Fernando Faces
Perspectivas económicas: España 2025
Estrategia 2030
Cepsa ha iniciado un proceso de transformación con el que aspira a convertirse en un actor líder en la transición energética en España y Portugal y que supondrá la inversión de entre 7.000 y 8.000 millones de euros hasta 2030. Dentro del proceso de descarbonización emprendido para frenar el impacto del cambio climático, la compañía trabaja en dos vías: por un lado, la reducción de sus emisiones. Y por otra, el desarrollo de soluciones para que sus clientes industriales, del transporte marítimo o aviación puedan abordar su reconversión energética. Aspecto este último en el que serán claves sus instalaciones andaluzas, de Huelva y Campo de Gibraltar, con su transformación en parques energéticos destinados al hidrógeno verde y los biocombustibles, sin dejar el refino.
Bajo una nueva visión de negocio, Positive Motion, Cepsa ha presentado este miércoles su nueva estrategia, orientada a aportar soluciones para la energía sostenible y para la movilidad sostenible y new commerce. "Queremos ser parte de la solución y relevantes en un mundo cambiante", ha destacado el consejero delegado, Maarten Westelaar.
El grupo aspira a liderar en 2030 la producción de hidrógeno verde en la Península Ibérica, con una capacidad de 2 gigavatios (GW). Para ello serán claves las instalaciones que tiene en el Campo de Gibraltar y Huelva, "muy bien posicionadas para convertirse en infraestructuras de energía sostenible en futuro, para producir esa energía que venderemos a nuestros clientes". En Andalucía se consume el 40% del hidrógeno de España, hay una importante capacidad de producción de energía limpia y el Estrecho de Gibraltar, punto clave en el tráfico marítimo, necesitará H2 verde, metano verde y otras soluciones.
"Estamos mejor posicionados que en ningún sitio de Europa", ha asegurado el consejero delegado, que también apunta al otro lado del Estrecho como un punto clave. "Andalucía y el norte de África son un buen sitio para fabricar, de ahí se puede transportar a España y de España a Europa. Estamos muy bien situados para ser un actor mundial". Descarta, eso sí, el proyecto de fondo de barril que estaba previsto para la planta de San Roque, que considera "no apto" para esta nueva etapa. Este preveía invertir 1.000 millones de euros para fabricar combustibles bajos en azufre.
La compañía quiere encabezar la producción de biocombustibles de segunda generación, con una producción de 2,5 millones de toneladas al año en 2030, fomentando así la economía circular. En este ámbito, Cepsa se convertirá en un
proveedor de referencia de combustible sostenible para la aviación (SAF), con una
producción anual de 800.000 de toneladas.
En el ámbito de las energías renovables, Cepsa desarrollará una cartera de proyectos de energía solar y eólica para su propio consumo, con una capacidad de 7 GW, de los cuáles 1,5 GW ya tienen conexión a la red. Aspira a alcanzar el 15% de la producción solar de España.
El grupo emprenderá también su propia reconversión energética. Para 2030 espera reducir sus emisiones de CO2 en un 55% respecto a 2019 y aspira a alcanzar cero emisiones netas en 2050 e incluso ir más allá, contribuyendo positivamente (Net Positive). Además, la intensidad de carbono de sus productos se reducirá entre un
15 y un 20% en 2030. Para ello, implementará tecnologías basadas en la inteligencia artificial y analítica avanzada para optimizar sus procesos y reducir el impacto ambiental de la actividad de sus centros industriales.
En cuanto a la química, la compañía apuesta por dar "más autonomía" a esta división. Cepsa había iniciado un proceso de venta de su negocio químico, en el que es líder mundial en la producción de LAB (se fabrica en San Roque) y segundo en fenol (en Huelva). No obstante, el consejero delegado no ha aclarado cuál será el futuro de la química. "Estamos considerando las opciones estratégicas", ha explicado, "lo anunciaremos cuándo haya concluido el proceso".
Mientras tanto, la división seguirá avanzando en el desarrollo de nuevos productos químicos a partir de materias primas renovables y recicladas. El objetivo es que un 30% de sus ventas en 2026 proceda de productos bajos en carbono.
Por otro lado, la mayor autonomía en la gestión del negocio de exploración y producción "resultará clave para generar flujos de caja que faciliten la transformación del grupo". Asimismo, la compañía continuará optimizando su actividad para reducir la intensidad de emisiones de CO2, a través de distintas medidas de eficiencia y la producción de bajo coste y bajo contenido en carbono.
La compañía también aspira a desarrollar una de las mayores redes de recarga de vehículo eléctrico de Europa, empezando por España y Portugal. Junto a Endesa, ejecutará una red de recarga ultrarrápida, para lo que prevé instalar 20 cargadores por semana hasta alcanzar una ratio mínima de un cargador de 150 kW cada 200 kilómetros en las principales carreteras y vías interurbanas. Para el transporte de mercancías se prevé establecer una red de repostaje, con una estación de hidrógeno cada 300 kilómetros en los corredores que conectan España con Europa.
La transformación de las estaciones de servicio es otro de los objetivos de la compañía, que las convertirá en espacios digitalizados en los que se podrán encontrar restauración, alimentos frescos, puntos de recogida de paquetería y otros servicios.
Para desarrollar este plan, la compañía invertirá en esta década entre 7.000 y 8.000 millones de euros, de los cuales, un 60% se destinará a negocios sostenibles a partir de 2023. Todo ello, se traducirá en una mayor contribución de este tipo de negocios al Ebitda, pasando del 14% en 2022 a más de la mitad en 2030.
La compañía cerró 2021 con un resultado bruto de explotación ajustado de 1.815 millones de euros, frente a los 1.187 millones de euros de 2020. Desde Cepsa se destaca que existe una sólida posición financiera que le permite abordar los retos de la transición energética.
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