Pilar Cernuda
¿Llegará Sánchez al final de la legislatura?
Recuerdan el anuncio del "tres en uno", aquel spray lubricante que supuestamente arreglaba toda avería? Con ese lema pretende Alberto Núñez Feijóo reparar la descomposición de la derecha española que lleva algunos años fuera del poder, pero que ahora anuncia su vuelta triunfal. Ya ha comenzado el desembarco en ayuntamientos, diputaciones y gobiernos autonómicos.
El cinco de junio de 2018, al mediodía, Mariano Rajoy, desalojado del Gobierno por una moción de censura, dimitía de la presidencia del Partido Popular y entregaba su acta de diputado. A las seis de la tarde estaba prevista la presentación en Next Educación del libro No hay ala oeste en la Moncloa, de Javier Zarzalejos. Un mes antes, el ex presidente Aznar había comprometido su presencia. Se dudaba aquel día sobre si Aznar comparecería, dada la dramática situación. Por supuesto que cumplió. Vino él y se presentaron 16 cámaras de televisión.
Como me tocó sentarme a su lado entre los oradores, disfruté del inédito placer de leer su libreta abierta donde estaban escritos a mano los titulares que iba a disparar. Aznar no improvisa. Había uno casi en clave. "De 1 a 3". Salió como un misil. "Cuando yo me fui, había una derecha en España. Ahora hay tres". Se estremeció la sala. Lo dieron todos los informativos.
Si la escena se repitiera hoy, habría que cambiar los números. Donde había tres derechas, ya hay solo dos, por defunción de Ciudadanos. Y el proyecto de Núñez Feijóo es que haya solo una. Tres en una. Probable mayoría absoluta del PP en ese caso. O casi. Pero hará falta mucho lubricante para que Vox, la segunda derecha, se difumine. Vean los primeros compases de las negociaciones en autonomías y ayuntamientos. De momento, rigidez. Falta spray.
En la izquierda del PSOE también reclaman lubricante. No es que haya una izquierda, ni dos, ni tres, sino una constelación. Es un puzle. Yolanda Díaz quiere Sumar todo, pero hay sumandos que restan. En privado les ponen nombres: Irene Montero, Echenique… Antes del batacazo electoral del 28 de mayo, las espadas estaban en alto. Ahora siguen desenvainadas, pero apuntando al suelo. Monedero, el ideólogo cofundador de Podemos, que nunca fue candidato, ha escrito en El País en un artículo determinante: Ante un Gobierno PP con Vox, ¿sirve simplemente tener razón? Ya no es tiempo de ocurrencias, ni de alertas antifascistas (…) "Las campañas a la defensiva siempre se pierden". Podría traducirse a lenguaje coloquial así: "Vale, Pablo. Tienes razón. Yolanda no te hace caso, pero no puedes pasar a la historia como el facilitador de la victoria de Feijóo, Déjalo ya". Tiene pocos días para dejarlo y, además, negocia desde la debacle. Podemos quedó con representación cero en Madrid, ayuntamiento y Comunidad. A cero diputados en Baleares y Canarias. A cero al perder 120.000 votos en Comunidad Valenciana. Injusticia electoral para el socialista Ximo Puig que subió 54.000 votos, pero Compromís bajó 100.000. Con eso y lo de Podemos, adiós gobierno progresista.
Con el adelanto electoral inesperado, Pedro Sánchez ha metido al país a consultar calendarios vacacionales; a la derecha, en el taller; a algunos de los suyos en el psicólogo y a su izquierda en la UCI. Pactos a corazón abierto o alto riesgo de defunción. Elijan. Egos desmesurados a extirpar de urgencia. Poca anestesia.
Chiringuitos ideológicos arrasados por el vendaval azul. España tiene averías electorales serias. No bastará con aplicar un lubricante
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