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La Ciudad de las Coronas, una solución al 'Brexit'

El catedrático Alejandro del Valle Gálvez propone una fórmula aún inexplorada que permitiría a Gibraltar seguir en la UE con su nivel de autogobierno y satisfaría a España y a Reino Unido

Las banderas de España, Gibraltar, Reino Unido y la Unión Europea, en la zona de la Verja.
Quino López Gibraltar

29 de octubre 2016 - 01:00

¿Y si la solución no fuera la cosoberanía, sino la soberanía común? Esto es lo que plantea el profesor Alejandro del Valle Gálvez, catedrático de Derecho Internacional (Cátedra Jean Monnet Inmigración y Fronteras de Derecho de la Unión Europea de la Universidad de Cádiz) en un extenso artículo publicado por el Real Instituto Elcano, en el que plantea otra posible vía de solución del problema generado ante el Brexit, como se denomina la salida de Reino Unido -y por tanto de Gibraltar- de la UE.

Lo que plantea Del Valle Galvez en el artículo titulado Gibraltar, año cero: Brexit, cosoberanía y nuevas oportunidades de España es que "el momento histórico puede ser incluso propicio para avanzar nuevas fórmulas imaginativas, con iniciativas como la de una soberanía en común en la Ciudad de las Coronas Británica y Española. Esta fórmula simbólica reintegraría la soberanía y nación española a Gibraltar, además de la incorporación a la UE como parte del Reino de España, permitiendo el mantenimiento de su organización y competencias actuales".

La idea parte de la certeza de que el referéndum del pasado 23 de junio por el que el pueblo británico decidió abandonar la Unión Europea, arrastrando en su salida al de Gibraltar, modificará el panorama jurídico internacional y europeo con nuevas reglas que derivan en un momento histórico para que España redefina su relación con Gibraltar.

Entiende el catedrático que "la búsqueda de soluciones que salven la aplicación a Gibraltar del Mercado Único europeo son en la práctica inviables en el escenario internacional, ya que Gibraltar no forma parte del Estado británico; y su único estatuto de Derecho internacional es el de un territorio por descolonizar, en un proceso supervisado por Naciones Unidas". También sostiene el autor del informe que "la fórmula cosoberana está en principio desacreditada o cuestionada tras el referendo gibraltareño de 2002. A diferencia de la negociación de 2001-2002, el Reino Unido está ahora -al menos desde 2007- en un momento diferente en el que no entrará ni avanzará en ninguna dirección sobre soberanía sin el acuerdo previo gibraltareño. Esta es la razón por la que el formato negociador bilateral de Bruselas no ofrece perspectivas de avance y, en cualquier caso, Gibraltar probablemente boicoteará cualquier fórmula cosoberana".

La propuesta del Ministerio de Exteriores español (la cosoberanía) tiene un contenido similar al de otras épocas. En época democrática fue apuntada o presentada formalmente por los ministros Morán (condominio temporal, 1985) y Matutes (1998), e incluso avanzada por los propios gibraltareños en los años 70 como una posible solución (nominal co-sovereignty), y luego en 2010 por el ministro principal Caruana con el referente del modelo Andorra. Además, fue negociada expresamente en el período 2001-2002 por los Gobiernos Blair y Aznar, "sin duda la experiencia más avanzada de negociación hacia una solución hispano-británica definitiva al diferendo". Esto propicia que Del Valle Gálvez entienda que " la experiencia entonces indica que las líneas rojas son salvables, lo que implica la viabilidad de renuncias de posiciones históricas".

"Hay que partir de los intereses esenciales de las partes interesadas: para España, la recuperación de alguna forma de la soberanía sobre la ciudad perdida del Reino; para el Reino Unido, el mantenimiento de sus bases militares y de inteligencia; y, en fin, para Gibraltar, ser consultado y poder decidir su futuro respetando su identidad específica", argumenta. Esto abre la puerta a "la voluntad real de ceder con objeto de alcanzar una solución imaginativa y enriquecedora para todos, en particular para el Campo de Gibraltar, con cuyos intereses deben progresivamente identificarse los intereses generales de España".

La idea de la Ciudad de las Coronas Británica y Española parte de que "la ONU nunca ha afirmado categóricamente que, expressis verbis, Gibraltar deba reintegrarse en el territorio español", por lo tanto, "la restitución a la soberanía española no implica forzosamente la incorporación de Gibraltar a la estructura territorial autonómica o provincial española".

"Un acuerdo o Tratado de soberanía en común que incorpore la Ciudad de Gibraltar como Ciudad de la Corona a la soberanía española -continúa el experto- no obligaría a su adaptación a la estructura provincial o autonómica. De hecho, el Reino de España cuenta con territorios que no están integrados en la organización provincial y de Comunidades y Ciudades Autónomas (Islas Chafarinas, Peñón e Islas de Alhucemas, y Peñón de Vélez)".

La restitución de Gibraltar mediante tratado de soberanía a España por vía de su adscripción teórica a la Corona -que no puede poseer o administrar territorios de España- permitiría al Peñón conservar su nivel de autogobierno. Con los instrumentos del Art. 93 de la Constitución sólo haría falta un Tratado internacional, una mínima reforma Constitucional y probablemente del Estatuto de Andalucía.

"Un tratado de soberanía en común en Gibraltar mediante la fórmula de la Ciudad de las Coronas Británica y Española no contendría el acento territorial que tiene la noción de cosoberanía, desplazándolo a la cuestión del ejercicio de funciones soberanas. El Tratado incorporaría automáticamente Gibraltar al Reino de España y, por tanto, a la UE, respetando la actual organización política de Gibraltar", subraya Del Valle Gálvez.

Eso sí, independientemente de la fórmula que decidiera el Reino Unido sobre la vinculación de Gibraltar a la Corona y Estado británico, este Tratado supondría la integración jurídica de Gibraltar en el Estado Reino de España, y sus ciudadanos se convertirían en parte de la nación y pueblo español, por lo que habría que reconocerles derecho a elegir un representante en las Cortes.

"Inevitablemente, un acuerdo como el propuesto, pese al carácter simple y esencialmente simbólico, conllevaría otros acuerdos complementarios sobre las bases militares (lo que implicaría el necesario control democrático en Cortes de las bases en la Bahía de Algeciras), responsabilidad en relaciones exteriores y defensa, y de cooperación transfronteriza y vinculación institucional al Campo de Gibraltar, además de un modus vivendi sobre cooperación y control en las aguas, o sobre actividades económicas y financieras que vinculando institucionalmente al Campo circunvecino potencien el desarrollo económico en la zona", concluye el informe.

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