"En Gibraltar, hace cien años, se leía, se hablaba y se escribía mayoritariamente en español"
Entrevista | José Juan Yborra e Iñaki Irijoa
El profesor Yborra e Irijoa, su antiguo alumno en el Kursaal, son autores en comandita de una profunda investigación en torno a Héctor Licudi (Gibraltar, 1896-Madrid, 1956) y de su obra más famosa, 'Barbarita'
Vetada en el Peñón, se han propuesto rescatarla del olvido con un libro: 'Barbarita, la novela galante de Gibraltar'
Yborra e Irijoa se han sumergido en una investigación en torno a uno de los personajes más pintorescos de la narrativa y el periodismo gibraltareños de principios del siglo pasado, Héctor Licudi (Gibraltar, 1896-Madrid, 1956) y de su obra más famosa, Barbarita, editada en 1929. Esta novela de pasiones y amoríos prohibidos supuso una bomba en el Peñón por la semejanza de algunos de sus protagonistas con personajes reales de la época y, en gran medida, condujo a su autor a autoexiliarse en Madrid. Pasados más de 90 años, la elaboración y publicación de Barbarita, la novela galante de Gibraltar ha evidenciado que aún permanecen rescoldos bajo aquellas cenizas.
-¿Tan escandalosa fue la novela para la sociedad gibraltareña de 1929?
-Héctor Licudi escribió una novela galante al uso, como muchas otras que se publicaron en unos tiempos en los que aún sonaban los ecos del cuplé y salían a la calle relatos eróticos que hacían las delicias de un amplio público lector; ahora bien, la novedad de Barbarita es que esta trama se ambienta en el Peñón y posee una perspectiva autobiográfica que motivó que su libro no pasase precisamente desapercibido en Gibraltar.
-Ustedes sostienen que las similitudes entre los personajes de la novela y los del Gibraltar de la época son evidentes.
-El autobiografismo al que recurre Héctor Licudi resulta de lo más constatable. Para la redacción de su novela, el periodista gibraltareño se sirve de numerosas crónicas inspiradas en el Peñón que había publicado con anterioridad en una sección fija de La Libertad de Madrid, tituladas Desde Gibraltar. Sus referencias al ambiente cultural español del que se sentía muy cercano son igualmente directas. En el caso de la Roca, apenas se encarga de velar algunos topónimos y nombres de los personajes que intervienen en el relato; ahora bien, esta veladura resulta de lo más transparente y tras numerosos apellidos de ficción afloran otros tantos de la burguesía gibraltareña que tan bien conocía el autor y que a la vez pudieron reconocerse en el relato.
-Barbarita no narra escenas de sexo; como mucho, se insinúan.
-Esa es precisamente una de las características de la novela galante, a diferencia de la sicalíptica, donde las referencias sexuales eran mucho más directas. Tras la muerte de Felipe Trigo, principal cultivador de estos relatos, y la instauración de la dictadura primorriverista, el género se atemperó y las novelas pasaron a describir escenas amorosas mucho menos explícitas. Tras esta nueva actitud se encontraba también el inconfesado afán de los autores por ampliar el público a sectores que pudieran aceptar de mejor grado estas insinuaciones. Los escritores de estas novelas nunca desatendieron a unos lectores que ansiaban multiplicar, como forma de aumentar sus ingresos económicos.
-¿Cuántos ejemplares se editaron del libro y cuántos están localizados?
-Desconocemos el dato exacto de los de esta narración, pero las características de Mundo Latino, la editorial que corrió a cargo de su publicación, y de la colección donde se incluyó nos permiten suponer que su número no debió de bajar de mil. De todos ellos, hoy apenas queda alguno. A los que se custodian en contadas bibliotecas privadas, se añaden pocos más. Solamente hemos podido localizar uno existente en la Nacional de España, otro en la de la Universidad de Princeton y un tercero en la Garrison Library de Gibraltar, aunque en este caso se trata de una fotocopia de la obra a la que le faltan algunas páginas.
-Héctor Licudi fue todo un personaje en sí mismo.
-Pensamos que sí. Fue un periodista de Gibraltar que llevó una vida poco ortodoxa para los cánones morales de la época. A esto se le añaden sus aficiones literarias. Sus afinidades con escritores como Trigo, Carrere o Zamacois lo llevaron a elaborarse un perfil muy cercano al de los escritores de novelas galantes que por aquel entonces triunfaban en la capital de España. Licudi siente la novela como algo que acaba definiendo su propia vida en un viaje de ida y vuelta, hasta el punto que actúa como su alter ego, Enrique Irbán, el personaje protagonista del relato, y este termina siendo un retrato fiel del autor, aunque, como suele suceder, la realidad acabó superando a la ficción.
-Tanto arriesgó Licudi con la novela que sufrió una paliza enorme.
-Más que riesgos, creemos que Licudi se sirvió de la novela para conseguir unos fines decididamente personales, pero no llegó a calibrar del todo las consecuencias de su publicación: la agresión que sufrió en las calles de Gibraltar y la retirada de la circulación de los ejemplares de su libro no debían de formar parte de sus planes.
-¿Era un provocador? ¿Quiso acaso vengarse de alguien al escribir la novela?
-Héctor Licudi era un hombre ambicioso que no se conformaba con permanecer toda su vida como periodista en un medio local de la ciudad que lo vio nacer. Primero se abrió paso en otras cabeceras de la comarca; luego empezó sus colaboraciones con revistas de la capital hispalense. Allí conoció al escritor hispano-cubano Eduardo Zamacois y allí tomó definitivamente cuerpo su idea de convertirse en novelista. Utilizó la literatura como instrumento para salir de las linotipias y escribió Barbarita para vengarse de una ciudad como Gibraltar donde se sentía rechazado a causa de sus conductas morales y donde no contemplaba ningún futuro como creador. Pensamos que cuando escribió su novela tenía ya decidido su traslado a Madrid y quiso que el libro fuera su mejor salvoconducto para integrarse en la trama periodística y cultural de la capital; sin embargo, las consecuencias fueron mucho más duras de lo previsto: su salida de Gibraltar se convirtió en un viaje solo de ida.
-Se fue a Madrid y se convirtió en periodista especializado en la hípica.
-Efectivamente, tras partir para Madrid, inició una serie de colaboraciones con diferentes medios de la capital, que por entonces no vivía unos momentos precisamente plácidos. Con el tiempo se fue dedicando al periodismo deportivo y fue dejando de lado la literatura, hasta apartarse definitivamente de ella. Después de la Segunda Guerra Mundial se convirtió en uno de los referentes del periodismo hípico en España. Todavía hoy se sigue disputando en el hipódromo de la Zarzuela el premio Héctor Licudi y, sin embargo, hoy casi nadie conoce a Barbarita.
-¿Viven sus descendientes?
-De su numerosa prole aún quedan descendientes que llevan su mismo nombre.
-¿Cuál fue su reacción cuando ustedes contactaron con ellos para hacer el libro?
-Hemos establecido un estrecho contacto con su nieto, que mantiene su antropónimo exacto. Este tercer Héctor Licudi nos ha mostrado su total apoyo desde los momentos iniciales de nuestro estudio y ha sido una de las personas que más nos ha animado en mantener el afán investigador. Ha celebrado con satisfacción las informaciones, los datos y las imágenes que hemos podido rescatar de su antepasado y espera la lectura de nuestro estudio como antesala de las páginas de una novela que nunca ha podido tener entre sus manos.
-¿Quiénes les han ayudado en la elaboración de su estudio?
-Hemos recibido muchos impulsos que nos han ayudado a realizar la investigación, desde el Instituto Cervantes, cuyo encargo de un estudio sobre la literatura escrita en español en Gibraltar fue el origen de todo, hasta investigadores y creadores de Gibraltar con los que ya planteamos la necesidad de trabajar sobre esta obra hoy perdida. Hemos recibido la ayuda de los organismos y las personas a las que hemos recurrido y, sobre todo, reconocemos el decidido apoyo de la Asociación de la Prensa del Campo de Gibraltar, cuyos miembros se han encargado de hacer posible la publicación del libro.
-¿Se han encontrado con alguna puerta cerrada en su investigación?
-Un trabajo de investigación no suele ser una tarea sencilla, mucho más cuando se posee un objeto de estudio como este. Resulta apasionante pero nada fácil rescatar la figura y la obra de un autor sobre la que el tiempo y los seres humanos se han encargado de proyectar demasiadas zonas de sombra. En estos años se nos han abierto numerosas puertas por las que ha penetrado luz, aunque algunas han permanecido entornadas.
-Es curioso que la novela se escribiera y editase en español. Hoy sería impensable.
-Héctor Licudi fue un escritor de su tiempo. Escribió, como tantos otros, una novela galante y la escribió, como ningún otro, ambientada en Gibraltar. Como periodista que era, realizó un retrato bastante fiel de una Gibraltar donde hace cien años se leía, se hablaba y se escribía mayoritariamente en español. Licudi era redactor de El Anunciador, que, junto con El Calpense, era uno de los periódicos de mayor tirada en el Peñón. En Barbarita se muestra una ciudad que vivía muy próxima a la cultura hispana y cuyos referentes se expresaban en nuestra lengua. Frente a ellos se describe una cultura británica a la que se le censura su comportamiento colonial frente a los habitantes autóctonos. Esta lectura social es constante en la ficción y no excluimos que pudo contribuir a las consecuencias que tuvo la publicación para el autor y para la propia obra.
-¿Confían en poder presentar el libro en Gibraltar?
-Pensamos que es el lugar que mejor puede definir nuestra primordial intención investigadora: rescatar la figura y la obra de Héctor Licudi. A Barbarita la definimos como la novela de Gibraltar. Es un relato plagado de interesantes descripciones geográficas, urbanas y sociales de un territorio que el escritor conocía de primera mano como periodista y acabó influyendo en otras obras coetáneas y también poco conocidas como Roc Gibraltar, de Joseph Peyré, de la que ni siquiera existe traducción. Como filólogos nos hemos querido imponer la tarea de rescatar un texto que el tiempo y las acciones humanas se habían encargado casi de borrar; como habitantes de la zona pensamos que presentar esta obra en Gibraltar es la mejor forma de restituir a un autor y a un relato que tiene precisamente en ese espacio geográfico su razón de ser.
-Quizá puedan presentarlo en una futura sede del Instituto Cervantes en Gibraltar.
-En 2015, el día en que presenté en la sede del Instituto Cervantes de Gibraltar mi poemario Mar de azogue (dice José Juan Yborra), fue el mismo en el que el entonces ministro de Asuntos Exteriores, García-Margallo, comunicó el cierre a su director, Francisco Oda. En estos convulsos tiempos post-Brexit se habla de su reapertura, con lo que se puede plantear como un lugar donde realizar la presentación; ahora bien, independientemente de la institución concreta, pensamos que lo importante es realizarla en el Peñón, el espacio físico que se constituye en el escenario de una novela que no merece pasar por más tiempos de silencios.
Los autores: el profesor y el alumno
José Juan Yborra Aznar vino a nacer en Alicante (1960), aunque con 40 días fue traído a Algeciras. Es doctor en Filología Hispánica con Premio Extraordinario gracias a su tesis sobre la narrativa de José Manuel Caballero Bonald. Colaborador asiduo de Europa Sur como columnista y responsable de los textos que acompañan la sección 'A vista del Águila', ha publicado más de cincuenta trabajos sobre literatura, especializándose en narrativa española contemporánea y en la producción ficcional en la frontera sur de Europa. Ha estudiado las peculiaridades léxicas del habla de la zona y ha investigado la literatura escrita en español en Gibraltar, Tánger y el lado norte del Estrecho, así como el patrimonio material y cultural de Algeciras, donde ha ejercido como profesor en la UNED, el IES Kursaal y la Escuela de Arte.
Yborra ha alternado la docencia con la dirección teatral y la organización de actividades de extensión cultural. Ha realizado exposiciones individuales de fotografías acompañadas de textos líricos y ha publicado varios poemarios. Últimamente ha trabajado en los valores sociológicos, históricos, geográficos y literarios del antiguo camino de La Trocha.
Iñaki Irijoa Lema nació en La Coruña, en noviembre de 1994. Su familia se trasladó pocas semanas después a Algeciras, donde cursó su enseñanza básica y media. Como alumno del IES Kursaal, conoció a Yborra como profesor.
Se graduó en Filología Hispánica por la Universidad de Granada y amplió sus estudios con un máster en Estudios Literarios por la Universidad Complutense de Madrid y otro máster en Profesorado por la Universidad de Sevilla.
Su interés filológico gira en torno a la relación de nuestra literatura con la identidad y el territorio en un espacio tan particular como el del Estrecho. Fruto de este interés, ha participado en cursos organizados por la UNED, la UCA y el presente estudio sobre la figura y la obra de Héctor Licudi, un autor precisamente marcado tanto por la identidad como por el territorio.
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