Menos cuentos chinos

Dietario

Las relaciones comerciales España-China acreditan el interés del viaje de Sánchez, que además envía a su ministro de Economía a Washington en una coreografía estudiada

El presidente español, Pedro Sánchez, junto a su homólogo chino, Xi Jinping, en su reciente visita a Pekín.
El presidente español, Pedro Sánchez, junto a su homólogo chino, Xi Jinping, en su reciente visita a Pekín. / Andrés Martínez Casares / Efe

La visita de Pedro Sánchez a China ha vuelto a desatar los demonios que encierra la política nacional. El presidente del Gobierno no deja indiferente a nadie y sus arranques de osadía pueden convertirse en éxitos felices o en crisis sin sutura posible. Hay ejemplos para todo. Siempre juega al límite, con los riesgos, los triunfos y los destrozos que conlleva ir a por todas. Para el análisis político, este movimiento parece sólo puro contexto. Pero no lo es. Cuando más aprietan los aranceles y la guerra comercial entre EEUU y el resto del mundo tiene a China como rival dilecto de Trump (un 145% de aranceles que ha cosechado una reciprocidad del 125%), Sánchez se ha convertido en el primer líder político que se reúne con Xi Jinping y en su territorio. No es casual sino intencional. Pero el presidente español raramente es un verso libre. Sus rivales políticos tienden a convertirlo en el desestabilizador de las estrategias europeas, cuando suele ser, en ocasiones, un zahorí al que la UE utiliza para buscar agua en pozos a los que la política europea llega en diferido. Difícilmente iba a ir Sánchez a China sin que Bruselas estuviera en el ajo. Resulta evidente además que su viaje no rompe estrategia alguna; al revés, precede a la vista que Von der Leyen, que estaba informada del viaje del presidente español, girará a Pekín en julio para la cumbre China-UE.

Reacciones normalizadas

Las relaciones de España con China se tratan de convertir en crisis política cuando gobierna el PSOE pero en realidad existen desde 1973 y están clarificadas y naturalizadas desde 1978, tras la visita oficial de los Reyes de España. Desde entonces, los lazos son numerosos en diferentes áreas: el Foro España-China (existe hace 22 años), la Asociación Estratégica Integral, los memorandos de entendimiento en ámbitos estratégicos, el Instituto Cervantes de Pekín o las dos visitas oficiales que hizo a China Felipe González –quien se doctoró a la vez en proverbios chinos y en pragmatismo con aquel célebre "no importa si el gato es blanco o negro, lo que importa es que cace ratones"– , la gira que hizo Aznar, las tres de Rajoy, las cuatro de Zapatero, las tres que lleva Sánchez y las que hará Feijóo si llega a La Moncloa como ya hizo cuando gobernaba en Galicia.

No, no es "una entrega al comunismo", Ayuso dixit. Sobreactuar lo distorsiona todo y produce conclusiones absurdas. China es un país que tiene relaciones diplomáticas y comerciales con 180 de los 192 estados miembros de la ONU, entre ellos con EEUU, la UE, Australia, India, Japón, Reino Unido o Rusia. Es hoy el gigante que disputa el liderazgo mundial a EEUU gracias a que cuando Deng Xiaoping formuló en 1978 las políticas de reforma y la apertura exterior de la economía china comenzó a asumir fundamentos de la economía de mercado, aunque a su manera. Una especie de economía mixta en la que manda lo público aunque el 96% de las empresas son técnicamente privadas. El histórico y férreo liderazgo del Partido Comunista determina desde sus presupuestos doctrinales qué es la economía, cómo se desarrolla y cuáles son sus límites. Es lo que alguien bautizó como "capitalismo de Estado". Muy cuestionable desde Occidente, pero a los chinos les funciona de maravilla y no les impide ser socios comerciales de ningún país, básicamente porque cuando se trata del negocio o de defender los intereses nacionales no hay país que anteponga los principios relacionados con la libertad o los derechos humanos. El euro es el euro como la pela era la pela. España no va a dejar de hacer lo que le interesa porque Trump haya decidido incendiar el planeta.

China lleva ahora el balón

¿Pero es China una amenaza para el resto del orbe? En el turbulento siglo XXI en el que vivimos, la deserción de EEUU del espacio de los valores que le permitían ejercer su soft power está siendo ocupado, paradójica, maniquea e inquietantemente, por China, si nos referimos al uso de las herramientas no bélicas –comercio, inversión, cultura, diplomacia, etc.– que le permiten orientar la imagen del país respecto a la comunidad internacional. Es un objetivo no declarado de Pekín pero evidente a todas luces que sobre la base de su poder económico trata de vender las excelencias de su sistema autoritario, especialmente en países en vías de desarrollo que necesitan las inversiones y la financiación que China les puede brindar con menos "remilgos" que Occidente.

Mientras que EEUU colocaba – antes de Trump (A.T.)– en el frontispicio de la financiación y las relaciones bilaterales su doctrina democrática-liberal, China ahora financia proyectos y taimadamente abre sus puertas a estos países en vías de desarrollo sin tratar de condicionar sus políticas nacionales. La deuda global con China es ya de un billón de dólares, y es el primer o segundo socio comercial de todos los países de Latinoamérica, de donde saca fundamentalmente minerales estratégicos (Argentina, Chile y Bolivia poseen el 61% de las reservas mundiales de litio) y alimentos. Sus actuaciones en estos países, al ser una nación a salvo de escrutinio y por lo tanto sin temor a la influencia de una opinión pública china que no existe, no es precisamente ejemplar. Se le acumulan las denuncias de organizaciones civiles por abusos de derechos humanos y presuntos delitos medioambientales en 14 proyectos a lo largo de nueve países latinoamericanos.

Competidor y rival sistémico

Esa complacencia con China por determinados países se torna tensión, por ejemplo, en la relación con la UE, que ha pasado de considerarlo "un aliado estratégico" a calificarlo como "socio, competidor y rival sistémico", un cambio de paradigma con el que Bruselas pretende ser considerada por Xi Jinping como una potencia geopolítica. Pero la UE de los mercaderes es incombustible y no hay elemento que ofusque lo suficiente como para hacer peligrar las relaciones diplomáticas y, por ende, el intercambio comercial. Así, ocupa China el espacio de influencia de EEUU, al menos parcialmente; bascula hacia la multilateralidad cuando Estados Unidos apuesta por una unipolaridad trumpista; y lo hace sin prestar mucha atención a conceptos ESG (Environmental, Social and Governance). Pero actúa con menos agresividad, más inteligencia y sutileza que los Estados Unidos de Trump.

Pekín actúa teóricamente sin injerencias en las políticas internas de los países, aunque sí obliga a sus socios a romper con Taiwán. Yo han roto con Taipéi países como Panamá, Dominicana, El Salvador, Costa Rica, Honduras o Nicaragua. Centroamérica es una región sin peso determinante a escala global pero en cambio tiene importancia estratégica como istmo que conecta el océano Atlántico y el mar Caribe con el Pacífico. En general, todo el continente va a tener que elegir la salida de su laberinto: China los obliga a elegir entre su dinero o las relaciones con Taiwán y Trump les exige que elijan entre China y EEUU.

Entre elegir EEUU y China, con EEUU y China

Son datos elocuentes para responder si China es una amenaza. Y para reflexionar sobre si su poder blando y su diplomacia comercial se exhiben tras un decorado de cartón piedra que oculta una tramoya difícilmente alineable con los intereses occidentales más allá del dinero. Todo esto ocurre cuando Trump ha renunciado a liderar el mundo libre. Sólo quiere liderar el espacio que va de California a Virginia y de Texas a Dakota del Norte. Y resulta que los chinos ahora lo quieren liderar todo con su narrativa seductora y edulcorada y sus sacos de yuanes. Mala suerte: cuando más necesitamos a EEUU, menos EEUU tenemos. Cuando más importantes son los acuerdos institucionales que cimentaron el nuevo orden internacional surgido tras la Segunda Guerra Mundial con un rol decisivo de Roosvelt, más lo socava Trump. No podemos culpar a China de querer ocupar ese espacio y de haber leído mejor que nadie el siglo XXI antes de que llegara.

Abriendo espacio para Rusia y China

Posiblemente lo más dramático que ha hecho Trump es el desmontaje de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) agitando la bandera paleta del American First. La USAID ha pasado de 10.000 a 290 empleados y todos sus fondos han quedado congelados: 43.000 millones que se destinaban a gobernanza, ayuda humanitaria, salud, agricultura, educación e infraestructuras en todo el planeta. El enorme vacío que deja EEUU en el mundo lo ocuparán otros actores, especialmente China y Rusia.

Hasta aquí las referencias al "poder blando" chino. Si pasamos a la pantalla del "poder duro" (hard power) estaremos hablamos del país que posee el mayor ejército del mundo, que está generosamente dotado de armamento nuclear, que tiene una nueva Armada invencible a su servicio (350 barcos de guerra contra 296 de la Armada estadounidense y una capacidad de construcción naval 200 veces superior a la del próximo país en el escalafón), que dispone de dos millones de soldados y de un centro de inteligencia militar en construcción que será diez veces más grande y sofisticado que el Pentágono.

China parece hoy más inofensivo que EEUU, pero no es exactamente así. Su agenda está afilada y sus aliados no son los nuestros: Corea del Norte, Rusia, Paquistán e Irán. El daño que infiere hoy a la comunidad internacional es menor que el que ocasiona Trump pero no nos queda otra que seguir esperando que EEUU vuelva a ser un país clave en la centralidad global. Aunque Trump dejará destrozos irreversibles para su propio país: ya no será posible volver a renunciar a la autonomía europea en los ámbitos estratégicos ni dejar de profundizar en las relaciones con China. Hay que agradecerle al presidente estadounidense que nos haya abierto definitivamente los ojos a los europeos.

Coreografía monclovita

Sabiendo, por lo tanto, lo que sabemos sobre China, pero observando también cómo se comportan los nuevos EEUU, ¿qué debe hacer España? La respuesta es obvia: defender sus intereses. Y sus intereses no pasan hoy sólo por no enfadar al imprevisible Trump, que además no necesita que nadie lo enfade para tratarnos como a enemigos y pedir que le besemos el culo (sic). No se trata de provocar problemas innecesarios con Washington pero tampoco de rendirle pleitesía ni actuar con el miedo que sugiere Feijóo: "Esperemos que la administración norteamericana no considere este viaje como una provocación".

La entrevista del ministro de Economía, Carlos Cuerpo, en Washington con Scott Bessent, el secretario del Tesoro, tras la visita de Sánchez a Pekín, se cerró con un comunicado frío por parte americana. Eludieron evidenciar cualquier gesto amistoso y pidieron más gasto en defensa y el fin de la tasa Google (que no es exclusiva de España), que en realidad es lo mismo que ya reclamaba la administración Biden aunque sin insultos ni amenazas. EEUU no puede exigir a España ni a país occidental alguno que rompa relaciones con China, ni lo va a hacer: debería empezar por su propia ruptura. Lo que puede hacer el equipo de Trump es enviar comunicados como témpanos de hielo, privilegiarnos con su altanería y responder con mucho gesto descompuesto cuando un país, en defensa de sus intereses, haga algo que al emperador no le gusta. Es, en suma, la demostración de que Washington ya no es un aliado de la UE. Pese a todo, el movimiento coreográfico de Sánchez a China y su ministro de Economía a EEUU ha estado bien pensado: ha enviado un mensaje de solidez institucional e independencia política, elimina las sospechas de un deseo de ruptura y desmonta argumentos falaces.

Nos conviene ir a China

No hacer lo que nos interesa como país sería una forma de alinearse con el disparate trumpista. Nos conviene que el presidente vaya a China porque el comercio bilateral de bienes entre España y aquel país alcanza ya los 60.000 millones de euros (muy desfavorablemente a nosotros en lo que a la balanza comercial se refiere); nos interesa porque China es el primer mercado en Asia de las empresas españolas y el decimoprimero en todo el mundo (14.500 empresas españolas venden algo en China). Se va a China porque les vendemos plástico, química, cobre, productos farmacéuticos, aceite de oliva, productos de baja intensidad tecnológica y sobre todo porcino, un sector que movió allí 571 millones de euros en 2024. En este viaje se ha desbloqueado la prohibición china para importar otro subproducto del cerdo (el estómago del animal) y se ha abierto un nuevo protocolo alimentario (ya hay diez vigentes) para la exportación de cereza española. Hay que ir a China porque es un país que ha invertido 10.800 millones de euros en España, porque allí operan ya 600 empresas españolas, entre ellas algunas de las de referencia. Es, en definitiva, de nuestro interés porque pese a cierta ralentización, el PIB chino va a crecer un 5,4% este año y hay un mercado enorme de clases emergentes que van acomodándose y demandando bienes y servicios que puede vender España. Y los puede vender España porque cualquier otro país lo haría. En el inexistente juego de florete de anteponer valores a intereses estamos todos empatados.

BREVERÍAS

Exigencias para las universidades privadas

El Consejo de Ministros ya ha dado forma al borrador del paquete de reforma de la normativa que se aplicará para la apertura de universidades privadas a través de un real decreto. Tendrán que tener un mínimo de 4.500 estudiantes matriculados en cinco años, 10 títulos oficiales de grado, seis de Máster y tres programas de doctorado en tres áreas diferentes de conocimiento. Se les exigirán recursos económicos acreditados, actividades académicas programadas, programas de movilidad, alojamiento para el 10% de los estudiantes, deberán garantizar que el profesorado funcionario sea mayoritario y el temporal no podrá superar el 8% de la plantilla. Se les obligará a destinar un porcentaje de la inversión a actividades investigadoras. Deberán explicar en una memoria acreditativa el equipamiento y las infraestructuras de que disponen. En el caso de las universidades virtuales deberán especificar cómo se impartirá cada título, los créditos, las horas y aportar en la memoria los detalles de la plataforma tecnológica que utilizarán. Sobre el papel, una universidad que cumpla con estos requisitos se parecerá mucho a una universidad competente y poco o nada a un chiringuito. Por si acaso, mejor no preguntar cuántas de las privadas que ya existen cumplirían con estas exigencias.

Varas de medir

¿Cuál es el sistema de medición objetiva por el que el PP exige la dimisión del presidente del Principado de Asturias, el socialista Adrián Barbón, tras la muerte de cinco mineros en una explotación, pero defiende la continuidad de Carlos Mazón en Valencia tras la muerte de 227 personas a consecuencia de la dana y de la gestión negligente del gobierno autonómico, como ya sugiere la juez? En la mina de Cerredo, en el concejo asturiano de Degaña, cinco mineros perdieron la vida por una explosión provocada por el grisú. Trabajaban para la empresa Blue Solving, que según las primeras investigaciones podría estar extrayendo carbón del tercer piso de la mina sin autorización para ello. Ya ha dimitido la consejera de Transición Ecológica. El PP pide la cabeza de Barbón. Igual tendría que dimitir, son cinco muertos y está por ver si existe negligencia de la administración asturiana. Es un asunto gravísimo. Volvamos a la pregunta: ¿y cuál es el criterio por el cual Mazón no debe dimitir?

Más madres de 40 que de 25 años en España

La estadística es una excelente aliada para entender los cambios profundos que se producen en nuestra sociedad: en la última década hay más mujeres que son madres a los 40 que a los 25 años. El dato se ha incrementado en un 20%, el doble que en el resto de la UE. El 10,4% de las madres de los niños nacidos en 2024 tenía más de 40 años, frente al 9,6% de madres con menos de 25 años. Los expertos explican que lo que llaman "retraso generacional de la fecundidad" se debe a razones culturales y relacionados con el estilo de vida en la salida de la juventud. Evolucionan hacia causas puramente económicas cuando entran en la década de los 30. Y ya en los 40 entran en juego los factores biológicos. La ciencia llama “embarazo geriátrico” al que se produce pasados los 35, cuando desciende la capacidad reproductiva de la mujer y se incrementan los riesgos. Las condiciones laborales inestables, el encarecimiento del coste de la vida, las dificultades de acceso a una vivienda sumadas a las dificultades para conciliar o la rotación de parejas son otros factores que se citan. En una encuesta del Instituto Nacional de Estadística algunas mujeres apuntan la maternidad a partir de los 40 como una ventaja por la madurez, la estabilidad sentimental y económica. Para otras, en cambio, no es opcional: las dificultades socioeconómicas lo impiden. Ese es el debate: la maternidad como opción o como privilegio.

El derecho de asilo en la UE, más duro

La UE ha incrementado en una veintena la lista de países declarados seguros. Significa que sus ciudadanos no podrán acogerse al derecho de asilo para entrar en territorio comunitario porque se da por hecho que en sus países se respetan los derechos humanos y las libertades. Los argumentos de petición de asilo van desde la guerra, los motivos políticos, religiosos o cualquier persecución que atente contra los derechos humanos. Hasta un millón de personas procedentes de esos países pidieron asilo el año pasado. Entre los nuevos figura Marruecos, pero también Túnez, India, Kosovo o Turquía, entre otros candidatos a incorporarse a la UE. Bruselas defiende que la medida combatirá el colapso en la atención de las peticiones (la de los ciudadanos procedentes de estos países suponen el 26% del total), que ahora deberán ser tramitadas en un máximo de 90 días. En el caso de Turquía, con la detención del alcalde de Estambul y candidato a la presidencia, Ekrem Imamoglu, hay motivos sobrados para dudar de la rectitud institucional del país, que ve así cómo merman sus posibilidades de entrar en la UE. España, que no tiene registro propio, tendrá que validar la lista europea. Se interpreta este paso como un triunfo de Meloni, que ya había tratado de limitar el ingreso de ciudadanos de esos países en un centro de Albania pero la justicia italiana se lo impidió. En 2024 el primer grupo demandante de asilo en países de la UE fueron los venezolanos (8.325), que superaron por primera vez a los sirios. En España se recibieron 167.000 demandas de asilo en 2024, récord histórico, Los procedentes de Latinoamérica y del norte de África son el primer grupo.

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