María Belón afirma que todos somos "supervivientes de un tsunami"

La protagonista real de 'Lo imposible' desvela en el Peñón anécdotas que no salen en la película

María Belón durante su conferencia en Gibraltar con la portada de 'Lo imposible' detrás, ayer.
María Belón durante su conferencia en Gibraltar con la portada de 'Lo imposible' detrás, ayer.

¿Qué se siente bajo un Tsunami?. En su DNI pone 48 años pero María Belón lo niega, ella tiene 8 años, 6 meses y 21 días. Ese es el tiempo que ha pasado desde que un 26 de diciembre de 2004 una ola gigante arrasara la costa del sudeste asiático. Volvió a nacer en una catástrofe con más de 280.000 víctimas. Una llamada telefónica a una radio captó la atención de una productora, el resto ya lo saben todos, se llama Lo imposible, la película de Juan Antonio Bayona. La actriz Naomi Watts defendió ante las cámaras la verdad de Belón, que ayer ofreció una multitudinaria conferencia en Gibraltar, de la mano del Instituto Cervantes.

No vino hasta el Peñón para hablar de cine ni de estadísticas, sus frases venían marcadas por un denominador común: el milagro de la vida. "Poco tengo que enseñar, lo que he hecho siempre ha sido compartir". Y así, en pie y acompañada de imágenes, vídeos y frases, fue recordando lo vivido, entre silencios bañados por un hilo de voz que en ocasiones se escapaba, le fue imposible contener la emoción, imposible.

La intención de Belón era sin duda inyectar positividad. Es embajadora de la Fundación Lo que de verdad importa y así lo demostró en cada detalle. "Si tengo que agradecer todo lo que tengo que agradecer en la vida no acabamos", tras esta frase su voz tembló: "me emociono siempre, es que la vida es un milagro".

Desde que fue madre, hace ya 19 años, la edad de su hijo mayor Lucas -los otros dos se llaman Simón y Tomás-, reconoció que tenía un sueño recurrente, en concreto una ola que se "tragaba" a sus hijos. Peculiar sin duda como su miedo a los tsunamis, a los terremotos no. Esta familia catalana vivió en México 7 años y luego se trasladó a Japón, residiendo en ese país organizaron unas vacaciones a Tailandia, allí les atrapó la catástrofe. "Le dije a una amiga que lo mejor de ir a Tailandia era que me libraba de mi mayor miedo".

Lejos de cualquier previsión científica Belón fue directa: "los tsunamis llegan cuándo y cómo les da la gana". La probabilidad de que "vivamos" uno es del 100%, declaró, algunos vienen con agua, otros de diferente forma. "Todos somos supervivientes". Las primeras imágenes que proyectó fueron justo las de la gigantesca ola engullendo al complejo hotelero. Bajo el agua sintió confusión, mucho miedo e incluso la tentación de decir que la vida se acababa, pero no, "somos inmensamente fuertes".

Cuando salió del agua entendió para qué se vive, simplemente para estar con los demás. Viéndose sola se dijo que "así no". Al ver a su hijo Lucas se soltó del árbol porque valía la pena vivir por darle un último abrazo, un último te quiero. Tras proyectarse las escenas del reencuentro destacó la actitud de él, "me di cuenta de que los valientes son los que teniendo miedo siguen adelante", su hijo se lo había confesado, lo tenía. El drama se adueñó de la realidad. Belón destacó que Bayona en la película insinúa muchas escenas "porque lo que vimos de verdad es difícil de ver".

Cuando tomó la decisión de acudir al rescate del pequeño Daniel -niño perdido en la catástrofe- se percató de que estaba dejando una herencia a su hijo, luchar por los valores. "Me di cuenta de que todos los niños de la tierra eran mis hijos". A continuación relató el instante en el que aparecieron "dos personas maravillosas", vecinos de la zona que iban a los hoteles a buscar a sus familiares que allí trabajaban. "Entendí el milagro de la solidaridad, todos se tomaron el tiempo que hiciera falta para llevarme a un hospital".

Le trasladaron a un ambulatorio con aforo para 420 personas, y eran más de 8.000. "Hay gente que me dice que la película es dura, ¿dura?, creo que es suave, la realidad sí que es dura". Describió lo tremebundo que era todo, así como su afán por ayudar a una mujer que, a su lado, padecía un shock. Añadió anécdotas que, aunque grabadas, no se incluyeron en la película pero que eran "la pura realidad".

Después de dos días y medio se reencontró la familia. Belón enfatizó ahí sobre su suerte: "¿quién soy para decir que cuando vuelva a casa te vuelvo a ver?, ¿quién soy para tener esa soberbia?. Es un milagro volver a ver cada día".

Regresar de una experiencia así requiere de mucho cariño y paciencia por parte de los que rodean. Tras la tragedia sufrió mucho al no entender la razón de su suerte, "¿por qué?", se preguntaba. Un filósofo de 6 años, su hijo pequeño, le dijo que quizás la pregunta era "¿para qué?", y de ahí la conferencia de ayer, la necesidad de compartir. "Ahora sé que aquello que más temo en la vida es lo que más me puede enseñar". Finalizó diciendo que no estaba de acuerdo con la definición de tsunami de la RAE, "todos los que hemos sobrevivido a uno sabemos que no es". Es una ola, sí, pero la puede causar un fracaso, un accidente, una enfermedad...y de todo se debe salir, con positividad.

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