David Morales: “La constancia es fundamental porque nadie regala nada”
Flamenco
El bailaor linense lleva a Nueva York la historia de amor entre Simón Bolívar y Manuela Sáenz
El espectáculo mezclará el acento andaluz con el latinoamericano, el chino y el afro del Bronx
David Morales lleva su musical flamenco 'Amor en libertad' hasta Nueva York en noviembre
David Morales, primer artista que lleva el flamenco al metaverso
El bailaor de La Línea David Morales prepara ya en Nueva York las dos representaciones que tiene previstas en el Town Hall, los próximos días 21 y 22, de su espectáculo sobre Simón Bolívar, el libertador de América, y su relación de amor con Manuela Sáenz, apoyado por la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte de la Junta de Andalucía. Vive de nuevo una experiencia en la ciudad de los rascacielos, en Estados Unidos, y piensa en otros escenarios para 2024.
Nada más llegar perdió buena parte de sus maletas y ha tenido que esperar hasta recuperar el vestuario del espectáculo. Recorre estos días medios de comunicación, ha visitado el Consulado de España, la sede del Instituto Cervantes y ha grabado un videoclip promocional. Cabalga entre horarios español y estadounidense, ilusionado con mostrar su arte y su concepto del flamenco sobre el histórico escenario municipal neoyorquino, donde suelen decir que "no hay un mal asiento".
-Nueva York no es territorio extraño y novedoso para usted. ¿Pero qué sensación produce ver un gran anuncio de su obra en Times Square, en la isla de Manhattan?
-Se emociona uno y luego, cuando ya no lo estás viendo, recapacitas tomando un café, te dices: "Cuando se hace el trabajo, la recompensa está". Es la constancia. Ahí se acuerda uno de cuando por la mañana te dices que no tienes ganas de ensayar con el frío que hacer, pero te pones; y cuando dices uf, hoy hace mucha calor, pero te pones. Ahí está el reconocimiento al esfuerzo, en el día a día. Las cosas no se regalan.
-¿El elenco que le acompaña en Nueva York es igual al que se presentó en Madrid?
-Va a ser todo muy distinto porque hay venezolanos que no pueden viajar a Estados Unidos porque es muy complicado. Los flamencos sí están, como Salvador Andrades (guitarrista algecireño), que es nuestro director musical, y Gaspar Rodríguez, que es otro guitarrista con el que hemos trabajado muchas veces y yo tenía muchas ganas de que se incorporara a este espectáculo. Juan Fariña es nuestro cantaor y Margary Meléndez, la cantaora; Guillermo Ruiz está a la percusión y, como me gusta tanto explorar cosas, tenemos a seis venezolanos que están viviendo en Nueva York que van a hacer la parte de su país y de música latinoamericana, lo que son tambores, el baile del joropo. Hay una cosa muy importante en el espectáculo que presentamos en Nueva York: la chica que hace el papel de Manolita Sáenz es la primera bailarina del ballet de Martha Graham, que es china, Xin Ying. Creo que la pluriculturalidad estará. También queremos contar con músicos afroamericanos del Bronx. Va a ser un espectáculo flamenco, con música latinoamericana con un toque neoyorkino. Que lo que soñó ese Bolívar histórico, conquistador, se pueda ver reflejado en Nueva York.
-'Amor en Libertad' se llama el espectáculo. Simón Bolívar y Manuela Sáenz, un amor a prueba de bombas.
-Totalmente. Todo viene de las cartas de amor entre Bolívar y Manolita Sáenz. Ella era una feminista, una mujer que se montaba a caballo como se montaban los hombres, que se ponía pantalones en su tiempo (década de los años 20 del siglo XIX). Cuando conoce al libertador lo abandona todo por él, le ayuda. Es una historia apasionante, total, y actual también.
-De las experiencias que ha tenido en las representaciones que ha hecho de este espectáculo hasta ahora, ¿con cuál se queda?
-El flamenco siempre tiene esa fuerza, rompe ante el público y en todos los lugares. Pero la experiencia de Madrid fue muy buena por la participación de los venezolanos que vinieron, por la gente que aplaudió a rabiar, que participó tocando el tambor, que se utilizaba por los negros en la época de Bolívar para celebrar la fiesta. Madrid le ha dado un punto importante al espectáculo porque no ha sido en Venezuela o en Colombia, sino Madrid, y ver allí la reacción del público ha sido emocionante. Y en el Círculo de Bellas Artes, un lugar con tanto prestigio.
-¿Estas dos representaciones en Nueva York son parada final para este espectáculo?
-Estamos pensando si hacerlo en Estambul y en varias ciudades en China. Nueva York es un paso importante para cualquier artista, pero el mercado asiático también lo es. Nosotros hace mucho tiempo que no vamos y ese mercado hay que abrirlo. Londres también lo tenemos previsto. En 2024 podemos hacer esas tres cosas.
-Usted se ha formado en las escuelas de El Güito y Antonio Gades. Se declara ortodoxo en las formas de su baile, aunque está abierto a nuevas vías de expresión y difusión, entre ellas el metaverso.
-Claro, es fundamental. Mi forma de sentir el flamenco pertenece a las escuelas que usted cita, además de la de Manolete. A mí no me gusta desvirtuarlo, aunque respeto a todos mis compañeros porque el flamenco tiene muchas corrientes. De hecho, siempre me dicen que en mis espectáculos soy muy atrevido con las músicas, hilvanándolas. Hacemos un joropo (género musical y danza tradicional de Venezuela y Colombia) aflamencao; en Bolívar hay un vals. Ahí jugamos. En Nueva York vamos a meter a los afros, con trompetas, por bulerías. Lo del metaverso me costó mucho entenderlo. Yo le preguntaba mucho a mis niños, que me lo contaran como a un chiquillo de cinco años. Tú pestañeas y la tecnología nos adelanta, pero creo que para el flamenco es bueno, siempre y cuando respetemos la pureza.
-Usa la tecnología como vía de difusión de su arte y de relación con su público. ¿Sería capaz de someterse a comparación con la Inteligencia Artificial?
-En la tecnología intento estar siempre en el camino. Una de las cosas que estamos intentando es montar un tablao flamenco en el metaverso. Hay que ir con los tiempos, pero el flamenco, el que yo entiendo, es el que he ido aprendiendo desde que me subí a un escenario con seis años. Hace veinticinco años, en el Teatro Cervantes (Málaga), estaba en los asientos traseros con Paco Jimeno, guitarrista, y me quedé flipao viendo a un grupo de bailaoras que bailaban de maravilla. Cuando terminó el espectáculo nos acercamos y eran cinco japonesas. Desde entonces, siempre he dicho que el día que se puedan cambiar las caras el flamenco se nos va a ir. El avance está en la raíz, que hay que conservarla. La soleá, la seguiriya, el cante de Antonio El Chaqueta, eso está y hay que mimarlo.
-¿Su éxito es el de un trabajador constante del flamenco, del baile sobre múltiples escenarios?
-Pienso que la constancia es fundamental. Nadie regala nada y estar mucho tiempo en la brecha cuesta mucho. Ahí están siempre las tormentas que uno tiene en la cabeza, pero la constancia es fundamental. En esta profesión, como en cualquier profesión, -se lo digo a mis hijos, a mi sobrino, a mis amigos- la persona se hace por la constancia en lo que uno haga, y el objetivo hay que buscarlo en el día a día. Después viene la suerte y otros factores que nos acompañan en la vida, pero parte de mi trabajo en el flamenco está en la constancia, tanto a la hora de montar como bailaor, como coreógrafo y como productor, porque nosotros hacemos todo. Es un trabajo difícil, pero uno hace lo que quiere hacer. Nadie te dice tienes que ir para acá o allá, y eso también es una alegría.
-¿Montajes futuros e inminentes?
-De momento no tenemos claro cuál será, pero sí que habrá que ir pensando en el siguiente espectáculo. Habrá que seguir.
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