Gibraltar: el día de la marmota

Tribuna abierta

El autor critica la pasividad del actual Gobierno de España y anteriores ante acciones de las autoridades de la colonia, como los vertidos contaminantes al mar, los rellenos sobre aguas españolas, el contrabando de tabaco, la discriminación en el pago de las pensiones, el dumping fiscal o la persecución a los pescadores de La Línea

Dos personas caminan por la calle Real de La Línea.
Dos personas caminan por la calle Real de La Línea. / Vanessa Pérez

El profesor Alberto Pérez de Vargas lo define diciendo que la cuestión es “marear a cuantas perdices sea necesario para que todo se quede como estaba”. El número de encuentros celebrados en el marco de la eterna negociación del acuerdo postbrexit, da fe de ello.

Y mientras tanto, los privilegios que disfrutan pecaminosamente los llanitos se prolongan gracias a su demostrado arte de enredar y posponer el “hasta aquí hemos llegado”; por supuesto, ello unido a la extraña patología que sufren nuestros gobernantes respecto a Gibraltar, mezcla de quijotismo no correspondido, y de máximo respeto a las formas de la diplomacia y los derechos del otro, aunque se perjudiquen los nuestros. Un ejemplo vivo de nuestro arraigado noventayochismo. De tontos vamos.

Pero humildemente yo añadiría que, además de perdices, habría que hablar de marmotas. Los privilegios de ellos se perpetúan, a la par que los problemas que nos generan se repiten sin solución, una y otra vez, como aquel 2 de febrero para el reportero Phil Connors en Punxsutawney, Pensilvannia.

Elijan la cuestión espinosa que quieran y entren en la hemeroteca del Congreso de los Diputados. Verán como el conflicto en cuestión existe desde hace mucho y que el mismo es denunciado en sus tribunas, de manera cíclica cada legislatura. E igualmente comprobarán que la postura de abuso británica y/o gibraltareña se mantiene inalterable. Justo como aquella canción de Cher que despertaba a Connors, una y otra vez, a las 6 de la mañana de cada 2 de febrero: I got you babe.

Hablamos de la desigualdad existente a día de hoy entre las pensiones a trabajadores españoles contratados en Gibraltar y la que perciben sus compañeros gibraltareños por el mismo tiempo cotizado

Que hablamos de la desigualdad existente a día de hoy entre las pensiones a trabajadores españoles contratados en Gibraltar y la que perciben sus compañeros gibraltareños por el mismo tiempo cotizado. Pues que sepan que allá por octubre de 1985, el diputado Rodrigo Rato Figaredo ya preguntaba por tal discriminación y el Gobierno socialista de entonces respondía que los españoles tendrían los mismos derechos que sus compañeros llanitos, tras la entrada de España en la entonces llamada CEE, esto es el 1 de enero de 1986 (no se rían, por favor). En febrero de 1995, de nuevo la diputada Teófila Martínez se interrogaba por tal discriminación. Y de ahí muchas preguntas hasta hoy; y en Convent Place mareando la perdiz y sin soltar una libra.

Que el mes pasado Verdemar denunciaba vertidos de basura procedente de la colonia que había arribado a las playas de La Línea. Pues ya en mayo de 1989, el diputado Jerónimo Andreu Andreu denunciaba lo mismo y el Gobierno contestaba la gran preocupación que les producía el problema. Antonio Moreno Olmedo repetía la pregunta en noviembre de 1990 antes nuevos vertidos. Luego otra en febrero de 1995 y otras muchísimas más con posterioridad. Marmotismo.

Y paro por no aburrir. Sea sobre el aeropuerto, sea sobre la presencia de submarinos nucleares, sea sobre la persecución a pesqueros españoles, sobre tributación, sobre contrabando de tabaco, sea sobre lo que quieran. Nada ha cambiado y Gibraltar siempre gana. El día de la marmota.

Y entre tales problemas tenemos uno que de nuevo se repite y que seguimos tolerando sin poner solución. El de la construcción de viviendas en terrenos ganados al mar por parte de la colonia.

En 1988, el Gobierno decía que los rellenos eran de aguas portuarias y que nada se podía hacer

Ya en octubre de 1988 se preguntaba por ello, tras declaraciones expresas del ministro principal, Joe Bossano, que no presumía de la virtud de la contención cuando se trata de pinchar al prójimo. Pues a pesar de lo clarito que habló el viejo Joe, el Gobierno decía que los rellenos eran de aguas portuarias y que nada se podía hacer.

En octubre de 1991, el diputado Moreno Olmedo de nuevo pregunta por un nuevo relleno y se le contesta por el Gobierno que su homólogo británico era plenamente consciente de la gravedad de cualquier iniciativa que consista en aumentar el territorio de la colonia ganando terreno al mar, y que se ha comprometido a avisar al Ejecutivo español de la existencia de cualquier proyecto en este sentido (desde luego a humor negro no hay quien los gane). En octubre de 1992, se repetía la pregunta ante la inminente construcción del proyecto Europort. Etc, etc, etc…

Como siempre, ante este invasión directa de nuestra soberanía, los distintos gobiernos siempre miraron para otro lado, y nada hicieron. Y no es por falta de armas o medios para al menos intentar evitarlo, más allá de una inocua protesta diplomática.

Y nada están haciendo ahora que de nuevo surge el abuso y el ataque a nuestra soberanía. El proyecto en cuestión es el de una comunidad residencial de superlujo, llamada Cape Vantage (Cabo Privilegiado), con 1.300 viviendas de alto valor, un hotel, un puerto deportivo, etc. Todo ello se erige en terrenos ganados al mar mediante rellenos de tierra en un espacio de unos 200.000 metros cuadrados en la cara este del Peñón.

Vista aérea de Gibraltar y parte de la Bahía de Algeciras.
Vista aérea de Gibraltar y parte de la Bahía de Algeciras.

Y ante tal literal invasión de nuestro mar territorial, de nuevo la inactividad de nuestro Gobierno y de la Abogacía del Estado. Esto me recuerda lo acontecido hace tiempo, con ocasión de un relleno ejecutado por el Ejecutivo llanito de Peter Caruana: se planteó por el Gobierno de turno el inicio de acciones penales ante los tribunales de justicia españoles. Se consideraba que el relleno de aguas españolas y su apropiación e incorporación al territorio de la colonia, suponía, además de un ataque a nuestra soberanía, la comisión de delitos contra la ordenación del territorio, contra el medio ambiente, así como por supuesto un delito de usurpación de nuestro dominio público marítimo, entre otros.

Incluso preocupó que el juzgado correspondiente ordenase la detención del primer ministro en la frontera en sus continuos trasiegos hacia su residencia en Sotogrande. El miedo fue importante. Por supuesto, todo se dejó sin efecto por el buen hacer de la quinta columna gibraltareña en nuestro país. Lo de siempre.

Pero es que ahora se repite la situación con la citada obra de apropiación de 20 hectáreas, nada menos, de nuestro mar territorial nunca cedido por el Tratado de Utrecht. Hasta el Gobierno británico reconoció la ilicitud de tales actos, en 1991, como consta en la respuesta dada a nuestro Gobierno entonces.

Los rellenos se llevan a cabo en una Zona Especial de Conservación ZEC / Lugar de Importancia Comunitaria LIC del Estrecho Oriental

Todo ello, para mayor gravedad, en una área declarada como, Zona Especial de Conservación ZEC / Lugar de Importancia Comunitaria LIC del Estrecho Oriental, por presencia de hábitats y especies de interés comunitario de la Directiva Hábitat. Y, para mayor ridículo, con toneladas y toneladas de piedras provenientes de canteras de Casares y Manilva. Igualmente se está vaciando una parcela destinada a escombrera dentro de la colonia, vaciándola, para verter los escombros al mar como relleno. Muy ecológico todo.

Uno de los camiones cargados con piedras se dispone a entrar en Gibraltar.
Uno de los camiones cargados con piedras se dispone a entrar en Gibraltar.

Y uno, que es de provincias, se pregunta qué piensan de esto en Madrid. ¿Cuánto tardaría el ministro de turno en dictar una orden ministerial que prohibiera tal exportación de piedras? ¿Se olvida el Gobierno que es su obligación, conforme al art 28 de la Ley 33/2003, de 3 de noviembre, del Patrimonio de las Administraciones Públicas, el proteger y defender los bienes y derechos que integran su patrimonio, ejercitando las potestades administrativas y acciones judiciales que sean procedentes? ¿Olvida igualmente la prohibición de vertidos de tierra al mar que se contiene en la Ley 41/2010, de 29 de diciembre, de protección del medio marino? ¿O es que tales medidas no se adoptan por no reconocer la españolidad de tales aguas? ¿Podriamos considerar que se está prevaricando por omisión si no se actúa y se denuncian tales rellenos, al igual que puede estar ocurriendo con la inaplicación de la normativa de fronteras?

Nada, I got you babe.

Desde luego que, aunque ya sea nuestra costumbre, la dejadez en defensa de nuestros intereses es indignante. Y no puede excusarse tal desatención por razón de los trabajadores: primero, porque Gibraltar precisa de ellos de manera vital y, segundo, porque hay vías para que desligar una cuestión de la otra.

Mañana será de nuevo el día de la marmota y los camiones seguirán entrando y nuestra soberanía menguando con cada descarga

Termino recordando lo que decía el magistrado Sierra Gil de la Cuesta en determinada resolución judicial que negaba ejecutar en España una sentencia emitida por los tribunales de roca alegando que en territorio usurpado no existía cesión de soberanía y por tanto, de jurisdicción. “Así las cosas, no resulta procedente otorgar el exequatur a la resolución de los tribunales gibraltareños. Concurren suficientes argumentos que, cuando menos, empañan la legitimidad del título de soberanía territorial de la que emana el ejercicio de la potestad jurisdiccional por parte de aquéllos: pues, o bien la cesión territorial llevada a cabo en 1713 lo fue desnuda de soberanía y, por tanto, de jurisdicción, o bien, si conllevó esa transmisión de soberanía territorial, su legitimidad actual está en cuestión a la vista de las normas sobre el derecho de tratados, del actual derecho de la descolonización, y del hecho, en fin, de que el estatuto actual de Gibraltar deriva del uso de la fuerza y que sus efectos y consecuencias pugnan con los postulados de la integridad territorial y libre determinación que constituyen el eje de ese proceso de descolonización. En cualquier caso, esa cuestionada soberanía territorial habría de referirse exclusivamente a aquellos espacios delimitados en el título de concesión, y nunca alcanzaría a otros, terrestres o marítimos, distinto de aquéllos, respecto de los que en modo alguno cabría reconocer poder soberano ni jurisdicción de ninguna clase fundamentada en institutos prescriptivos”.

Pero da igual. Mañana será de nuevo el día de la marmota y los camiones seguirán entrando y nuestra soberanía menguando con cada descarga.

stats