El Domingo Rociero se vive con intensidad y volantes

Los ciudadanos bailan sevillanas en el centro y aprovechan la jornada para compartir unos con otros buena mesa y sobre todo buen vino

Estrella Blanco / La Línea

19 de julio 2010 - 06:40

El Domingo Rociero arrancó ayer con la tradicional misa que se celebró en la plaza de la Iglesia con gran afluencia de público y es que los linenses acudieron a rendir sus respetos a la Inmaculada Concepción, patrona de este municipio, a la que pidieron tener una gran Velada y Fiestas 2010.

El padre Juan Valenzuela presidió una eucaristía que contó con la participación, como también es ya habitual, del coro de la Hermandad del Rocío de La Línea. Al finalizar la celebración, el párroco pidió a los asistentes que se tomen el Domingo Rociero "con calma" y es que es uno de los días grandes del año, una jornada muy esperada pero también muy larga y más vale ser precavidos y tomarse las copas de vino con tranquilidad.

Al acabar la misa, varios linenses decidieron dejar sus ramos de flores, no a los pies de la Virgen, sino en las rejas del atrio de la iglesia en señal de respeto y devoción.

Los matrimonios y familias linenses y también los que decidieron visitar la ciudad en un día tan especial tomaron la plaza de la Iglesia, la calle del Padre Junco, Real, Padre Cantizano y el paseo Fariñas, como en años anteriores, aunque este año más jóvenes decidieron también instalarse en este último lugar.

Los trajes de flamenca fueron protagonistas y es que la mejor manera de vivir el Domingo Rociero es sin duda con el vestido de gitana. Algunos hombres también se atrevieron y se vistieron de corto pero fueron los menos.

La tortilla, la paella y el vino fino, sin que faltara el rebujito, corrieron por esta zona del municipio. Los linenses saben disfrutar del Domingo Rociero y una de las mejores formas de hacerlo es en torno a la mesa porque compartir la comida y la bebida es el verdadero origen de esta fiesta, a la que cada año se suma más gente de fuera de La Línea. Por eso, en un día como el de ayer había que reunirse en torno a un plato de jamón o de pata o de lo que fuera para decir adiós a las penas, al menos durante una semana, y reírse con los amigos porque de eso se trata en la Feria.

Toda una jornada de fiesta y diversión en la que los ciudadanos disfrutaron al compás de las sevillanas, donde las mujeres se lucieron con sus trajes de gitana y todo un municipio brindó al unísono con una copa de vino.

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