Por qué solo el 0,7% de los empadronados en Algeciras votó al Partido Andalusí
ELECCIONES MUNICIPALES 2023
La clave del fracaso de la formación de inspiración islámica está en el número real de musulmanes con nacionalidad española y el derecho a voto de los empadronados en la ciudad
El Partido Andalusí, nueva formación inspirada en el “humanismo islámico”, se presenta a las municipales en Algeciras
El debutante Partido Andalusí, “de inspiración islámica”, aspira a lograr concejales en Algeciras
El recién estrenado Partido Andalusí ha patinado en su primera y, de momento, única cita electoral. Diversas razones han conducido al fracaso en las urnas a la formación de Driss Mohammed. Solo 320 votos han cosechado los que proponen, entre otras cosas, el derecho a la nacionalidad española para los descendientes de los moriscos expulsados de España en los siglos XV y XVI. Se trata de una cifra muy distante de los casi 2.200 votos (el 5% de los votos emitidos válidos) que han sido necesarios para obtener el primer concejal: un fracaso absoluto pero no muy distinto al de Podemos, que, con muchos más medios materiales, imagen corporativa y marca, ha cosechado solo 481 votos. Las razones de ambos desastres electorales, sin embargo, son muy diferentes.
Los hombres y mujeres de Driss han apuntado casi en exclusiva hacia un votante potencial de tradición islámica. Si bien es cierto que no se declaran un partido islámico ni islamista ni islamizante sino basado en el “humanismo islámico”, todavía el electorado algecireño desconoce casi por completo las diferencias entre unos conceptos y otros.
Lemas coránicos escritos en árabe sobre la arbonaida (“No hay más dios que Aláh”), las chilabas y los turbantes de algunos candidatos en las fotos de grupo, la marroquinidad de los nombres de buena parte de los componentes de la lista, el empeño en rebautizar a Blas Infante como “Ahmed Infante” (dando por hecho una conversión al islam que su familia y los biógrafos siempre han negado) y, finalmente, las campañas en redes sociales emprendidas en lengua árabe por sus simpatizantes han reducido el espectro de votantes posibles a un puñado de marroquíes empadronados en el censo algecireño con nacionalidad española.
Driss ha contado contado con muy pocos medios para la campaña. No traía una marca ni un presupuesto. Carecía de encuestas sobre los problemas reales de los vecinos a los que se ha dirigido y su buena voluntad, intuición y entusiasmo no han podido con ese gran lastre que, en definitiva, es la inexperiencia política.
Pero el principal error del Partido Andalusí ha sido, posiblemente, el error de cálculo. Los diferentes líderes de los colectivos islámicos de Algeciras llevan años inflando las cifras de la población de origen marroquí y musulmana. Con el único objetivo de hacer valer sus demandas y reivindicaciones ante la Administración, esos líderes locales han querido siempre presentarse como representantes de un colectivo mucho más numeroso del que en realidad es. Recientemente se ha llegado a hablar hasta de 40.000 musulmanes en el Campo de Gibraltar (lo hacían para reclamar un cementerio islámico), cuando hasta hace poco la cifra más generalizada era de 15.000 solo en Algeciras.
No existen censos de musulmanes ni de judíos ni de evangélicos en ningún municipio: faltaría más. Pero sí de extranjeros por nacionalidad. Los marroquíes empadronados en Algeciras son 6.300 aproximadamente (la cifra exacta cambia a diario). Esos no votan porque son eso, marroquíes, y España no tiene tratado de reciprocidad con Marruecos para el voto de extranjeros en los comicios locales, como sí lo tiene con otros gobiernos foráneos.
Censo real
¿Cuántos son los que votan de entre los musulmanes vecinos de Algeciras, entonces? La pregunta tiene una difícil respuesta: habría que ir repasando el censo nombre a nombre y contabilizar así a aquellos españoles que tienen nombre musulmán. Pero tal vez no sea necesario llegar a tanto. Se sabe que en España, la proporción de ciudadanos de origen marroquí naturalizados españoles es, aproximadamente, un tercio del total de los ciudadanos de origen marroquí. Por tanto podría apuntarse a que, en Algeciras, sobre un total de 6.000 marroquíes censados, serían unos 3.000 los marroquíes empadronados con nacionalidad española. Aunque todos ellos votaran a un mismo partido, si restamos a los menores de 18 años, difícilmente llegarían a los 2.170 votos mal contados que han sido necesarios para entrar en el juego de reparto de concejales en las elecciones del domingo.
Pero aún hay más objeciones. Los técnicos municipales saben que muchos de los extranjeros censados en el padrón municipal no viven realmente en Algeciras: o bien se empadronaron para obtener así antigüedad como residentes en España o bien abandonaron Algeciras y, por pereza, no se dieron de baja nunca en el padrón. Y otra objeción más que ya adelantó Europa Sur; por la razón que sea (desafección, escasa tradición democrática, poca información, bajo nivel cultural…) los ciudadanos de origen marroquí apenas han tenido una participación mínimamente destacable en pasados comicios.
Driss se ha tomado su derrota con deportividad y dice que ha aprendido mucho estas semanas. Ya pone su objetivo en las próximas elecciones nacionales. “Solo hemos empezado”, asegura con la ilusión de siempre.
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