El Cid abre la Puerta de Feria y Ponce cuaja una gran faena
El valenciano pierde las dos orejas tras fallar con la espada. Morante deja detalles de su toreo artista en su lote. La corrida de Alcurrucén resulta mansa y descastada, pero con algún toro que se deja en la muleta
La corrida de ayer estuvo marcada por la salida a hombros de Manuel Jesús El Cid, en una tarde importante, por la gran faena de Ponce al cuarto del encierro y la esencia de Morante en dos trasteos que rebosaron detalles artísticos. El encierro de Alcurrucén resultó manso, con algún toro que rompió en la muleta, pero en líneas generales con complicaciones y con mucho que torear.
El Cid sorteó con un lote manejable. En su primero, un toro que manseó de salida, llegó a la muleta con calidad, pero le faltó transmisión, aunque el toro fue a más. El sevillano lo cuajó de forma magistral por el derecho, después de que el toro humillara y cambiara a mitad del trasteo. Series con temple e intensidad y aguantando alguna que otra mirada del toro. Y de nuevo El Cid y su mano izquierda. Pero fue de nuevo con la mano derecha donde llegaron dos series , bajando la mano, con muletazos templados y con empaque. El final de la faena llegó con naturales a pies juntos de frente. Una gran estocada rubricó su gran obra. Paseó un trofeo, con petición de la segunda, que no fue mayoritaria.
El sexto fue un toro de bonitas hechuras, que al igual que el resto de la corrida manseó de salida y en el caballo. Pero fue El Boni, con una excelente brega, el que le mostró cómo era el toro y el gran pitón derecho que tenía. El de Salteras se puso a torear desde el primer momento. El animal tenía mucho que torear. El de Alcurrucén tenía una virtud, que se desplazaba y obedecía cuando le ponía la muleta por delante. Desde la primera serie El Cid entendió al toro. Volvió a imponer su toreo en las series por el derecho, con muletazos sensacionales.
El valenciano Enrique Ponce perdió por la espada las dos orejas del cuarto de la tarde. El de Chiva realizó un trasteo largo, que fue de menos a más, ante un toro que tendía a colarse por el pitón derecho. Ponce comenzó a hacer el toro con las primeras series. Limó los defectos del animal, que al final terminó entregado. A partir de ahí llegaron los mejores pasajes de la faena, con muletazos de mano baja y con temple
Las series por el derecho tuvieron muletazos de mano baja con la elegancia al estilo Ponce. Se pasó de faena cuando mejor toreaba. Le sonó un aviso. El fallo con la espada le privó de la puerta grande.
Antes en su primero, un toro sin clase y que no humillaba, llegó uno de los sustos de la tarde. El toro levantó las tablas del burladero de matadores y le pegó un gañafón al banderillero Antonio Tejero desde dentro del burladero. Ya es hora de que la autoridad ponga remedio en las tablas de estos burladeros. El jueves fueron cuatro los Victorinos que las hicieron saltar por los aires. Ponce firmó una labor basada en el tiempo y en las distancias. Faena con series a media altura y sin rematar, ya que el de Alcurrucén tampoco humillaba.
Pero la esencia de la tarde la puso Morante de la Puebla en los detalles de su primer toro. Dejó que le pegaran mucho en el caballo. Le sobró un puyazo. La faena de muleta tuvo pasajes del toreo barroco del de la Puebla. Derrochó ganas y voluntad como pocas veces. Se le notó en el gesto, en la forma de estar delante del toro. Encajado, enfibrado por momentos, queriendo mucho. Faena de bellísimos detalles. Desde los muletazos por bajo del comienzo hasta algunos remates y molinetes finales. Todo acompasado con la cintura y el cuerpo
Su segundo manseó, como el resto del encierro. Fue un toro con complicaciones. Al igual que su primero, Morante comenzó por bajo, con gusto, pero pronto el de Alcurrucén desarrolló genio. No fue un buen toro y Morante abrevió.
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