La tierra habla en Jimena

Memoria Histórica | Fosas

Jimena continúa viendo resultados en su lucha por la recuperación de la memoria histórica después de confirmarse las dos fosas en el cementerio del castillo

Un arqueólogo vuelve a cubrir los restos después de las catas, el miércoles pasado.
El arqueólogo Antonio Ortega vuelve a cubrir los restos después de las catas del miércoles pasado. / Erasmo Fenoy
Miguel Flores Hormigo

04 de agosto 2019 - 05:00

Jimena/La tierra ha dejado de callar en el cementerio del castillo de Jimena. Por primera vez en mucho tiempo, está revuelta, y de ella escapan algo de polvo y muchas verdades. Entre el mármol y los ramos, Jesús alterna con talento pico y pala para conseguir hender dos hoyos en el suelo. El pueblo lo estaba pidiendo, y ahora se le ha concedido. En el camposanto, la tierra vuelve a abrirse para cerrar heridas y aliviar conciencias.

El hombre a cargo, Jesús Román, es uno de los pocos arqueólogos andaluces especializados en la exhumación de víctimas de la Guerra Civil y la represión franquista. Ha intervenido en los yacimientos de Puerto Real, Paterna, Córdoba, Grazalema y Benamahoma. Ocho meses después de que se realizaran pruebas con georradar para medir posibles alteraciones en el subsuelo, se ha dado luz verde para las catas en el cementerio de Jimena, concretamente en aquel pequeño espacio donde el georradar daba una mayor incidencia, que, además, coincidían con las declaraciones populares y lo recogido en un mapa de fosas de 2006.

Después del sondeo, Román ha confirmado que, como alegaban los testimonios recogidos por el historiador José Manuel Algarbani, la zona alberga fosas de la guerra. De las 98 personas que aparecieron en un listado de personas fusiladas en Jimena y jimenatos fusilados en otros lugares, Algarbani tiene documentado que 29 yacen en este camposanto, aunque los enterramientos tuvieron lugar en momentos distintos a lo largo de casi una década. Así, cabría hablar de fosas pequeñas en lugar de una grande. En la zona parcial que se ha podido examinar, Román y su equipo han encontrado al menos cinco personas. También se ha identificado un osario con evidencia de restos de posibles represaliados.

Los restos de dos de los cinco cuerpos encontrados durante las catas.
Los restos de dos de los cinco cuerpos encontrados durante las catas. / Europa Sur

Como el resto de Andalucía occidental, Jimena fue maltratada por una represión que se impuso poco después del golpe de Estado de julio de 1936. Pero la relación entre el pueblo y el hostigamiento fascista fue más íntima que en otros lugares. Según cuenta Pascual Collado, su exalcalde, Jimena fue el último municipio del Campo de Gibraltar que tomaron los rebeldes, tal vez por la distancia al arco de la bahía de Algeciras, o quizá por su singularidad: en el pueblo convivían un sindicato de arrieros cercano a la CNT y una importante logia masónica que, según Collado, podrían haber sido “componentes de choque” a la llegada de las tropas invasoras.

Sin embargo, la resistencia jimenata no pareció suficiente, y, al no tener el ejército republicano una presencia firme en la región, el municipio cayó el 28 de septiembre de 1936, después de dos largos meses de guerrilla. Fue entonces cuando dio comienzo una represión absoluta hacia la población civil cuyas heridas no han sido aún cerradas.

La primera ola de fusilamientos tuvo lugar con la aplicación del bando de guerra, a partir de la toma del pueblo por las tropas fascistas. Esta etapa, conocida como el terror caliente por los historiadores, pudo haberse saldado con más víctimas si no fuera por los muchos jimenatos que se marcharon por Málaga, Almería y todo el corredor mediterráneo, algunos llegando incluso a Francia. Esta tendencia se bautizó en el pueblo bajo el nombre de juías (huidas). Pascual Collado relata en primera persona el sufrimiento de las familias que, sin avistar el peligro, decidieron quedarse. “A mi abuelo lo encarcelan durante tres noches, y el 6 de octubre de 1936 lo suben al cementerio junto a otros dos presos, entre ellos un niño de 15 años. Aquí arriba los fusilan”, describe el jimenato mientras pisa el suelo bajo el que tiene la certeza de que yace su antepasado.

El exalcalde de Jimena, Pascual Collado (dcha.) y su hijo muestran una fotografía de su antepasado.
El exalcalde de Jimena, Pascual Collado (dcha.) y su hijo muestran una fotografía de su antepasado. / Erasmo Fenoy

Una segunda serie de asesinatos en Jimena se produjo con la escalada de represión que sufrió el pueblo a partir de febrero de 1937, cuando muchos de los que habían huido a Málaga vuelven al ser la ciudad tomada por las fuerzas italianas y españolas. Collado recuerda que Jimena fue muy castigada durante este período: el régimen trató entonces de perseguir directamente a cualquiera con afiliaciones políticas o sindicales contrarias al fascismo.

Los últimos fusilamientos, coinciden Collado y Román, se sucedieron a partir de 1939 hasta bien entrados los años cuarenta, cuando, una vez instaurada la dictadura, se reprimió a los enlaces de la guerrilla antifranquista a través de la aplicación de la Ley de Fuga. El historiador Luis García de Bravo ha dedicado buena parte de su investigación al estudio de estos casos posteriores a la Guerra Civil. Ténganse también en cuenta las represalias del régimen hacia muchas de las familias supervivientes. “A la mía le costaba siete veces más conseguir los mismos recursos que otras, no hablemos ya del estatus social. Para sacar adelante a sus cinco hijos, mi abuela tuvo que hacerse matutera durante años, trayendo al pueblo mercancías de Algeciras, Gibraltar y La Línea”, revela el exalcalde de Jimena.

Ocho décadas después, el Foro por la Memoria del Campo de Gibraltar lucha por que se cierren ya las heridas. Aunque fundado en 2004, el grueso de la actividad de la asociación empezó hace diez años, desde que se emprendieron las exhumaciones del Marrufo y La Sauceda. Las investigaciones históricas comprobaron que La Sauceda, un núcleo rural en el corazón de los Alcornocales donde muchos fugitivos de la represión habían buscado cobijo, había sido bombardeada y destruida, y sus habitantes detenidos y enviados al cortijo del Marrufo, donde fueron torturados y fusilados. La intervención concluyó con la rehabilitación del cementerio de La Sauceda, donde se depositaron los 28 cuerpos encontrados.

Paralelamente, se dispuso la vivienda que hoy alberga el Foro como Casa de la Memoria de La Sauceda. Hoy, la sede es un espacio para la investigación, la divulgación y la consulta, y su director, Andrés Rebolledo, la describe como un lugar abierto y vivo para ahondar en la memoria histórica de Andalucía y España. “También explicamos a jóvenes de instituto lo que hacemos y por qué. Queremos que sepan nuestra historia reciente y desconocida, y sean conscientes de la injusticia que sigue existiendo con las decenas de miles de españoles enterrados en cunetas, tapias y fosas comunes”, sentencia Rebolledo.

El alcalde de Jimena, Fran Gómez
El alcalde de Jimena, Fran Gómez / Erasmo Fenoy

La política también entra en juego para la exhumación del cementerio del castillo. “Ahora mismo hay que conseguir fondos. Del Ayuntamiento, por supuesto, y esperamos que de la Diputación de Cádiz. Se trata de sumar, no restar, así que agradeceríamos la participación de la Junta de Andalucía también”, añade Francisco Gómez, alcalde de Jimena. Sin embargo, antes de eso aún quedan cosas por hacer. Ahora, el proceso a seguir es abrir el patio en extensión y determinar cuántas fosas puede haber. Solo después de estos procedimientos se podrá abrir la fosa completa y exhumar los restos.

El paso final consistirá en un estudio antropológico para determinar la edad, el sexo y posibles patrones de muerte violenta en los cuerpos recuperados. Como en El Marrufo, también se harán pruebas de ADN para estudiar la coincidencia genética con los presuntos familiares. Gómez reconoce que esta última operación será la más costosa, y por eso espera que se pueda realizar en colaboración con la Universidad de Granada. De forma paralela, el Foro por la Memoria ya está recopilando testimoniosrecopilando testimonios a través de una subvención que solicitó el Ayuntamiento de Jimena a la Junta de Andalucía. Este dispositivo trata de localizar familiares y comprobar su coincidencia con los hipotéticos que figuran en la lista.

Un ciudadano posa con la bandera de la Segunda República sobre la fosa hallada.
Un ciudadano posa con la bandera de la Segunda República sobre la fosa hallada. / Erasmo Fenoy

En un futuro se podrá hacer algo también en las supuestas fosas que quedan por explorar en Jimena, como la de San Pablo de Buceite. Pero todo depende de que los familiares o alguna asociación reclamen la exhumación, solicitando de oficio la intervención a la Junta de Andalucía. Para las intervenciones en el castillo de Jimena tomó la iniciativa el Foro por la Memoria, y se sumaron el Ayuntamiento y la Diputación de Cádiz, que es quien sufraga tanto el georradar como las catas.

El pueblo, por su parte, está por la labor de acabar de desenterrar a sus antepasados, según Gómez. El alcalde manifiesta: “Este es un objetivo conseguido, tanto para ellos como para nosotros. El resto de administraciones tienen que entender que no se trata de aportar granos de arena, sino de una obligación nuestra como administración que hay que cumplir y zanjar”.

La labor del Foro por la Memoria

Además de completar las exhumaciones pendientes, el Foro por la Memoria del Campo de Gibraltar tiene otras dos misiones: erradicar la simbología franquista y anular las condenas del régimen. “Que haya calles y plazas con el nombre de quienes han causado tanto mal en este país no solo atenta contra las víctimas, sino con la propia legislación de 2007”, matiza Rebolledo: “Y la tercera, una cuestión de dignidad. Que se retiren las condenas que, a día de hoy, siguen penando a todas las personas que fueron fusiladas con causa judicial durante la dictadura”.

Ante la pregunta de por qué la memoria histórica sigue generando debate en España, a Rebolledo se le ocurren dos respuestas: primero, porque los del caudillo se erigieron vencedores. Al contrario que Hitler en Alemania, a Franco nadie lo derrocó, y en la Transición no se terminó de erradicar el legado franquista. “Sus herederos, todavía en los organismos oficiales y partidos políticos, siguen sintiéndose vencedores”, analiza Rebolledo, y así se explica que “España nunca haya sentido la necesidad social y estatal de resolver el trauma para volver a andar de manera limpia como país” que sí dio lugar a los juicios de Núremberg en Alemania.

Andrés Rebolledo, director del Foro por la Memoria, en el edificio que alberga su sede.
Andrés Rebolledo, director del Foro por la Memoria, en el edificio que alberga su sede. / Erasmo Fenoy

Segundo, la irresponsabilidad. Rebolledo cree que ni el gobierno ni la Corona deberían permitirse tener más de 100.000 cuerpos debajo de tierra. “Las leyes internacionales y universales exigen al Estado español resolver este asunto, mientras nuestros líderes hacen caso omiso a las recomendaciones de la UE y la ONU”, denuncia el activista. El exalcalde Collado parte del mismo punto: “Recuperar la memoria histórica es un derecho de los familiares y un deber de la sociedad con aquellas familias que, sin justificación, fueron represaliadas”.

La derecha tiene que madurar, según Rebolledo, y aceptar y asumir la causa de los que aún reclaman a familiares desaparecidos durante y después la guerra. A nivel provincial, Collado cree que la Diputación está haciendo un buen trabajo en materia de memoria histórica. Prosigue: “La Junta, hasta hace unos meses, también, y espero que el nuevo gobierno nos ampare, independientemente del color del partido que gobierne. Necesitamos el apoyo institucional, es una cuestión de Estado. No basta con subvencionar a familias y asociaciones. Es una cuestión que el Estado debe asumir como propia”.

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