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María Ángeles Fernández | Directora General Proyecto Hombre Sevilla
Romper barreras. Natural de Utrera (Sevilla), la psicóloga María Ángeles Fernández dirige Proyecto Hombre Sevilla, entidad que vio nacer a finales de los 80 de la mano de Francisco Herrera, con el objetivo de dar respuesta a los estragos de la epidemia de la heroína en aquellos años. Desde sus inicios como becaria en el departamento del catedrático José Luis León, su trayectoria ha estado vinculada al abordaje de las adicciones. Entre los proyectos recientes destaca MAR, un programa que vela por facilitar la recuperación de las mujeres que sufren adicciones.
–Proyecto Hombre Sevilla ha lanzado recientemente un programa específico para atender a mujeres que sufren adicciones. ¿En qué medida crecen estos problemas?
–El Programa MAR para mujeres ha comenzado este mes de abril. Desde hace un lustro el porcentaje de mujeres con problemas de adicciones está aumentando en torno a un punto cada año, hasta alcanzar actualmente al 18% de la población adicta. Es un indicador, pero en realidad son muchas más las mujeres que tienen problemas de adicción.
–¿Están ocultas?
–A ellas les cuesta más pedir ayuda y acceder a servicios asistenciales.
–¿Por qué?
–Por el rol asignado a la mujer. El prototipo de mujer que impera es el de cuidadora, trabajadora, madre... Las mujeres con problemas de adicción tienen más dificultades para acceder a programas de rehabilitación. El hombre suele llegar acompañado por un familiar que tira de él, y que suele ser su madre, una hermana, o su esposa.
–¿Ellas llegan solas?
–Sí. La mujer suele estar sola y suele llegar a una comunidad terapéutica en condiciones más precarias porque tarda mucho más en recibir ayuda. Al hombre se le perdona más fácilmente ser adicto. Ellas son juzgadas de “malas madres” o de “malas mujeres”. A ellas no se les perdona socialmente por sufrir una adicción, ni siquiera en el entorno familiar. Ser adicta se considera como una traición al papel culturalmente asignado a la mujer. Esto supone un obstáculo más para que ellas puedan acceder a programas de rehabilitación.
–El programa específico para la mujer en Proyecto Hombre ¿es pionero en este sentido?
–El abordaje de las adicciones está ideado desde un punto de vista masculino. Desde hace años hemos detectado la necesidad de crear un programa específico para mujeres que incluya la perspectiva de género. Es necesario.
–¿Puede apuntar necesidades por cubrir en ellas?
–Existen carencias. Son necesarios más recursos asistenciales para esta población de modo que se facilite su reincorporación a la vida laboral y social. Es una población especialmente vulnerable.
–¿Cómo es el perfil de la mujer adicta?
–La mujer adulta adicta suele tener una pareja que también es adicta, lo cual no se da en los hombres. La mujer suele iniciar el consumo junto a su pareja. Cuando accede a programas de rehabilitación suele estar sola, sin apoyo familiar y en una situación más precaria, en riesgo de exclusión. En ellas es más frecuente la patología dual; es decir, sufren con más frecuencia problemas de salud mental y adicciones.
–¿Y las adolescentes?
–Las adolescentes comparten un perfil más similar a los hombres, si bien suelen presentar un consumo de sustancias consideradas “más legales” como puede ser el alcohol o el cannabis.
–Cuando se indaga en el pasado de las mujeres adictas. ¿Se repiten patrones?
–Un elevado porcentaje de mujeres con adicciones han sufrido abusos a lo largo de su vida, de tipo emocional, físico o sexual.
–En la población general. ¿Cuál es el perfil más generalizado del adicto?
–El policonsumo. Un elevado porcentaje de adictos lo son a la cocaína y al alcohol; o a la cocaína y a la heroína. Como se suele decir, los adictos hoy consumen todo lo que pillan. En la población adicta, en general, también un elevado porcentaje ha sufrido abusos de algún tipo en la infancia o en la vida adulta.
–¿Puede describir el itinerario para lograr que un adicto deje de serlo?
–Lo primero es dejar de consumir. No es tan difícil como se piensa, en realidad. Lo complejo es lograr mantener un estilo de vida sin consumir. Para ello es necesario trabajar con la persona de modo que aprenda a gestionar su propia vida sin drogas.
–¿Qué diferencia a Proyecto Hombre de otros programas de rehabilitación?
–Damos una respuesta global e integral. Cuando una familia llega rota a Proyecto Hombre, en año y medio sale recuperada. No se trabaja sólo para que una persona adicta deje de consumir. Nuestro objetivo además es que esa persona tome las riendas de su propia vida de modo que pueda reincorporarse laboral y socialmente.
–En Proyecto Hombre. ¿De qué se siente más orgullosa?
–Con este programa específico para atender a las mujeres, junto a la directora de Proyecto Hombre Málaga, Belén Pardo, estamos logrando romper barreras. Estoy muy orgullosa de ello. Hemos creado un grupo de trabajo para adaptar los instrumentos y a los equipos en el abordaje de las adicciones desde una perspectiva de género.
–¿Cómo puede una persona adicta acceder?
–Desde la propia página web de Proyecto Hombre puede conocer y acceder a la asistencia.
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