Entre el amor y el vino: Ribera de Hozgarganta, el primer tinto del Campo de Gibraltar en tres siglos
GASTRONOMÍA
Rafael García y su mujer, María José Martínez, se enamoraron de una finca en Jimena donde plantaron cinco hectáreas de viñedos
Producen una mezcla de Merlot y Syrah que empezarán a comercializar en el verano de 2023
Fotos del lugar donde se produce Ribera de Hozgarganta, el primer vino del Campo de Gibraltar
El nacimiento del vino tinto Ribera de Hozgarganta, el primero que se elabora en el Campo de Gibraltar desde hace siglos, se debe a una historia de amor. De pasión también.
Un "vino especial"
La presencia de viñedos en el entorno de la bahía de Algeciras se remonta a tiempos antiguos y continuó durante la Edad Media en las huertas del río de la Miel. Hasta finales del siglo XVIII, los algecireños siguieron explotando el fruto de las vides sembradas en el territorio de la Dehesa de La Punta, en los alrededores de lo que hoy es Punta Carnero. Después de aquello, no se tiene constancia de producción vinícola en la comarca.
Explica Mario Luis Ocaña Torres en un artículo de Almoraima, la revista de estudios campogibraltareños, lo siguiente: "Viene siendo tradición en Algeciras el hecho de que en otros tiempos la ciudad gozó de cierta fama debido a la calidad y/o abundancia de sus vinos. Pero de hecho, y a pesar de que se ha venido otorgando a los locales el apelativo de especiales por razón, según algunos, de la excelencia de estos vinos, el caso es que hasta el presente no se conoce publicación monográfica que demuestre dónde, cuándo y en qué medida de superficie se cultivaba el viñedo en las proximidades o en el espacio que hoy ocupa el solar de la ciudad de Algeciras en los años del Siglo de las Luces".
Ciertamente el sobrenombre de especiales tiene relación con el vino en algunas de sus teorías. Al parecer, el caldo que se producía en la zona llevaba este nombre por su extraordinario sabor, que llevó a llamarlo "vino Especial".
La reaparición de vides actualmente en la comarca, tres siglos después de aquel "vino Especial", se debe a un algecireño, Rafael García. Sin embargo, no ha elegido su ciudad de origen para establecer la producción, sino las orillas del río Hozgarganta a su paso por Jimena de la Frontera, en pleno Parque Natural de Los Alcornocales. Y así ha bautizado su vino: Ribera de Hozgaganta.
En nuestras tierras
"En nuestras tierras, antiguos asentamientos romanos establecieron sus lagares. Tierras que, ahora, a orillas del río Hozgarganta, sirven de espacio para la elaboración de nuestro inigualable vino", reza la elegante etiqueta que viste las botellas jimenatas.
Seis inquietos perros bodegueros reciben al visitante. Fueron catorce, pero los más fuertes mataron a sus hermanos de camada. Caín y Abel. La vida misma. Llegar hasta la finca "El Coto" no es empresa fácil. Se encuentra al final de un remoto camino sin asfaltar, después de cruzar el río y las vías de tren. La zona es conocida como La Bordalla.
En el verano de 2018, la Guardia Civil y la Policía Nacional encontraron en una casa rural de La Bordalla a uno de los narcotraficantes más buscados por las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado: Samuel Crespo Domínguez, integrante del clan de los Castañitas, que se había escapado del viejo hospital de La Línea cinco meses antes. En la hostería de La Bordalla dio con un lugar idílico para esconderse de sus perseguidores.
Lo remoto del lugar, también su belleza, fue lo que enamoró a Rafael García. La finca lo tenía todo, incluso un caserón a medio construir con una elegante torre coronando los terrenos. "Aquí estamos de categoría", resume Rafael, algo que confirma su mujer, María José Martínez, también natural de Algeciras.
Cuentan que, en un principio, tenían pensado instalar la bodega en unas antiguas cabrerizas y unos boxes para caballos en la parte más baja de la finca, pero han cambiado de idea. "Al final esto son cosas viejas que exigen que les eches mucho dinero y nunca quedan bien. El típico lavado de cara que acaba siendo un parche". Y añade Rafael, señalando el caserón sobre la loma: "En cuanto tengamos los permisos, construiremos la bodega en los bajos de aquella casa". El flechazo con la vivienda fue lo que hizo que él y María José compraran estos terrenos en Jimena de la Frontera, hace una década, a la constructora Marvi.
"Cuando la empresa se vino a pique, aprovechamos la desgracia para quedarnos con esto", resume García, que en Algeciras trabajaba en una empresa de encofrado. Sin embargo, el planteamiento inicial de la pareja ha cambiado sustancialmente con el transcurrir de los años. Lo que iba a ser una inversión en una finca de recreo se ha convertido en una aventura familiar a causa del vino.
Un valor añadido
El primer planteamiento del matrimonio fue sembrar aguacates. "Un primo mío, que se dedica a los cítricos, me quitó la idea de la cabeza. Me dijo que iba a necesitar muchísima agua, así que nos olvidamos. Entonces, ¿qué podíamos plantar aquí para ponerle un valor añadido a la finca?", se preguntó Rafael, cuya idea original era revender los terrenos cuando llegara el momento propicio.
Rafael y María José se conocieron por motivos laborales en la central térmica de Puente Mayorga. Ella era ingeniera industrial y él trabajaba de encargado, aunque explica que su oficio, a lo largo de los años, ha sido adaptarse a todo. "Yo vi por primera vez a esta mujer en el sitio más feo del mundo", recuerda él. "Pero, de pronto, aquel lugar, gracias a ella, se convirtió en el más bonito. Para mí, todo aquello era verde. Cuando te enamoras de alguien, esas cosas pasan".
Sostiene Rafael García que fue el destino lo que hizo que conociera al amor de su vida en un "sitio horrible". "Finalmente, lo que era un lugar desagradable se convirtió en algo bonito. Y donde no había nada, nació la belleza. Esta finca es exactamente lo mismo". Y añade: "Nosotros vinimos aquí y compramos estos terrenos porque eran la desgracia de un tercero y, de repente, nos apasionamos de todo esto".
"A un rico poderoso siempre le encanta tener su propio viñedo", explica el algecireño. "De ahí que nos lanzáramos con el tema del vino". El valor añadido. "Pero ahora que nos hemos visto metidos en este mundo, nos hemos enamorado de él. Es guapísimo". María José toma la palabra: "Lo hemos hecho todo nosotros desde el principio: preparar la tierra, plantarla, podar la viña, transportar la uva, embotellarla, etiquetarla... Todo". Afirma que, hasta el inicio de esta aventura agrícola, su única relación con el vino era beberlo. No es un mal comienzo. Con pan y con vino se anda el camino, dice el refranero.
"Fue un jefe mío en la empresa de encofrado quien me recomendó en la térmica", rememora Rafael. "Como encargado, tenía un sueldazo. Esto no me lo merezco, pensaba a menudo. Yo hice la EGB y para de contar. Era un niño de Algeciras, sin estudios y gobernando a una plantilla de 80 personas. Lo que pasa es que siempre he sido lanzadillo". Cuenta García que su mujer, siendo ingeniera, ganaba menos que él. "No era justo".
Artesano 100%
Este mes de marzo, el matrimonio empezará la tramitación para construir la bodega de sus sueños. Para ello, tienen que pedir permiso al Parque de Los Alcornocales, a la Junta de Andalucía y al Ayuntamiento de Jimena. "Es un caos para solicitar la licencia: todo va demasiado lento". Por ello, de momento, tras la vendimia, almacenan la uva en unos contenedores con capacidad para 700 kilos. A continuación, los mandan a una nave para su refrigeración. "Ahí ya va fermentando la uva sola", detalla Rafael. "Seremos de las pocas bodegas que la fermentación se hace de forma espontánea, sin levadura. Nuestro rollo es 100% artesano".
La finca cuenta con 50 hectáreas, de las cuales unas 5,5 están dedicadas a la producción vinícola, una cifra que irá en aumento en los próximos años hasta alcanzar las 14 hectáreas. Las variedades elegidas son Merlot y Syrah. "Íbamos a recuperar también la Tintilla de Rota, casi olvidada, pero los injertos que hicimos no agarraron".
En las últimas cosechas, todo se ha hecho evitando usar maquinaria y pesticidas. "Las labores las llevamos a cabo con la familia y los amigos", presume el viticultor algecireño. La semana anterior estaban podando. Sólo contratan a personal externo para la vendimia. El pasado mes de agosto fueron 45 personas a través de una empresa de trabajo temporal. Sin embargo, la experiencia no fue buena. "Mandaron a niños que no tenían ni idea. La uva caliente no se puede coger, así que la vendimia debe realizarse desde que sale el sol hasta las once de la mañana", explica María José. "Y debe hacerse, además, rápido y en unos días muy concretos para que no se pase".
El matrimonio guarda el vino de la última cosecha en unos depósitos de acero inoxidable instalados en un antiguo guadarnés. "Estuvimos en Fitur y, allí, el alcalde de Jimena, Fran Gómez, nos prometió que nos iba a orientar para ver qué papeles debemos presentar y tirar por el camino más corto para hacer la futura bodega", mientras habla, Rafael García llena generosamente las copas de vino.
Joven y con personalidad
Las primeras botellas de Ribera de Hozgarganta se comercializarán en el verano de 2023, con un 70% de Merlot y un 30% de Syrah. Hasta entonces, sus creadores lo han dado a probar entre personas de su entorno "para que la gente empiece a opinar", explica Rafael. "Es un vino joven, con personalidad". También es fresco, frutal y aromático, con pocos taninos, propicio para comidas ligeras, con un paso de boca agradable.
En la revista La Semana Vitivinícola, el enólogo Eugenio Vallecillo contaba que llevada trabajando en este ilusionante proyecto desde 2014, "cuando vimos que, pese a no tener tradición de vino, en este terreno de Jimena se podía poner en marcha una explotación con futuro".
El alcalde del municipio, Francisco Gómez, rápidamente ha comprendido que la iniciativa de Rafael y María José puede convertirse en una magnífica fórmula para promocionar la zona en el sector vitivinícola, además de crear puestos de trabajo y provocar un "efecto llamada" entre otros viticultores.
"Una historia de éstas te arruina", confiesa Rafael. "Llevamos seis años echando dinero y sin ver beneficios, porque todavía no hemos empezado a vender". Los bodegueros le persiguen allá donde va. "Nuestros clientes potenciales tienen que ser consumidores con un nivel adquisitivo medio-alto porque la botella la queremos poner a 20-25 euros, de lo contrario, no le sacamos rendimiento" y cree que su nicho de mercado no está en España. De momento, Ribera de Hozgarganta va a entrar en la carta de vinos de KE Sotogrande y Bugao, en Madrid.
En esta hazaña ha jugado un papel crucial un jimenato, Cristóbal Márquez, que María José describe como "nuestros pies y nuestras manos". Al igual que los dueños de la propiedad, Cristóbal, a quien cariñosamente llaman Tobi, prefiere no salir en las fotos. Conoció a Rafael por casualidad, cuando le hizo unos trabajos de descorche y desbroce. Desde entonces, no se han separado. "Me he estudiado todos los libros de enología que he encontrado para empaparme", explica Tobi mientras el burro Platero se le acerca por la espalda.
"Encontrar a Tobi fue ganar la lotería", cuenta Rafael cuando su amigo y encargado no le escucha. "Fue un flechazo laboral y, al final, se ha convertido en familia".
No ha sido el único golpe de suerte de este buscavidas algecireño que acabó enamorándose de su mujer en la térmica y, junto a ella, produce el primer tinto de la comarca. Lo dicen los sabios: hombre que vive de amor y vino, que no se queje de su destino.
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