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La mujer más poderosa de Europa. Así se ha definido a Ursula von der Leyen, la primera mujer en presidir la Comisión Europea y ahora candidata a volver a hacerlo.
La alemana Ursula Gertrud Albrecht (1958) nació y pasó sus primeros años en Bruselas, donde estudió en la Escuela Europea, institución a la que asisten muchos hijos de funcionarios comunitarios en la capital belga. Aunque comenzó Económicas en Londres, abandonó esos estudios para hacer Medicina en Hannover. Allí conoció a su marido y padre de sus siete hijos, Heiko von der Leyen, un noble con ideas progresistas afiliado al Partido Socialdemócrata (SPD).
Pese a la influencia familiar -su padre, Ernst Albercht, fue ministro-presidente de Baja Sajonia- no fue hasta 2003 cuando se lanzó a la política con la conservadora Unión Cristiano Demócrata (CDU), donde encarna una tendencia progresista. En el primer intento, fue elegida diputada para el Parlamento del Land de Baja Sajonia y nombrada ministra de Asuntos Sociales y Salud. La entonces canciller federal, Angela Merkel (2005-2021), no tardó en nombrarla ministra federal de Familia. En Berlín, Von der Leyen luchó por el derecho de todos los niños a una plaza en una guardería y la compatibilidad de la vida laboral y familiar. Después, ya como ministra federal de Trabajo, impulsó la cuota de mujeres en los consejo de supervisión de las empresas en Alemania.
Pero su cargo más difícil en la política alemana llegó en 2013, cuando fue designada ministra de Defensa. De hecho, durante mucho tiempo fue considerada como favorita para suceder a Merkel. No obstante, varias polémicas estuvieron a punto de arruinar su carrera política: primero la acusación, luego desmentida por su universidad, de que había plagiado su tesis doctoral, y más tarde unas presuntas irregularidades en la contratación de asesores externos en Defensa.
A diferencia de ahora, en 2019, Von der Leyen no se presentó como candidata principal de su familia política, el Partido Popular Europeo, para suceder a Jean Claude Juncker al frente de la Comisión Europea, sino que fue propuesta por el presidente francés, Emmanuel Macron, que vio en ella una política conservadora con opiniones moderadas y flexibles. Su nominación incluso generó tensiones la Gran coalición gobernante entonces en Berlín, pues el también conservador alemán Manfred Weber aspiraba al cargo.
Desde esa ajustada votación, Von der Leyen apenas ha tenido días tranquilos. Apenas tres meses después de convertirse en la primera mujer presidenta de la Comisión Europea, su Ejecutivo se enfrentó a una pandemia mundial que mató a millones de personas, paralizó la economía y dejó a los Gobiernos ricos luchando por conseguir suministros médicos básicos.
Esta prueba convirtió a la presidenta, sonrisa radiante y apariencia delicada, en una auténtica gestora de crisis. Una complicada tarea a la que se añadió, desde 2022, la de guiar al bloque tras la invasión rusa de Ucrania. Los legisladores aplaudieron su "liderazgo decisivo", que llevó a una serie de sanciones sin precedentes contra el Kremlin, así como planes para acabar con los combustibles fósiles importados y la apertura de conversaciones de adhesión con Kiev. Su perfil internacional salió reforzado y le valieron el título de La mujer más poderosa en 2022 y 2023 por la revista Forbes.
Durante su legislatura, el Ejecutivo europeo ha diseñado políticas favorables a la derecha, como una amplia reforma para acelerar los procedimientos de asilo, acuerdos con países vecinos para frenar la inmigración irregular, planes para impulsar la industria de defensa y medidas para hacer frente a los cambios demográficos. No obstante, la Comisión de Von der Leyen también encabezado iniciativas muy bien acogidas por la izquierda, como un plan de 100.000 millones de euros para mantener el empleo durante la pandemia, nuevas normas para mejorar las condiciones de los trabajadores de plataformas, estándares para garantizar salarios mínimos adecuados, la primera estrategia LGBTIQ de la historia y, sobre todo, el Pacto Verde europeo, un amplio conjunto de políticas encaminadas a conseguir que el bloque sea neutro en materia climática para 2050.
Es más, sus políticas ecológicas han sido criticadas en los últimos meses por su propia familia conservadora, que pretende frenar el Pacto Verde para aliviar lo que califican de una carga burocrática "excesiva" para la industria y la agricultura, una postura reforzada por las protestas de los agricultores que estallaron en enero en varios países europeos y que obligaron a Von der Leyen a cambiar de tono.
En temas sociales, Von der Leyen cree que la Comisión debería "tomar la iniciativa en la lucha contra el cáncer", como insistió al recordar "la enorme impotencia de mis padres" ante el cáncer que acabó con la vida de su hermana pequeña a los 11 años.
Y es que algunas de las medidas adoptadas por Von der Leyen, de liderazgo decidido, han contribuido a difuminar su línea política en una institución que, según los tratados, es independiente y está destinada a promover el interés general del bloque. Cuestiones que la política alemana enmarcó como "retos europeos" que requieren "soluciones europeas", una expresión que ha empleado a menudo para defender sus intervenciones políticas y mantenerse al margen de la contienda. Esta condición, junto a su predilección por la centralización y su carácter distante, le han valido el apodo de Reina Ursula en Bruselas.
De ahí proceden las principales críticas a su mandato, de ese cambio de posiciones ideológicas, según sus detractores, de forma oportunista y a su tendencia a impulsar el ciclo legislativo sin consultar más allá de su estrecho círculo de asesores. Así, cabe recordar un incidente personal: semanas después de la muerte, en 2022, de su poni tras ser atacado por su lobo en su finca de Baja Sajonia, ordenó a los técnicos comunitarios que reevaluaran el riesgo que supone este animal para los entornos rurales y la protección de la que goza. Pese a la sucesión de los hechos, desde Bruselas siempre se ha negado que tuvieran vinculación.
Ahora, en un contexto de gran polarización política, Von der Leyen quiere una segunda oportunidad en el cargo más alto de la UE y para ello cuenta con el respaldo de los líderes europeos, salvo el húngaro Viktor Orban, quien ha sido sometido a un intenso escrutinio por parte de la Comisión por violaciones del Estado de derecho, que podría oponerse. Pero las proyecciones se han confirmado y el PPE se ha impuesto como el vencedor en estas elecciones europeas, lo que aumenta sus posibilidades para continuar su reinado.
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