi opinión asistimos a una trasformación hacia una Nueva Globalización. El impacto del Covid-19 en las cadenas de valor globales ha sido un hecho relevante en este proceso de transformación. El Covid-19 y los confinamientos provocaron una gran disrupción en los sistemas de producción y distribución mundiales. En el proceso de globalización los países avanzados habían deslocalizado sus producciones hacia los países con mano de obra más barata, para reducir costes y aumentar la eficiencia. Como consecuencia del Covid-19, las cadenas de producción de los países avanzados se vieron interrumpidas y paralizadas, con retrasos de meses y subidas de precios del transporte ,que se multiplicaron. Ante este hecho, gobiernos y multinacionales han comprendido que el criterio de eficiencia no es suficiente. La seguridad ha tomado el relevo de la eficiencia en la producción de todos aquellos inputs que son esenciales para la empresa o para el país.
Asistimos a una doble tendencia: relocalizar en el país de origen la producción de aquellos inputs que sean esenciales y estratégicos para la empresa o para el país, o relocalizar la producción de los inputs hacia países más cercanos, amigables, estables y fiables. Esta nueva tendencia está transformando el comercio internacional, fragmentando y regionalizando la globalización. Países del norte de África, Latinoamérica y otros países asiáticos se han visto beneficiados por esta nueva tendencia. China y Rusia son las principales perdedoras. En la Nueva Globalización están perdiendo protagonismo los bienes y mercancías y aumentando los servicios. Donald Trump frenará la cooperación y propiciará el bilateralismo y la fragmentación. La humanidad avanza hia la Nueva Globalización de las ideas, la tecnología y el conocimiento,
En el mundo existen 91 democracias cuya población alcanza el 29% de la población mundial y 88 autocracias que absorben el 71%. Durante las últimas décadas las democracias están retrocediendo. El mundo ha retrocedido en democracia 40 años. Actualmente, más de 60 países están en transición entre distintos niveles de democracia, pero tan solo 18 están avanzando hacia una mayor democracia, España ha retrocedido hasta el número 23 del ranking mundial de democracia. Donald Trump es un líder autocrático que propiciará el declive de las democracias.
Uno de los efectos más perversos de las dos últimas crisis es la explosión de la deuda publica global a un nivel insostenible. El FMI y el Banco Mundial insisten en la necesidad de iniciar una consolidación fiscal para asegurar la sostenibilidad de la deuda. Esto hace prever una reducción del potencial de crecimiento en la próxima década como consecuencia de las políticas fiscales restrictivas que habrá que acometer en los próximos años, coincidiendo a su vez con la normalización en las políticas monetarias. El FMI y el Banco Mundial advierten de la reducción del potencial de crecimiento y creación de empleo de la economía mundial en los próximos años. Con Donald Trump la deuda de EEUU aumentará y también la de los países emergentes endeudados en dólares.
Tras la Gran Recesión los bancos centrales combatieron la deflación con políticas monetarias no convencionales y tipos de interés cero o negativos. La deflación, más perversa que la inflación, se resistía a las políticas monetarias más expansivas de la historia, amenazando la recuperación. Sorprendentemente a partir de 2021, la inflación ha retornado con mayor fuerza. Algunos analistas ya advertíamos que las políticas monetarias expansivas , mantenidas durante mucho tiempo podían provocar una inflación persistente a medio plazo.
Los bancos centrales han empezado a girar sus políticas. Será un largo recorrido. Los bancos centrales actuarán con prudencia y gradualidad, intentando no abortar la incipiente recuperación, pero no cabe duda que este inevitable giro en las políticas monetarias restará potencial de crecimiento a la economía global y creará problemas de sostenibilidad de la deuda a los países emergentes más endeudados y financiados en dólares.
La transición energética y la fragmentación del comercio internacional implicarán en el medio plazo un aumento de los costes de producción, energéticos y de transporte que se trasladarán a los precios. El envejecimiento de la población y la reducción de la población activa podrían afectar negativamente a la productividad y presionar los precios. Donald Trump generará más inflación y cuestionará la independencia de la Reserva Federal, condicionando el retorno a la política monetaria convencional y a la necesaria gradual subida de los tipos de interés para doblegar la inflación.
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