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Alegría y alivio ante el principio del fin de la Verja de Gibraltar

Primer día del Brexit

La ilusión entre los trabajadores españoles y algo de escepticismo marcan las primeras horas tras el principio de acuerdo para desmantelar la Verja de Gibraltar

Los controles siguen como de costumbre hasta que se cierre un pacto en firme para integrar al Peñón en la zona Schengen

Un hombre circula en bicicleta por la pista del aeropuerto de Gibraltar, este viernes. / E. Fenoy

La Línea / Gibraltar/Las campanas de la parroquia de la Inmaculada Concepción de La Líneatocan a misa. Varias mujeres agarradas del brazo entran en el templo para escuchar la primera homilía del año recién estrenado. Mientras, el sol comienza a asomarse por una de las esquinas de la Plaza de la Iglesia. Allí, dos hombres, ambos llamados Francisco, se felicitan el 2021 y hablan del tema del día: el principio de acuerdo entre España y Reino Unido para regular las relaciones con Gibraltar tras el Brexit.

"Tenemos alegría e ilusión. La Línea y Gibraltar han funcionado siempre como una única ciudad y que se vaya a quitar la Verja es una buena noticia", coinciden. La alegría, el alivio, la esperanza y algo de incredulidad son algunas de las sensaciones que flotan en el ambiente. "Todo no será de golpe. Deberá ser poco a poco, sobre todo para los gibraltareños", sugieren los dos después de conocer algunos de los pocos detalles que se saben por ahora.

Veinticuatro horas antes, una hipotética conversación entre los dos Franciscos hubiera sido radicalmente opuesta. Pero el giro de los acontecimientos producido con el principio de acuerdo in extremis para hacer desaparecer la Verja y transformarla en un paso franco como alternativa al Brexit duro permite a las dos comunidades darse un respiro tras meses de incertidumbre.

Si cristaliza, la relación entre España y Gibraltar se articulará con la aplicación del acuerdo Schengen también en la Roca bajo la supervisión de España. Así, entrar y salir del Peñón será como cruzar el río Guadiana para ir a Portugal. Nadie esperará al otro lado para comprobar la documentación. Sería en el aeropuerto y en el puerto donde se efectuarían los controles como frontera exterior, al menos en teoría.

Mientras tanto, este viernes se mantienen los chequeos de las autoridades españolas y británicas, aunque con absoluta fluidez. En el entorno de la Verja, todo sigue igual que el día anterior en la primera jornada del principio del fin del paso regulado. Un equipo de TVE graba una entradilla en la que la reportera comienza su comentario hablando de la normalidad absoluta en el paso desde y hacia Gibraltar. A veces, que no ocurra nada especial también es noticia.

La mañana de Año Nuevo deja un ambiente mucho más animado en las calles del lado linense que en las del gibraltareño por las restricciones a la actividad comercial que rigen en la Roca, al menos hasta el próximo 11 de enero. En Gibraltar apenas están abiertas las tiendas de comida para llevar, gasolineras y supermercados por el fuerte repunte de contagios de coronavirus.

Ambiente en una céntrica terraza de La Línea, el día de Año Nuevo. / Erasmo Fenoy

El linense Manuel Mena apura un café en la terraza de la Cafetería Modelo, justo delante de un televisor conectado al Canal 24 Horas en el que acaban de repetir la noticia. "Creo que es muy positivo para La Línea y Gibraltar. Para los trabajadores y para el futuro", explica. Mena no cubrió su vida laboral en Gibraltar, sino en el grupo Cepsa, pero sí lo hizo su padre durante 18 años. Por supuesto, aún recuerda cuando se cerró la Verja que separó físicamente a las dos comunidades.

Francisco Reina, escéptico ante el acuerdo. / Erasmo Fenoy

Camino a Gibraltar, en el Bulevar 20 de Abril (un nombre totalmente discordante con la historia reciente de la Verja porque alude a una fecha en la que finalmente no pasó nada) Francisco Reina pasea con una labradora de pelo negro, muy brillante. "Esto tengo que verlo yo", resume con cierta incredulidad ante las ventajas y consecuencias del principio de acuerdo. Es de los que no terminan de creer lo que ha sucedido y se mantiene a la espera de más detalles.

Frente a la Verja, una joven saca las mesas de una terraza de una archiconocida cadena de hamburgueserías. Para esta trabajadora, el problema actual no es el paso libre desde o hacia Gibraltar, sino el del coronavirus. Campa a sus anchas, según la joven a quien se le intuye preocupación en su tono de voz. "¿A qué esperan las autoridades o el Gobierno para hacer algo? La gente pasa de uno a otro lado sin control de salud", subraya.

Apenas a unos centenares de metros adelante, el local de la misma cadena de hamburguesas en Gibraltar solo permite recoger pedidos mientras que en este del lado español los clientes pueden sentarse a comer sin más restricciones que no superar los seis clientes por mesa. Para la empleada, el cribado masivo anunciado para el sábado no es suficiente. "¿Solo eso? Hay que hacer algo más", remacha.

En menos de un minuto, un agente de la Policía Nacional y otro de la Royal Police comprueban el documento de identidad que da acceso a Gibraltar, donde una cabina roja de palillería supone el primer contacto con la cultura anglosajona en este rincón de la Península de apenas seis kilómetros cuadrados. Para quienes pasan a diario, la cabina pasa totalmente desapercibida mientras que los turistas caen todos en la tentación de hacerse una foto típicamente british. Aunque estos días no hay turismo ni jornada de compras a la vista.

Charlie, veterano conductor gibraltareño, espera a bordo del autobús de la ruta 5-10 a que llegue su hora de partir hacia el interior del Peñón mientras que un hombre apura con caladas profundas un cigarrillo. "El acuerdo será muy positivo para las familias. El mundo no tiene fronteras, aquí tampoco debería haberlas", resume con cierto punto filosófico. Para este habitante del Peñón no le va a suponer gran cambio. "No salgo apenas de Gibraltar. Y menos ahora con el coronavirus. Pero la unión siempre ha existido", resalta. Para este trabajador gibraltareño, los niveles de vida deben equilibrarse tras la desaparición de la Verja, de la que recuerda su cierre en 1969 perfectamente. "No está mal que desaparezca", zanja.

Una joven hace deporte en el entorno del aeropuerto de Gibraltar, donde habrá controles de extranjería. / Erasmo Fenoy

Una vez cruzada la pista del aeropuerto, la primera estación de servicios pertenece a una compañía petrolera de origen español. Aquí, la gasolina de 95 se sirve este 1 de enero a 0,865 libras (0,969 euros) y el gasóleo a 84 peniques (0,94 euros). La mayoría de pocos los surtidores ocupados tienen a su lado un turismo con matrícula española. A uno de ellos, a un Ford Ka gris, se sube un hombre con un cartón de tabaco en la mano.

En otra de las mangueras, la linense Alejandra reposta apenas 10 euros en un Seat Ibiza para llegar a su trabajo en una hamburguesería en el Peñón "abierta para take away y para ir con el coche". "Estoy feliz por el acuerdo. Yo y mis amigas, que trabajamos aquí", reconoce. La joven apunta que se registró en el censo de los llamados trabajadores transfronterizos habilitado por Gibraltar para garantizar un paso fluido por la Verja, con o sin Brexit. Ahora, la joven destaca que puede respirar tranquila, sin temor a colas. Al menos de momento.

Supervisión del acuerdo

Jorge Gutiérrez y Elena González, pareja residente en Tesorillo, trabajan en Gibraltar. Con experiencia laboral en las instituciones comunitarias, Gutiérrez apunta la necesidad de que cualquier acuerdo tenga un árbitro o supervisor que garantice el juego limpio. "Estamos trabajando en casa desde marzo, pero mi pareja y yo solemos ir juntos a Gibraltar al tener los mismos horarios. Para nosotros es también importante saber que no vamos a perder tiempo en colas evitables poniendo los medios adecuados en la frontera", subrayan.

"No han dado muchos detalles técnicos del acuerdo, pero creo que también estaría bien algún tipo de organización internacional que velara por los intereses de los propios trabajadores transfronterizos tanto españoles como europeos y de otros países, para garantizar que se cumplan sus derechos en esta situación en la que se cruzan derechos y obligaciones en ambos lados. Ojalá esas intenciones de prosperidad compartida se hagan realidad pronto y se cree mucha riqueza en la zona", detallan.

Un tramo de la avenida Winston Churchill de Gibraltar, totalmente vacío. / Erasmo Fenoy

Ambos temían que un Brexit duro llevara a que empresas como para las que trabajan terminasen yéndose por falta de fluidez en el paso. "Ahora parece que lo que era un problema se ha convertido en una gran oportunidad para que nuestra zona crezca por fin", explican Gutiérrez y González, quienes destacan que el acuerdo no debe ser solo económico. "Sería un gran momento para que a nivel ciudadano se creen asociaciones para cooperar en temas empresariales, sociales y culturales. También ayudaría la vuelta del Instituto Cervantes a Gibraltar. Incluso si se consigue materializar este aspecto simbólico de que nuestra zona haya escapado a un Brexit duro, solicitar que en nuestra zona se ubique alguna sede o oficina de apoyo de alguna agencia de la Unión Europea", resumen.

Más adentro del Peñón, la actividad cae al mínimo en un intento por frenar los contagios de la Covid-19 que ha llevado a una atípica Nochevieja en casa. Casemates y la Calle Real lucen prácticamente vacías. La fiesta se ha celebrado de puertas para adentro.

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