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Miguel Delibes de Castro: “Ninguna especie se extingue sin consecuencias”

El biólogo y ex presidente del Consejo de Participación de Doñana Miguel Delibes de Castro. / José Ángel García
Miguel Lasida

21 de octubre 2024 - 06:59

Porque, como él mismo dice, ir a contracorriente es una “tendencia de los investigadores”, Miguel Delibes de Castro (Valladolid, 1947) ha publicado Gracias a la vida (Destino), un libro que realza la contribución al planeta de numerosos seres vivos que suelen ser repulsivos o que pasan inadvertidos. También, por esa misma tendencia de la contracorriente, matiza el valor de otras especies que se han granjeado una extraordinaria popularidad. Disfruta de una renovada calma después de dejar la presidencia del Consejo de Participaciónd de Doñana, aunque sigue con no poca preocupación la evolución del parque.

–¿Es la humana la especie más latosa para el planeta?

–Somos muchísimos y consumimos mucho. En occidente nos hemos hecho una especie consumidora, que es algo más cultural que biológico. Somos unos grandes devoradores, acaparadores de recursos y los grandes productores de desperdicio. A veces por la basura y otras veces por la contaminación, alteramos gravemente las condiciones del planeta.

–Hay especies que causan repulsión, asco, pero son de una gran utilidad para la Tierra. ¿Qué tiene la cucaracha que se le cantan incluso los andares?

–Somos muchos y las especies que viven con nosotros tienden a ser también muchas. Cuando es una plaga, la cucaracha no tiene casi ninguna utilidad. Si no fuéramos tantos humanos y no hubiera tantas casas calentitas, con aparatos eléctricos que mantienen el calor en invierno, habría menos cucarachas y se dedicarían a buscar refugio en el campo, consumiendo residuos, reciclando materia orgánica.

–¿Y el buitre?

–Es un aparato de limpieza de la naturaleza, una especie de basurero que nos ahorra tener que llevar los animales muertos a otros lados y quemarlos. Los buitres lo hacen gratis y son bonitos, al menos desde lejos.

–¿Y el murciélago?

–Son cazadores básicamente de insectos, como muchos pájaros, como las golondrinas o los petirrojos, y evitan que muchos insectos se conviertan en plagas.

–¿Hay un ser vivo superfluo en el planeta, uno al que no haya que darle las gracias?

–Superfluo no. Otra cosa es que desaparezcan especies y no advirtamos cambios demasiados llamativos. Si son pocas, otras especies ocupan su lugar. En España, los leopardos cazaban cabras monteses hace unos miles de años; cuando desaparecieron, el lobo ocupó su lugar.

–¿Existe una especie cuya extinción no tuviera consecuencias para las demás?

–No. Hay una capacidad de reajuste, pero igual no va a ser. Consecuencias hay siempre. Ninguna especie se extingue sin consecuencias.

–Es como si la naturaleza fuera un sistema cuidadosamente regulado.

–Una de las funciones principales de la naturaleza es el control, el control de todo; controlar las poblaciones, regularlas. Si no hubiera ciervos y vacas, la vegetación lo taparía todo. Hay que controlar la vegetación, una función que hacen los herbívoros. Pero si nadie depreda a los herbívoros, éstos se comerían toda la vegetación y todo sería un desierto.

–¿Qué le parece la popularidad de la que disfrutan las abejas de la miel?

–Tanta buena prensa puede ser perjudicial. Una gran parte de las tareas de polinización de las plantas las realizan las abejas silvestres, pero no compiten bien con las melíferas, pues son muy abundantes y las alimentamos en invierno. La abeja de la miel es como el ganado de los insectos. Y compiten con las abejas silvestres como la vaca o la cabra compite con el ciervo, por ejemplo. Está muy bien decir que las vacas regulan la vegetación y que son buenas para controlar los incendios, pero tampoco elevar ese bien tanto que perjudiquemos a las especies silvestres que hacen cosas parecidas.

–Sostiene que el Amazonas no es el pulmón del planeta, ¿por qué?

–La cuenca amazónica es fundamental para la retención de carbono y la provocación de lluvias. También es el lugar con mayor biodiversidad del globo, pero consume prácticamente el oxígeno que produce. El fitoplancton y el conjunto de la vegetación son más importantes en la labor de producir oxígeno que la cuenca amazónica. 

–¿Son a veces los olores y los sabores de muchas plantas mecanismos para defenderse?

–Muchas plantas pican o tienen sabores muy fuertes para defenderse de los insectos, los hongos y las bacterias que las atacan. Y eso puede venirnos muy bien porque se esas sustancias son principios activos y se convierten en plantas medicinales que nos ayudan. Y la potenciación del sabor es lo que valoramos de las especias.

–¿Son los olores y los sabores de otras muchas plantas mecanismos para reproducirse?

–Hay plantas que son apetitosas para que los animales dispersen las semillas o para que las polinicen. Tienen colores y olores vistosos para que vengan los insectos, los murciélagos y los colibríes o para que vengan los zorros o los loros, que se coman la fruta y luego la defequen en la distancia.

–Es fascinante.

–En gran medida las plantas son escaparates. En un caso se exponen pero no quieren que se las coman y producen químicos para defenderse. En otros casos, lo hacen para atraer a los que se comen parte de ellas para reproducirse.

–¿No se ven cada vez menos insectos aplastados en los parabrisas?

–El cambio es muy llamativo. El número de insectos ha caído a una quinta parte. A mí me daba pena que los escarabajos y las mariposas se chocaran con el parabrisas y ahora confieso que a veces, no digo que me guste que se estrellen, pero me digo con alivio... todavía se chocan los insectos.

–Una vez comparó Doñana con el Museo del Prado. ¿Qué quiso decir?

–Eso lo escribí en 1980. ¿Para qué sirve Doñana?, me preguntaban. Para nada, respondía, como el Museo del Prado. Ahora no creemos en eso. Este libro que publico ahora es para desmentir justo eso. Ahora pensamos que la contribución de la naturaleza no es sólo por su aspecto cultural o por la belleza, como el Prado, también es por la economía, aunque no me guste del todo ese enfoque.

–¿Es un alivio haberse desvinculado de la gestión de Doñana?

–Mantengo íntegramente la preocupación. Lo que ha cambiado es que ya no estoy en la primera línea y, por eso, no me mantiene despierto por las noches tanto como antes.

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