El barco oceanográfico deja la Bahía con datos sobre los bloques

El 'Ramón Margalef' ha estado nueve días analizando el impacto del hormigón sumergido por Gibraltar Su llegada reavivó la disputa sobre las aguas y originó una crisis diplomática

El 'Ramón Margalef', atracado en el puerto de Algeciras.
El 'Ramón Margalef', atracado en el puerto de Algeciras.

Diez días después de que comenzara una investigación para determinar los efectos de los vertidos de bloques de hormigón que el Gobierno de Gibraltar realizó el pasado verano en la Bahía de Algeciras, el buque español Ramón Margalef abandonó ayer la zona camino del puerto de Gijón.

El barco del Instituto Español de Oceanografía (IEO) culminó en la tarde del martes el trabajo que le había encomendado la Fiscalía General del Estado a través de la Fiscalía de Medio Ambiente. Con él lleva los datos recabados durante estos diez días en la cara este del Peñón, frente a La Línea, donde ha protagonizado una enorme actividad, moviéndose por un área que ahora hace un año fue declarada por España como Zona de Especial Conservación (ZEC) de cara a su inclusión en la red europea Natura 2000, con el objetivo de preservar su enorme su riqueza biológica.

El Ramón Margalef dejó el Estrecho camino de la costa portuguesa y ahora habrá que esperar un tiempo indefinido para conocer sus conclusiones, que sin duda serán tan polémicas o más que su propia presencia en la Bahía.

Y es que en la tarde del lunes 18 de este mes, tras ser detectada su presencia en las proximidades del Peñón, una patrullera de la Royal Navy se aproximó al lugar para advertirle de que se encontraban en aguas británicas, a lo que el capitán del Ramón Margalef contestó que estaba realizando trabajos para la Unión Europea y que continuaría con ellos, ya que tenían permiso de las autoridades españolas. Hubo más advertencias pero el barco siguió realizando catas en la zona durante unas siete horas. Al día siguiente volvió a realizar sus trabajos al sur de Punta Europa y en la zona Este del Peñón. A su alrededor se concentraron entonces inicialmente la patrullera de la Royal Navy Scimitar, una patrullera de la Policía de Defensa de Gibraltar y una tercera de la Policía gibraltareña. Ante ello, la Guardia Civil acudió a dar protección al buque con tres patrulleras: la Río Tormes, la Río Pas y la Río Cedena. Los británicos mandaron entonces otras cuatro embarcaciones más al lugar, pero el Ramón Margalef siguió haciendo lo suyo. Luego puso rumbo al Puerto de Algeciras, donde estableció su cuartel general. En los siguientes días continuó yendo a la zona entre La Línea y el Peñón a trabajar y volviendo al puerto algecireño.

Las labores del Ramón Margalef abrieron un nuevo capítulo de la crisis entre Reino Unido y España a cuenta de Gibraltar que poco a poco fue recrudeciéndose, avivado por las amenazas veladas del ministro principal de la Roca, Fabian Picardo, contra la Guardia Civil, de la que dijo que podía recibir disparos si, en determinadas cinrcunstancias, sus agentes eran confundidos con terroristas.

El subsecretario permanente del Foreign Office, Matthew Rycroft, convocó al embajador español en Londres, Federico Trillo, para "subrayar ante él la preocupación seria del Gobierno británico" ante esa nueva "incursión" que consideró "ilegal". "El Reino Unido sigue confiado de su soberanía sobre el territorio de Gibraltar, incluidas las aguas territoriales británicas de Gibraltar. Las incursiones españolas son ilegales: no cambian las leyes internacionales ni debilitan la base legal de la soberanía británica", apuntó el Foreign Office.

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