"Franco y Hitler acordaron en Hendaya la invasión de Gibraltar con la operación Félix"
Entrevista | Alfonso Escuadra Sánchez
El historiador y escritor linense analiza en su último libro la alianza establecida en 1940 por los dos dictadores en Hendaya para la participación de España en la II Guerra Mundial
"Hubo un acuerdo y se firmó. Nada menos que un protocolo comprometiendo la entrada de España en el conflicto junto a la adhesión de España al Eje", afirma
Como historiador y escritor especializado en la II Guerra Mundial, se ha pateado decenas de archivos y pasado miles de horas investigando los detalles de un periodo crítico del S.XX en el que España, en contra de la versión difundida durante décadas, jugó un papel clave a raíz de la entrevista que Franco y Hitler mantuvieron en Hendaya en 1940. Los últimos doce años, Escuadra (La Línea de la Concepción, 1961) los ha dedicado a indagar en el plan diseñado por la Alemania nazi, con apoyo táctico español, para invadir el Peñón en la primera fase del conflicto. El resultado es Objetivo Gibraltar. Entre el plan G y la operación Félix.
-¿Cuánto tiempo le ha llevado escribir este libro?
-Trabajando directamente en el proyecto, preparando la documentación y redactando, entre doce y catorce años. No era cuestión de hacer otro libro más que entrase en abordar la participación de España en la II Guerra Mundial, sino de ir a las raíces de la controversia que persiste en la historiografía en relación a este tema. Era un planteamiento ciertamente ambicioso, pero que había que abordar en profundidad para que mereciera la pena.
-Una las novedades de su trabajo es que usted engarza los archivos militares con los diplomáticos.
-Hay un precedente, que fue el libro de Detweiler, en los años 60, que ya planteó esa manera de enfocar este estudio. Charles Burdick desarrolló la parte militar, en un libro de 1968, y ahí estaban las claves. Creo que había una forma de interpretar los hechos con excesiva ductilidad basada en el empleo casi exclusivo de la documentación de tipo político o diplomático, que había llevado a que muchas de las preguntas quedasen sin respuesta: ¿Había realmente un proyecto para la toma de Gibraltar? ¿Qué significación tenía? ¿Cuál era su importancia estratégica? ¿Qué interés tenía Alemania en que España entrase en la guerra? ¿Cuál era el interés de Franco de entrar en la guerra ¿Hubo acuerdo en Hendaya? ¿Cómo se llevaron a cabo las negociaciones? Había una serie de temas que estaban sometidos a una polémica y a un interminable enfrentamiento de posiciones. No se trataba de una cuestión de matices, sino de temas esenciales. Mi interés era abordarlos para aportar soluciones científicamente aceptables, bien documentadas y que permitiesen explicar el conjunto de ese período, de la primera fase de la II Guerra Mundial, arrojando luz sobre una de sus operaciones clave. En relación al tema de Gibraltar se tiene la impresión de que fue una cosa muy puntual, de relativa importancia, y no es así.
-Usted concluye en su libro que Gibraltar fue clave en el desarrollo de la II Guerra Mundial.
-Absolutamente clave. En palabras del jefe operaciones del alto mando estratégico de la Wehrmacht, Alfred Jodl, Gibraltar era la llave de la victoria alemana en Occidente, ni más ni menos; todo eso antes del inicio de la campaña de Rusia y de la intervención de EEUU. La ocupación de Gibraltar fue una operación de vital importancia que exigía la participación de España y todo un movimiento diplomático que marcó la política exterior del primer franquismo.
-Pero Franco también estuvo en Gibraltar antes de la Guerra Civil sondeando la posibilidad de contar con el apoyo británico al golpe de Estado.
-Mi amigo Pepe Barroso así lo plantea en su último libro.
-¿Pudo tener esa visita una conexión con que España no entrase luego en la II Guerra Mundial?
-No tiene nada que ver. Se trata de un proceso diferente. Es más, debemos recordar que cuando comienza la II Guerra Mundial, la postura que adopta España fue de neutralidad, por múltiples razones, cosa que cambió completamente tras la derrota de Francia. Definitivamente se trata de un proceso diferente que no tiene nada que ver con lo sucedido en la Guerra Civil, salvo por el hecho de que durante esta se fraguaron filias y fobias con unas potencias que apoyaron a un bando y otras que apoyaron al otro. El proyecto de invasión de Gibraltar tuvo su propio recorrido, vinculado al desarrollo de los acontecimientos en la II Guerra Mundial y, en concreto, a la declaración de guerra de Inglaterra y Francia a Alemania y a la imposibilidad de llevar a Gran Bretaña a la mesa de negociaciones en los meses que siguieron a la derrota de Francia.
-¿Qué ha descubierto usted durante esos más de diez años de investigación?
-Entre otras cosas, que el camino que lleva a la estación de Hendaya, que es una cita absolutamente esencial en la historia, condujo a un acuerdo entre Franco y Hitler. Con unas características muy claras y con unas obligaciones igualmente muy claras. Aunque eso sí, con un mecanismo de seguridad introducido a instancia española que fue absolutamente fundamental para que España finalmente no abandonase la “no beligerancia”. Ese proceso arranca en la derrota fulgurante de Francia por las tropas alemanas en pocas semanas, lo que provocó una gran conmoción, y del ofrecimiento que Franco hizo en junio de 1940 a través del general Vigón. Pasa luego por la negociación que mantiene Serrano Suñer en Berlín y culmina en la conferencia de Hendaya. Con una serie de epílogos, como el encuentro del Berghof y las gestiones que Wilhelm Canaris [jefe de la Abwehr, la oficina de inteligencia y contraespionaje del Alto Mando estratégico alemán] hizo en diciembre de 1940. Todo ello girando en torno a una operación para tomar Gibraltar -con la imprescindible colaboración de España-, asegurar el Magreb y crear un área de influencia de carácter defensivo para el conjunto del hemisferio euroafricano.
-Esa toma de Gibraltar por parte del ejército alemán pasa de forma ineludible por que sus tropas cruzasen España de norte a sur hasta llegar al Peñón. ¿Nunca se planteó una invasión de la Roca por mar?
-Se estudió una invasión por mar, pero se comprobó que era imposible porque las defensas británicas estaban orientadas hacia el mar y, esencialmente, porque el mar estaba dominado por la Royal Navy. También se estudió la posibilidad de tomarla por vía aérea utilizando paracaidistas y tropas aerotransportadas, como se había hecho en el Eben-Emael, una fortaleza belga. De hecho, se consultó a uno de los responsables de aquella operación, Rudolf Witzig, con quien me entrevisté y cuyo testimonio en relación con Gibraltar aparece recogido por vez primera en el libro. También se estudió si se podría repetir aquella operación, con los vientos del Estrecho, la orografía del Peñón, siendo también descartada… De tal suerte que quedó como única opción utilizar el viejo método del cerco artillero, pero con un asalto por tierra, para lo cual todas las piezas de artillería necesarias -que España no poseía ni de lejos- tendrían que atravesar toda la península ibérica junto con unidades de especialistas en operaciones de asalto. Esta acción se planeó como una operación hispano-alemana, cada uno con su respectivo papel. El asalto iba a tener lugar por tierra, combinado con un ataque aéreo cuyo objetivo era mantener alejadas del teatro de operaciones a las unidades de la Royal Navy.
-¿Por qué se frustró esa operación?
-Porque, gracias a ese mecanismo de seguridad del que hemos hablado en relación con el acuerdo alcanzado en Hendaya, España pudo reservarse la elección de la fecha de su ejecución, negándose a aceptar la que proponían los alemanes.
-Se ha hablado de que los aliados sobornaron a altos cargos del franquismo para que persuadieran a Franco de no entrar en la II Guerra Mundial.
-Esa teoría, además de no tener aplicación en estas fechas porque se refiere a hechos ocurridos con posterioridad, tiene los tobillos de cristal.
-Explíquese.
-Porque, además de que esos supuestos sobornos tuvieron lugar después de los meses verdaderamente claves de la operación para tomar Gibraltar, todavía están por encontrarse las cuentas donde esos supuestos sobornos se hicieron efectivos. Básicamente, está por demostrar, tal como el propio Ángel Viñas reconoce en su libro, que el dinero de los británicos realmente llegó desde los depósitos de Londres a las cuentas de los generales. Y hay una circunstancia que aconseja ser prudente: entre los fondos británicos y esas cuentas estaba el empresario Juan March.
-March fue el gran conseguidor del régimen y financiador del golpe de 1936.
-No está tan claro que Juan March llegase a estar del lado de los británicos. Puede ser, yo no lo descarto, pero está todavía por amarrarse desde un punto de vista documental. Tampoco está probado que alguno de los generales cuyos nombres han aparecido vinculados a esa operación se plantasen ante Franco o intentasen convencerle de que no entrase en la guerra y de que hiciera lo que ellos supuestamente pensaban que era lo mejor.
-¡Quizá en aquella época ya existían los maletines! No hacían falta transferencias bancarias.
-Es muy posible, pero no podemos andar con especulaciones. Las teorías hay que probarlas, en especial cuando se trata de acusaciones tan graves y de tanta trascendencia. Yo, lo único que puedo decirle es que no he encontrado nada que permita probar que la “caballería de San Jorge” -como los británicos llamaban a esta operación de los sobornos- llegase a cabalgar por alguno de los escenarios de la toma de decisiones que se dieron en España respecto a la toma de Gibraltar, en ninguno. Si alguien se ha topado con la documentación que permita probarlo, haría bien en ponerla sobre la mesa.
-En detalle, ¿qué impidió la operación de invasión de Gibraltar?
-La razón esencial de la negativa de Franco a autorizar la operación tiene que ver esencialmente con un problema de preparación y de oportunidad. Para que Franco entrase en la II Guerra Mundial debían darse varios requisitos previos. En primer lugar, que la capacidad militar española se reforzase mediante una importante ayuda. Si España hubiera entrado en guerra, con toda seguridad, se habría producido un ataque contra ella, como le había ocurrido a Italia, cuyas ciudades costeras y puertos fueron bombardeados. España necesitaba artillería y, sobre todo, aviación, aparte de una lista interminable de equipamiento militar. Esas listas de peticiones de armamento se mandaron desde España a Alemania y se debatieron en conversaciones conjuntas con los alemanes.
-Porque España estaba en ruinas entonces y no tenía apenas recursos.
-Efectivamente. Otro de los requisitos imprescindibles era garantizar el abastecimiento de la población. Había que dar de comer a los españoles. En 1940, España estaba siendo sometida por parte de los británicos a un estricto bloqueo, en una estrategia que Morales Lezcano documentó en su día como la del palo y la zanahoria. Por eso se planteó que, para entrar en la guerra, los alemanes debían aportar combustible y cereales, entre otros muchos productos necesarios para abastecer al país. Tengamos en cuenta que, aquellos meses, coincidieron con un periodo de malas cosechas en España que agudizó tremendamente este problema. Hay informes de comisionados alemanes en Sevilla en los que se describen cómo los marineros de los barcos turísticos británicos amarrados en el puerto arrojaban a la gente sobras de pan y de cómo se las comían con avidez en los mismos muelles. Había hambruna y para comprobarlo basta con preguntar a muchos de nuestros padres y abuelos. Como le decía, había un problema de suministro. España sólo podía paliar esta situación mediante las importaciones que llegaban del otro lado del Atlántico.
-De EEUU y América en general.
-España hubiese tenido que prescindir de estas importaciones de haber optado por la beligerancia. Este abastecimiento debía llegar a través del Mediterráneo, lo que exigía que este mar estuviese previamente bajo el control del Eje. En este sentido, el estado mayor de la Armada, entre otros organismos, había concluido que, aunque Alemania hubiese contado con todos los suministros que necesitaba España, hubiese sido imposible enviarlos por vía terrestre por falta de infraestructuras. Ello hacía del control del Mediterráneo un requisito imprescindible, lo que exigía expulsar a los británicos de aquel teatro de operaciones. La victoria alemana en occidente no pasaba sólo por controlar Gibraltar.
-También había que controlar el Canal de Suez.
-Eso es. Por eso, en un documento relativamente conocido, el informe Moreno/Carrero de noviembre de 1940, se dice que mientras el Canal de Suez no esté en poder del Eje, lo más aconsejable es que España se mantenga al margen de la guerra ya que, en caso contrario, el país entraría en una crisis de suministros.
-¿Ese informe fue clave?
-Definitivamente, en ese informe se aportan la claves de por qué España no entra en la guerra en ese momento, pero también se dice que, si Alejandría cae, las cosas serían diferentes y España sí podría entrar en la guerra. Siempre además que esa intervención se produjese en un horizonte de guerra corta o muy corta. No me gustaría dejar pasar otro factor que no se ha subrayado de forma conveniente al abordar este asunto de la intervención española, como es la posibilidad de que España pudiera sufrir una agresión por parte de los países contendientes. Ese riesgo latente también jugó su papel en 1940. Tengamos en cuenta que, en ese año, el Estado Mayor español estaba convencido de que si la guerra llegaba al Mediterráneo, de una forma u otra, España se iba a ver involucrada en el conflicto fuese esa su voluntad o no. Se pueden poner muchos ejemplos de cómo el estatuto de país neutral no suponía garantía alguna frente a los intereses de las potencias contendientes. A Noruega no le bastó para que los ingleses minasen sus aguas antes de la invasión alemana; tampoco a Holanda.
-Bajo esa perspectiva, Franco jugó políticamente bien sus cartas.
-Yo creo francamente que sí… dentro de sus posibilidades. Si hubiese sido un belicista loco, posiblemente hubiese metido a España en la guerra, algo que habría sido un verdadero desastre. El horizonte de guerra corta que siguió a la derrota de Francia, le hizo pensar en grandes beneficios a bajo coste, llevándole a iniciar un movimiento de acercamiento a Alemania que culminó en Hendaya. Pero, consciente de que sus limitaciones le imponían ser cauto a la hora de intervenir en el conflicto, siempre quiso retener en sus manos la elección del momento en el que incorporarse al mismo. Muchos de los juicios que hoy se hacen del juego de sutilezas en que derivó todo aquello solo se justifican desde el previo conocimiento del resultado del conflicto.
-Hay otro factor, que es que las tropas alemanas deberían entrar en España, de norte a sur, para conquistar Gibraltar. ¿Habría supuesto una invasión encubierta?
-Alemania nunca se planteó la ocupación de España aprovechando la operación para tomar Gibraltar. Esa es una hipótesis que el Régimen empleó en su día para justificar que el proceso de acercamiento de España había sido un movimiento forzado por la amenaza de sufrir una agresión alemana. Después de la guerra las autoridades españolas tenían mucho interés en demostrar que España poco menos que se había visto obligada a adoptar esa actitud. El análisis pormenorizado de los hechos desde la doble perspectiva política y militar demuestra claramente que eso no fue así.
-¿Qué mitos echa por tierra su investigación?
-Entre otros que no hubo un acuerdo en Hendaya entre Franco y Hitler. Todo eso de que se trató de un diálogo de sordos que no llevó a nada, simplemente no se sostiene. Se puede demostrar que sí hubo un acuerdo y que se firmó. Nada menos que un protocolo comprometiendo la entrada de España en la guerra junto a la adhesión de España al Eje, concretamente al pacto tripartito que era la alianza militar con Alemania e Italia. Lo cual no quita que, siendo Franco consciente de los problemas que había con los suministros, las carencias de tipo militar y los riesgos para la estabilidad interna no fuese consciente de que España no podía entrar en la guerra sino cinco minutos antes de que esta terminase y con una serie de garantías. En resumidas cuentas, además de una guerra corta, debía tener garantizada su capacidad militar y el abastecimiento de la población. En tal caso España estaba dispuesta a intervenir a cambio de una serie de compensaciones territoriales.
-En el norte de África.
-Esencialmente en el norte de África, aunque también en otra serie de puntos alrededor del Marruecos francés. La concesión de estas aspiraciones territoriales quedaron resueltas mediante un intercambio epistolar entre Franco y Hitler, un recurso diplomático pocas veces mencionado. Esa había sido la fórmula que había permitido sortear el gran nudo gordiano que se había producido en Hendaya, cuando Hitler confirmó a Franco que no podía darle garantías sobre la extensión de los territorios le iba a conceder en el norte de África. Tengamos en cuenta que el día antes de llegar a Hendaya, Hitler se había entrevistado en Montoire con Pierre Laval, ministro de Exteriores y jefe de Gobierno de la Francia de Vichy, con el que había comprometido la colaboración de Francia, que Pétain corroboró al día siguiente del encuentro con Franco. Esta posibilidad de contar con la colaboración de Francia se basaba en el respeto a las posesiones coloniales francesas. Es comprensible pues que, en un momento complicado como el que se estaba viviendo en el otoño de 1940, con el riesgo latente de que el movimiento de De Gaulle se extendiese por todo el Imperio colonial francés, Hitler no pudiese ofrecer a Franco nada en concreto en relación con sus aspiraciones territoriales.
-¿Y Franco se conformó?
-Desde el punto de vista de Hitler, el asunto debía quedar aplazado hasta el final de la guerra, cuando la victoria sobre Gran Bretaña permitiese compensar a Francia por los territorios que esta debía ceder a España a cambio de su contribución a la victoria. Un planteamiento que los franceses habían aceptado. Pero Franco estaba empeñado en obtener una garantía al respecto, llegándose finalmente a un acuerdo con los alemanes para que la deseada garantía se produjese en forma de un intercambio de cartas. Gracias a esta fórmula, aceptada tanto por Franco como por Hitler, se pudo llegar a la firma del protocolo en la que España se comprometía a entrar en la guerra dentro de la alianza del Eje. En el libro está reconstruido con todo detalle todo ese proceso de negociación.
-Entiendo que no debió ser fácil.
-Fue una negociación durísima en sus momentos finales. Inicialmente el articulado de este trascendental documento, cuya existencia fue negada durante décadas, recogía en uno de sus puntos que la entrada de España en la guerra se produciría en el momento en que Alemania lo solicitase.
-Eso hubiese dejado todo el poder en manos de Alemania.
-Evidentemente. La redacción de ese punto fue objeto de una negociación descarnada y brutal que provocó un enfado monumental al ministro de Exteriores alemán. Este tuvo que abandonar su idea de que España entrase en la guerra en el momento que Alemania decidiera y permanecer en Hendaya negociando con Serrano Suñer. Finalmente, su homólogo español se impuso consiguiendo cambiar la redacción del polémico punto, terminando por aceptar que la elección del momento de la entrada de España en la guerra habría de ser decidido de común acuerdo por las tres potencias firmantes: España, Alemania e Italia. Fue una condición muy inspirada en la experiencia de Mussolini y que otorgaba a España poder de veto sobre la cuestión.
-La cosa cambió sustancialmente respecto al texto inicial.
-Sólo los entresijos de aquella negociación darían por sí solos suficiente material para escribir un libro.
-Usted ha tenido acceso a esa documentación.
-Esa documentación lleva muchos años a disposición de los investigadores. Es posible documentar perfectamente, a través de los telegramas que se cruzaron las diferentes embajadas, la forma que se eligió para firmar en secreto ese protocolo, empleando correos especiales, y cómo las respectivas copias quedaron custodiadas bajo importantes medidas de seguridad en Roma, Berlín y Madrid, a cargo de los propios ministros de Asuntos Exteriores. En este sentido, hay un documento verdaderamente clave, un telegrama del embajador alemán en España, Eberhard von Stohrer, en el que informa a su Gobierno de que Serrano Suñer había procedido a la firma de la alianza en su presencia. Se trataba de un acuerdo de gran importancia porque toda la maquinaria militar estaba pendiente de él para poner en marcha la operación de Gibraltar. De hecho, dos días después de la conferencia de Hendaya, el Alto Mando del Ejército alemán activó el conjunto de órdenes para comenzar la concentración y el adiestramiento del cuerpo expedicionario alemán de más de doscientos mil soldados que debía ejecutar la operación de Gibraltar.
-Hay autores que rebaten esa afirmación, que niegan que en Hendaya se produjese un acuerdo.
-A la luz de todo lo que sabemos, no deja de resultar chocante que se sostenga esa tesis. La operación Félix para la invasión de Gibraltar estaba prevista primero para diciembre de 1940 y, después, para enero del año siguiente. Ese preparativo militar no hubiese tenido sentido sin un acuerdo previo en Hendaya. En este, como en otros muchos casos, la documentación militar ayuda a calibrar el alcance de los acuerdos políticos por mucha hojarasca que se haya echado encima. La virtud de este libro es aprovechar todas las posibilidades que ofrece el empleo de esa doble perspectiva política y militar de los hechos. Finalmente, hay que decir que, debido a la falta de acuerdo a la hora de determinar la fecha de la operación española, se suspendió, pero no se desechó.
-Se suspendió a causa de la invasión de Rusia.
-La operación Barbarroja para la invasión de Rusia había empezado a prepararse en julio de 1940, con la intención de anticiparse a la entrada de EEUU en la guerra y conseguir el deseado “espacio vital” sin arriesgarse a sufrir una guerra en dos frentes. Y antes de marchar hacia el Este había que derrotar a Gran Bretaña. Y ahí radica la importancia de proceder a la toma de Gibraltar. Ello permitiría, por un lado, cortar la principal línea de comunicación marítima de Gran Bretaña con su Imperio llevándola a la derrota y, por otro, asegurar el Magreb y establecer un sistema defensivo frente a la posible intervención de los EEUU.
-¿Cuánto tiempo calculó Alemania que le llevaría la conquista de Gibraltar?
-36 horas. El capítulo 13 del libro está dedicado a la reconstrucción pormenorizada de los planes para el asalto a Gibraltar. Por vez primera se publica el despliegue del conjunto de la masa artillera y los detalles de la maniobra de asalto. También se identifica a los mandos de la operación y su intervención en el proceso de planificación. Cuando se contempla el conjunto y la magnitud de medios destinados a ella, se percibe claramente la importancia que Alemania daba a la operación.
-¿Tan débiles eran las defensas del Peñón para ser tomado en solo 36 horas?
-Singapur, la joya de Oriente, multiplicaba por diez las defensas de Gibraltar y la tomaron 80.000 japoneses en 1942 en una hora. El problema que presentaban sus defensas era el mismo que tenía Gibraltar: estaban orientadas hacia el mar. En cuanto a la acción alemana, las técnicas a emplear y los calendarios de los diferentes movimientos se basaban en la experiencia acumulada en la conquista de la línea Maginot o de ese Gibraltar en miniatura que era la fortaleza de Eben Emael... Gibraltar no tenía apenas posibilidades frente a una acción de aquellas características.
-¿Qué papel se reservaba a las tropas españolas?
-En el libro de demuestra cómo correspondía a las Fuerzas Armadas españolas todo lo que tenía que ver con las infraestructuras, con las comunicaciones y enlaces telegráficos y telefónicos, así como garantizar el funcionamiento de todo el sistema logístico y sus infraestructuras: puentes, carreteras, muelles, estaciones… El estudio en detalle de estos aspectos proporciona muchas claves. Por poner un ejemplo: Es absurdo que se aluda al temor a una invasión alemana mientras se reparan los puentes y las carreteras que emplearía esa hipotética fuerza de invasión. Pero sobre todo demuestra la existencia de una estrecha colaboración militar entre ambos países.
-Usted documenta cómo los alemanes tenían preparado un plan para, una vez conseguida la victoria en el Este, sacar a sus unidades de Rusia y concentrarlas en el sur de Francia para poner de nuevo en marcha la operación Félix.
-Así es. Si, tal como llegó a plantearse el alto mando alemán, Rommel hubiese llegado a Alejandría para penetrar en Oriente Medio y enlazar con la ofensiva que, partiendo de Grecia, llegaría desde el norte atravesando una Turquía definitivamente orientada en favor del Eje, es muy posible que se hubiesen dado las circunstancias propicias para una beligerancia española. En tal caso, el protocolo de Hendaya jamás hubiese podido ser considerado ese “papel poco comprometedor”, como algunos lo han calificado después de la derrota de Alemania.
La copia del traductor, clave
-¿Dónde está la copia del protocolo de Hendaya?
-Hay que decir que tanto la copia alemana, como la italiana y la española fueron destruidas. Por fortuna, entre la documentación conservada por el Ministerio de Asuntos Exteriores italiano, hay una copia de su contenido visada por Galeazzo Ciano, ministro de Exteriores de Mussolini. Esa copia se salvó de la destrucción. Cuando el régimen fascista cayó en Italia en 1943, una de las máximas preocupaciones de la embajada de España en Roma fue aprovechar el estado de descomposición reinante para intentar hacerse con toda la documentación sensible relativa a España. Aunque de momento es una mera especulación, cabe la posibilidad de que este tipo de documentación comprometedora se convirtiese en elemento de negociación para favorecer, después de la II Guerra Mundial, que determinadas personalidades vinculadas al régimen nazi o fascista viniesen a vivir a España. Lo cierto es que, tal como el propio Serrano Suñer pudo comprobar, la copia española había desaparecido del Ministerio de Asuntos Exteriores. Es posible que fuese destruida, aunque no es posible descartar que un día pueda salir a la luz.
-¿Hubo quien compró su supervivencia en España gracias a que tenía en su poder el protocolo de Hendaya?
-De momento, eso es sólo una especulación sin base documental alguna.
-Volvamos a la copia italiana del protocolo de Hendaya.
-Cuando los alemanes ocupan Roma, requisan toda la documentación y la trasladan a Alemania. Con ella va también la carpeta del traductor, que es encontrada por las tropas de EEUU poco después de la caída Berlín. En principio, quedó bajo custodia del Departamento de Defensa. Y es curioso que deciden mantenerla en secreto a pesar de que la base de la condena a España por parte de la ONU en 1946 está esencialmente basada en el contenido de este documento. Basta recurrir a la literalidad de las actas de la acusación contra España para concluir que es materialmente imposible fundamentar sus afirmaciones sin haber tenido acceso al contenido del protocolo de Hendaya. Ese documento, para algunos ambiguo y sin importancia, supuso la condena internacional de España. Algunos se esfuerzan demasiado en ocultar verdades que resultan evidentes.
-¿Con qué intereses?
-En parte esta actitud es heredera de la historiografía oficial del régimen franquista, cuyos esfuerzos tras la guerra se centraron en afirmar que la reunión de Hendaya no había tenido consecuencia alguna y que España se había mantenido nada menos que estrictamente neutral en la II Guerra Mundial.
-Y es falso.
-¡Absolutamente falso! Una afirmación como esa es incompatible con el trasiego de información sensible para la defensa nacional que se dio con Alemania, con una implantación como la que la red Abwehr tuvo en España o con la autorización para el establecimiento de estaciones como las que tenía la Luftwaffe en la península o los puntos de apoyo que sirvieron a la Marina alemana… Pero sobre todo es incompatible con el contenido del protocolo de Hendaya y, en general, con todo lo que rodeó a la operación conjunta para tomar Gibraltar.
Documentos clasificados
-¿Con cuántas puertas cerradas se ha encontrado a la hora de desarrollar su investigación?
-No demasiadas. Salvando los archivos de ámbito privado o los testimonios personales, he de decir que lo que me he encontrado cerrado es lo que está cerrado para todo el mundo.
-¿De qué información se trata?
-Entre otras cosas, de la documentación militar española relativa a la operación de Gibraltar.
-¿Sigue siendo información clasificada después de tantos años?
-Las únicas razones justificables para su clasificación serían, como ocurre en todos los países, las relacionadas con el interés nacional. Lo cierto es que de todo el volumen que debió generarse en aquellos días sólo han salido a la luz pequeños aunque muy significativos retazos.
-¿Y qué puede haber en esos documentos?
-Entre otras cosas deben contener los informes generados en aquel periodo de estrecha colaboración militar con Alemania. Por fortuna, el grueso de la documentación militar alemana, donde se explican todos esos contactos, está a disposición de los investigadores. Por poner un ejemplo, no se puede acceder al informe español sobre el desarrollo de la comisión de Lanz de noviembre y diciembre de 1940, pero sí se cuenta con el informe alemán donde se da cuenta de todos esos contactos, cómo se orquestó la colaboración, qué generales y qué organismos españoles intervenían… Y poco a poco se va componiendo el puzle. También es fácil constatar el alcance de la colaboración que se llegó a dar entre el alto mando de la Wehrmacht y el Estado Mayor español. Un campo de juego en el que el conocido almirante Canaris jugó un papel decisivo y en el que se orquestó todo el entramado militar de la operación Félix.
Legio X Gemina Felix
-¿Por qué el nombre de operación Félix?
-Entre las muchas curiosidades detectadas en este asunto está el hecho de que, antes de llamarse Félix, los alemanes llamaron operación G a la acción de Gibraltar y esta es la identificación que presenta el legajo del Alto Estado Mayor español que cotiene las fotografías, las perspectivas y a los estudios fotogamétricos artilleros de Gibraltar empleados en 1940 y que luego se entregaron a los alemanes. El nombre “G” resultaba demasiado explícito y, en noviembre de 1940, los alemanes lo cambiaron unilateralmente por Félix, un nombre cuya génesis ha dado origen a muchas teorías.
-Dígame la más curiosa.
-La más colorista es la que sostiene que la denominación Félix es una alusión a la Legio X Gemina Felix, cuyos acuartelamientos dieron nombre a la ciudad de León. León fue además la sede del cuartel general de la Legión Cóndor cuyo jefe era el general Von Richtofen, que posteriormente fue el candidato de la Luftwaffe para ostentar el mando supremo de la operación de Gibraltar.
-¡Vaya deducción para llegar hasta ahí!
-Alambicada sin duda y sugerente también. Le termino de contar: la legión X Gemina Felix estuvo formada en parte por soldados hispanos que habían ayudado al Imperio Romano a defender las fronteras germanas; en 1940, era un cuerpo expedicionario alemán el que acudía a defender otro Imperio, el III Reich, a la frontera española… Muy bonito y, si yo escribiese novelas, le aseguro que lo hubiese utilizado. Pero se trata de una teoría sin prueba alguna que la avale.
-¿Y la versión buena?
-La historia real es mucho más prosaica. El único testimonio que existe respecto al nombre de Félix lo proporciona el general Bernard von Lossberg, que en 1940 era uno de los oficiales de peso en el mando estratégico de la Wehrmacht, donde se planteó la operación desde el punto de vista técnico. Lossberg publicó sus memorias tras la guerra. Lossberg tenía muy buena relación profesional y personal con uno de sus jefes, el antes mencionado general Jodl. Había cierta amistad entre sus familiares y no era extraño que compartiesen una velada de cuando en cuando. Un día, frau Lossberg, mientras bailaba con Jodl, le dijo: “Mi general, baila usted tan bien que no le pega ese nombre tan serio de Alfred. Debería llamarse usted Félix...”. No sé si lo del nombre Félix hacía referencia a un famoso coreógrafo de Hollywood. Pero todo parece indicar que el entonces teniente coronel Lossberg, que era un gran admirador de Jodl y sabía que había apostado por la operación de Gibraltar, aprovechó el comentario para rendir un pequeño y críptico homenaje a su amigo y superior. Así al menos lo confirmaría el propio Lossberg ya en la posguerra; lo de las legiones romanas queda muy épico, pero no es más que un trampantojo.
-¿Cuántos archivos conocen ya sus zapatos?
-¡Unos cuantos! El Archivo Militar de Friburgo; el Bundesarchiv de Berlín; el Cornelimünster de Aquisgrán, donde estaban los expedientes personales; el de la Luftwaffe en Hamburgo y que es donde está precisamente el diario de Von Richthofen; el Romeo Romei de Roma; los de Kew de Londres y los archivos de los diferentes ministerios de Exteriores, Defensa… He recibido también documentación del National Archives de EEUU y he tenido la suerte de ir a los archivos donde se guarda la memoria de cada una de las unidades participantes en Félix, archivos de las asociaciones de veteranos llenas de fotografías y documentos personales. Gracias a ellos, he conseguido contactar con un buen número de antiguos militares alemanes a los que he entrevistado sobre asuntos como las vicisitudes del adiestramiento, el nivel moral de las tropas o el grado de información que tenían sobre el objetivo de la operación para la que se preparaban. A este respecto siempre declararon que el secretismo era total, que nadie quería decirles nada, pero que ellos, muchos de ellos, soldados veteranos, sabían que les iban a mandar a Gibraltar por el tipo adiestramiento que estaban recibiendo.
-¿Dónde estuvieron entrenándose?
-Cerca de la frontera con Suiza, en la zona de Valdahon, donde hay un campo de maniobras francés que los alemanes utilizaron aprovechando las formaciones rocosas existentes, que se pueden asemejar a Gibraltar. Había, además, fortificaciones del S.XVIII similares a las que existen en Gibraltar y unas minas de sal, Salins des Bains, utilizadas para practicar el asalto a los túneles. Las rocas calizas de Lods fueron empleadas para ver los efectos de los impactos de la artillería y utilizaron máquinas de viento para ver su influencia. Los preparativos fueron muy importantes, muy exhaustivos. Uno de esos militares a los que entrevisté me dijo que construyeron una gran fachada con ventanas para reproducir las aberturas de las galerías: “Descartábamos cualquier batería que tras tres intentos no hubiese hecho blanco. Al final de las maniobras, conseguíamos meter la granada por los vanos de las ventanas, sin darle al marco”. Cada batería alemana tenía asignada un objetivo gracias a la cartografía y los estudios fotogramétricos que les proporcionaron los españoles. Obran en mi poder copias de los mapas que utilizaban los alemanes… y conservaban la nomenclatura en español. Me he leído un enorme volumen de documentación relativa a la asignación de munición de cada batería. Me resultó muy curioso que gran parte de estos legajos relativos al despliegue logístico estaban vírgenes.
-¿A qué se refiere?
-¡A que nadie los había consultado hasta ese momento! En el registro de investigadores no aparecía ningún nombre, ni siquiera el de Burdick. Eso me motivó muchísimo para seguir con el trabajo, porque el tedioso repaso a relaciones interminables de equipos sanitarios, de alimentos y decenas de datos fue realmente agotador… Pero, curiosamente, fue en esa documentación dónde estaban gran parte de las evidencias de la colaboración española. Aunque, como he dicho, falta por acceder a la parte española de todo esto que permanece clasificada.
-Doy por hecho que usted ha pedido formalmente ver esa documentación.
-Sí. El profesor Ros Agudo pudo acceder en su día a una pequeñísima parte. Yo, por mi parte, he localizado fragmentos de la misma en los archivos de la Fundación Francisco Franco, donde se custodia el único documento existente donde se refleja de forma indirecta y muy somera la versión española de la operación Félix. Pero es evidente que si se compara la operación que se describe en ese documento y la Félix, sus perfiles coinciden de una forma importante. De todas formas, hay que tener presente que los alemanes tomaron la decisión de que la colaboración española no incluía formar parte del cuerpo que iba a asaltar Gibraltar, porque esta acción iba a estar confiada a batallones de especialistas en este tipo de lucha.
-Antes aludía al papel de Canaris, un personaje apasionante que fue ajusticiado por los alemanes por conspirar para asesinar a Hitler en la operación Valkiria. ¿Cuál fue su papel?
-Hay que desmitificar su papel en relación a la toma o no toma de Gibraltar. Se ha jugado mucho con este personaje. Se ha dicho, entre otras cosas, que aconsejó a Franco no entrar en la guerra, una afirmación que se muestra completamente inconsistente una vez se analiza con atención los débiles argumentos sobre los que se levanta. Por lo demás, Canaris fue un entusiasta de la operación Felix, tuvo un alto grado de implicación en los preparativos de la misma y demostró mucho interés en que el asalto lo llevasen a cabo sus propias fuerzas especiales. No obstante, la distorsionada imagen bajo la que habitualmente se le presenta -me refiero especialmente al papel que jugó en las relaciones hispano-alemanas entre el verano de 1940 y el invierno de 1941- responde en gran medida a ese anhelo por consolidarle como un ejemplo del buen alemán antinazi, de un pacifismo casi naif, tan extendido en la Alemania de posguerra. Esa imagen resulta más que matizada cuando se conocen los detalles y el verdadero sentido de su actividad en España, sobre todo en todo lo relativo a la operación de Gibraltar.
Un experto en la II Guerra Mundial
Nacido en La Línea de la Concepción el 5 de octubre de 1961, Alfonso Escuadra Sánchez es diplomado en Ciencias Humanas y desde 1989 desarrolla su actividad laboral en diversos centros dentro del ámbito de la Delegación de Educación de la Junta de Andalucía. Pero, sin duda, lo que mejor le define es su faceta de escritor e investigador especializado en temas relacionados con la Segunda Guerra Mundial.
Hoy día se pueden encontrar artículos con su firma o referencias a sus trabajos en diarios y revistas especializadas de ámbito nacional e internacional. Movido por el deseo de fomentar el estudio de la Historia en el campo de su especialidad, en 1989 fundó en Madrid la revista Fahnenjunker, editada por Barreira Militaria, y dos años después, junto a un grupo de estudiosos y coleccionistas, fundó en Cádiz la Asociación de Estudios Histórico Militares, de ámbito nacional, ocupando la Vicepresidencia de la misma entre 1991 y 1992 y la Presidencia entre 1992 y 1996. Casi trescientos artículos publicados marcaron, entre otros proyectos importantes, su actividad durante este periodo.
Estuvo al frente de la Fundación Municipal de Cultura de su ciudad entre 1999 y 2009 y fue responsable de Patrimonio Histórico y Museos entre 1999 y 2011.
Obtuvo el diploma de competencias en Historia de la Segunda Guerra Mundial del CFICD y la Universidad de Madrid con matrícula de honor y actualmente es uno de los miembros más veteranos de la Sección Primera, de Historia, del Instituto de Estudios Campogibraltareños (IECG), en cuyas Jornadas de Historia viene participando como ponente desde hace casi tres décadas. Así, en 1994 lo hizo con "Prisionero 13.906", al que seguirían "Encuentros Germano-británicos en Gibraltar durante la Guerra Civil Española" (1996), "El Atentado contra el Ragged Staff" (1998), "El Informe Witzig" (2000), "El Cerrojo del Istmo y la Comisión Jevenois" (2002), “Los orígenes de La Línea en relación con los sucesos de 1704” (2004), “El Kriegstagebuch de la Wehrmacht como fuente histórica” (2006), “Los informes de agosto de 1940. Estudios sobre España y Gibraltar del OKW y OKH” (2008), “Villa Carmela, centro de operaciones italiano durante la Segunda Guerra Mundial” (2010) y "El sabotaje de Coaling Island y la red del Abwehr en el Campo de Gibraltar" (2014), "Unternehmen Felix 940. La masa artillera" (2016) y "Del plan G a la operación Flix. La cooperación militar hispano-germana en relación con Gibraltar (1940-1941)" (2018).
El resultado de su labor investigadora se ha difundido a través de numerosos cursos, conferencias y jornadas realizados por instituciones y organismos, tanto dentro como fuera del ámbito universitario. Entre las primeras hay que mencionar su participación como ponente en numerosos congresos organizados por las universidades de Cádiz, Málaga, Sevilla, Córdoba, Cartagena, la Universidad Internacional Menéndez Pelayo y la Universidad CEU San Pablo de Madrid, entre otras.
Sus trabajos se han conocido a través de producciones para diferentes cadenas de radio y televisión, tanto nacionales como extranjeras. Entre las primeras recordar programas como "Un Peñón entre dos fuegos", de la serie La Ventana de la Historia, de Alfonso Arteseros, del que es estrecho colaborador, o los documentales “Operación Ursula”, “La guerra que no nos contaron” y "Operación Algeciras".
Entre sus trabajos para cadenas extranjeras destacan la serie de 37 capítulos que en 1997 dirigió para la GBC junto a M. Gatt: "Gibraltar durante la II Guerra Mundial”, basada en uno de sus libros, y su colaboración en documentales históricos para diferentes cadenas españolas, la BBC británica o las alemanas WDR (Westdeutsches Rundfunk), Die Erste y SWR (Südwestrundfunk).
Ha dirigido la investigación y escrito el guion del documental Operation Felix. Hitler Key of Victory, para la productora británica Gold Productions, emitido el año pasado en España por el Canal de Historia y TVE bajo el título de Operación Félix. La clave de Hitler. A este documental le ha seguido The Stay behind Cave. A modern Trojan Horse in Word War II para la misma productora, de la que sólo existe la versión en inglés.
No obstante, el lugar más destacado dentro de su prolífica producción lo ocupan sus libros. La relación de su obra se inició en 1982 con Blitzkrieg en Polonia, a la que siguió Educación en el III Reich. Un ejemplo extremo de la pedagogía social, en 1984. En 1991 le llegó el reconocimiento fuera de España con la publicación de La élite olvidada. Unidades FHH del Ejército alemán, obra repetidamente editada y traducida al alemán como Soldaten der Feldherrnhalle (1993) y al inglés con el título de Feldherrnhalle: Forgotten elite. The Panzerkorps FEldherrnhalle and Antecedents Formations, Eastern and Other Fronts 1942-1943 (1996); esta última calificada como una "obra maestra" por parte de la crítica especializada británica.
Le siguió la que, sin duda, es su obra más conocida en el Campo de Gibraltar y una forma de cumplir con sus deberes respecto a su patria chica: A la sombra de la Roca. La II Guerra Mundial desde el Campo de Gibraltar (1997), previamente editada en forma de fascículos semanales por el diario Europa Sur con motivo del cincuenta aniversario del final del conflicto.
En 1998 vería la luz Bajo las Banderas de la Kriegsmarine. Marinos españoles en la Armada alemana, con el que se pudo documentar la hasta entonces inédita historia de los españoles en la unidades navales del III Reich.
Completan esta referencia a su producción bibliográfica Triángulos azules. Rafael Martín Perea. Testimonio de los Campogibraltareños en los campos nazis (1999); Españoles en la Segunda Guerra Mundial. Frente del Este (2000), realizado junto a otros importantes especialistas del tema; Panzergrenadierdivision Feldherrnhalle. Unidades de la Guardia de las SA (2009); Españoles en la Kriegsmarine. Misiones en el Báltico (1942-1943)” (2011) y, recientemente, Objetivo Gibraltar. Entre el plan G y la operación Félix (2021).
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