Preocupación en los hospitales: "Estamos eligiendo quién vive y quién muere"
Lucha contra el coronavirus
Los centros madrileños están desbordados y hay que quitar respiradores a los más mayores para salvar a los menores de 65 años
"La situación es absolutamente dramática, hay una brutalidad de pacientes por enfermera y por médico, no hay material, no hay espacio, no hay respiradores.. . a muchos pacientes los tenemos que sedar y cogerlos de la manita porque la familia no puede estar a su lado ayudándolos a morir, tenemos que liberar respiradores para la gente menor de 65 años y elegir quién muere".
Es el desgarrador testimonio de primera mano que le ha llegado a este periódico desde las entrañas desde un hospital madrileño, donde médicos, enfermeros, limpiadores y demás incombustibles efectivos pelean a tumba abierta contra el coronavirus "mientras los políticos se echan la pelota de un tejado a otro".
Lo cuenta una médico de un centro madrileño que apenas tiene tiempo para el descanso, ni físico ni mental. "Chúpate esta, átate los machos, vete a trabajar con este panorama sabiendo que vas a tener que dejar morir a mucha gente, llora en tu casa, vete a la mañana siguiente a trabajar, esto es absolutamente demencial", dice una más de ese valeroso ejército en plena batalla a los que se aplaude desde los balcones de toda España a las ocho de la tarde.
Pensaba que estaba curada de espantos hasta que se ha topado con esta terrible prueba de fuego y está sometida estos días como todos sus compañeros de fatigas a una presión ante la que o hace de tripas corazón o claudica ante el dolor y la impotencia. "Tienen que cerrar Madrid y dotarlo de material porque si no no se va a poder frenar la propagación de este bicho, aquí va a morir hasta el apuntador", lamenta. "Se está eligiendo a quién se intuba porque no hay respiradores para todos. O lo frenamos de una puñetera vez o nos vamos todos al hoyo".
La saturación de la Sanidad ha llevado a las autoridades a movilizar a 50.000 médicos y enfermeras. Y se van a incorporar residentes, retirados, licenciados sin plaza y alumnos de último curso de la carrera de Medicina.
No para, empalmando interminables jornadas de trabajo, pero lo que más le cansa son ciertos discursos. "Como les va a importar a los políticos la situación futura de los autónomos si no les importa vida del personal sanitario, cómo se van a preocupar de la economía si no se preocupan de nuestras vidas", se pregunta en tono acuoso sensiblemente afectada por el trajín diario.
Subraya que no tiene ningún afán alarmista, simplemente expositivo: "Esto es lo que hay. El barco se hunde, los hospitales están colapsados y se está eligiendo quién vive y quién muere".
Mascarillas con siete vidas
Los medios son cada día que pasa más precarios. "Una mascarilla quirúrgica -cuenta- tiene un rendimiento optimo de siete u ocho horas, pero la dirección nos ha pedido que la guardemos de un día para otro porque nos tienen que durar más". No, lo de las bolsas de basura como escudo ante el enemigo invisible como ha denunciado un hospital de Soria no es inofensiva ciencia ficción, sino parte de una realidad que está superando a la más retorcida imaginación.
Los sanitarios son el último eslabón de la cadena y si se rompe ya podemos echarnos todos a temblar. Y dentro del psicodrama colectivo, hay subtramas particularmente pavorosas. "Nos están haciendo pruebas. En mi planta hay una compañera con sus dos padres ingresados con coronavirus y hasta este viernes aún no la habían hecho la prueba porque no tiene síntomas".
Doblan turnos dale que te pego contra la ingente fatalidad y la lacerante falta de medios y suministros. Nunca se rendirán, pero saben lo que hay cuando pase este vendaval sentirán una brisa fría: "Hoy nos aclaman, pero cuando acabe esta crisis los políticos se olvidarán de los héroes y seguiremos cobrando una mierda, librando una mierda y sintiéndonos una mierda".
Ahí queda la gráfica queja, con un ruego implorante: "Que nos lleguen pronto equipos para trabajar seguros, por nosotros y por los demás".
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