La CE y Reino Unido retoman la negociación sobre Gibraltar en un nuevo intento por cerrar el Brexit
En busca del tratado
La 13ª ronda se celebrará el 24 y el 25 de abril en Londres en un ambiente diferente tras el acuerdo de Irlanda
Los británicos viven la enésima tormenta política tras la dimisión de Dominic Raab y las acusaciones al embajador en España
Exteriores afirma que las medidas provisionales en vigor no pueden mantenerse de forma indefinida
Hugh Elliott incumplió el mandato británico sobre Gibraltar al aprobar presencia española en el Peñón, según 'The Telegraph'
Una vez que han alcanzado un acuerdo sobre el estatus de Irlanda del Norte, los equipos negociadores de la Comisión Europea (CE) y Reino Unido volverán a sentarse este lunes para intentar dar una solución definitiva al único obstáculo que les queda para cerrar el Brexit: Gibraltar.
La cita será en Londres hasta el martes y el objetivo de ambas partes es comprobar si es posible avanzar en los puntos que mantienen desde hace meses atascado el tratado con el que pretenden regular las relaciones del Peñón con la Unión Europea, especialmente con el Campo de Gibraltar, después de la retirada británica del club comunitario.
"Ese es el objetivo. Ver dónde estamos y si se ha avanzado o puede avanzarse en los temas que estaban enquistados o no. El ministro ya ha declarado reiteradamente q las medidas provisionales en vigor no pueden mantenerse indefinidamente", explican fuentes diplomáticas españolas.
La negociación sobre el Peñón regresa en medio de la enésima tormenta política en Londres, esta vez, relacionada directamente con Gibraltar. El pasado viernes, el ex secretario británico para el Brexit, Dominic Raab, que ocupó durante dos años la cartera de Exteriores, dimitió como número dos del Gobierno. Tras hacerlo reconoció las tensiones internas durante las conversaciones en relación a Gibraltar y aseguró que uno de los principales negociadores de Reino Unido llegó a "poner en peligro la soberanía" británica sobre el Peñón. Según publicó el diario The Telegraph la persona que incumplió el mandato de su país fue el embajador de Reino Unido en España, Hugh Elliott, quien aceptó en el transcurso de ese diálogo que las autoridades policiales españolas tuvieran presencia permanente en el Peñón si la Verja desaparecía. Por este motivo, el ya exsecretario de Asuntos Exteriores, Dominic Raab, le habría relevado en la comisión negociadora y sustituido por su antecesor como embajador, Simon Manley.
La que se llevará a cabo la próxima semana será la 13ª ronda formal de negociaciones (la primera fue en octubre de 2021), pero esta llega en un escenario muy distinto. Lo es porque el pasado mes de febrero, los negociadores que ahora tienen que verse para Gibraltar alcanzaron el llamado Acuerdo de Windsor, que no es más que el controvertido Protocolo de Irlanda del Norte, pero renegociado.
La propia CE habló de "un gran paso hacia delante para las relaciones diplomáticas entre Bruselas y Londres" que debería, al menos, no entorpecer las conversaciones sobre el Peñón como había hecho hasta ahora. "Está claro que las relaciones entre el Reino Unido y la UE han mejorado considerablemente tras la conclusión del acuerdo marco de Windsor y este nuevo espíritu puede repercutir positivamente en las negociaciones sobre Gibraltar", dijo el viceministro principal gibraltareño, Joseph García, cuando asistió a finales de marzo a asistir a una serie de reuniones en el Parlamento Europeo y a un encuentro del Grupo de Contacto con el Reino Unido del Comité Europeo de las Regiones. García esbozó el marco acordado en la Nochevieja de 2020 para un acuerdo de movilidad que permitiría la circulación fluida de personas a través de la frontera mediante el traslado de los controles Schengen desde allí hasta el puerto y el aeropuerto. También expresó su esperanza de que sea posible concluir pronto un tratado que redunde en beneficio de todos los ciudadanos de la zona.
Los equipos del Reino Unido y la UE se reunieron formalmente por última vez en enero, aunque las discusiones han continuado entre las rondas oficiales para intentar avanzar en un acuerdo. En aquel momento se lanzaron mensajes optimistas por partes de los responsables de Exteriores de España y Reino Unido. "Estamos muy cerca de un acuerdo", dijo el jefe de la diplomacia española, José Manuel Albares, mientras que el ministro principal de la Roca, Fabián Picardo, afirmó que los negociadores estaban "al borde" de cerrar por fin un tratado.
Desde entonces, poco o nada ha cambiado, al menos que haya trascendido en una negociación que ambas partes llevan con absoluta discreción. A fines de marzo, después de una reunión con el ministro principal, el ministro de Relaciones Exteriores del Reino Unido, James Cleverly, insistió que un acuerdo podría “desencadenar el crecimiento económico” en ambos lados de la frontera. “El compromiso del Reino Unido con Gibraltar sigue siendo tan fuerte como siempre”, apostilló. “Seguimos trabajando codo con codo para concluir un tratado con la UE lo antes posible. A lo largo de las negociaciones hemos presentado propuestas que mantienen el cuidadoso equilibrio del marco político de diciembre de 2020 y podría desencadenar en un crecimiento económico para todos en la región”.
Albares y Cleverly volvieron a hablar sobre Gibraltar durante una reunión de la OTAN en Bruselas a principios de este mes. “Mi colega @JamesCleverly y yo hablamos hoy sobre las relaciones España-Reino Unido”, escribió Albares en Twitter después de la reunión del 5 de abril. “Hemos reiterado nuestra voluntad común de llegar a un acuerdo sobre Gibraltar que beneficie a Gibraltar-Campo de Gibraltar”. Cleverly respondió al tuit y dijo: “Un placer como siempre verte. Reino Unido se compromete a concluir un acuerdo entre el Reino Unido y la UE que cumpla con Gibraltar y la región”.
A pesar de estos mensajes de optimismo, la falta de detalles públicos sobre el progreso de las conversaciones y la ausencia de anuncios concretos sobre los aspectos más controvertidos sigue generando incertidumbre en la zona. Según publica Gibraltar Chronicle, George Dyke, presidente del Cross-Frontier Group, instó a los negociadores a centrarse en las comunidades de ambos lados de la frontera cuyos medios de subsistencia dependen de la fluidez de la frontera y las buenas relaciones transfronterizas. “Estamos muy decepcionados con el hecho de que, a pesar de las muchas garantías que hemos tenido en los últimos dos años, todavía no hemos visto la luz al final del túnel”, dijo. “Hay personas y empresas a ambos lados de la frontera que necesitan estabilidad y certeza en el futuro”. “El estrés y la ansiedad de tanta incertidumbre está afectando no solo a las empresas sino al bienestar de las personas”, concluyó.
A finales del año pasado, Albares anunció a las principales autoridades locales y autonómicas con competencias en el Campo de Gibraltar que España y la Comisión Europea habían remitido a Reino Unido una propuesta para hacer de ese espacio una zona de prosperidad compartida.
La propuesta española contempla la protección y mejora de los derechos de los trabajadores y de los beneficiarios de prestaciones sociales en Gibraltar.
En cuanto a las cuestiones aduaneras, se propone garantizar la libertad de movimiento de bienes entre la UE y Gibraltar, sin que ello incremente los riesgos para el mercado interior de la UE, muy en particular, para los operadores económicos de la zona en materia de competencia desleal o de tráficos ilícitos, como, por ejemplo, de tabaco. Al igual que en materia de personas, ello exigirá que España, en nombre de la UE, ejerza funciones de control y protección del mercado interior, al desaparecer los controles aduaneros entre España y Gibraltar. Se preservan, además, las condiciones de competencia justa y leal, con el fin de que los operadores económicos en Gibraltar compitan en condiciones similares a las del resto de operadores económicos de la UE y, muy en particular, de la zona del Campo de Gibraltar.
El texto que a Reino Unido no convenció del todo también contempla disposiciones para luchar contra el blanqueo de capitales; para garantizar elevados estándares de protección medioambiental y de protección en materia de seguridad nuclear, con el fin de que se establezcan las máximas garantías frente a potenciales daños medioambientales que afectan a toda la zona, así como de evitar una competencia económica desleal y un mecanismo financiero para programas de formación y empleo en la zona.
El divorcio al que los gibraltareños se vieron abocados en contra de su voluntad expresada en las urnas el 23 de junio de 2016 -en Gibraltar, el no al Brexit se impuso por un 95,91% (19.322 votos) frente a un exiguo 4,09% (823 votos) favorable a la salida- generó, para empezar, un periodo transitorio de 11 meses que culminó el 31 de diciembre de 2020. Durante ese periodo el Derecho de la Unión siguió aplicándose en y al Reino Unido, con determinadas excepciones, para dar tiempo para prepararse a los ciudadanos, a los actores económicos y a las administraciones, "así como proporcionar un marco de estabilidad para la negociación de un acuerdo sobre la relación futura entre la Unión Europea y el Reino Unido". En ese tiempo, como ahora, el Brexit apenas tuvo consecuencias en Gibraltar y la comarca, al menos que pudieran sentirse por los ciudadanos. Sobre todo después de que el Gobierno de España estableciera medidas transitorias para que no se alterara nada entre tanto se alcanzaba un acuerdo sobre la relación futura de Gibraltar con la UE, que está todavía pendiente de cerrarse. El lunes, nuevo intento.
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