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Personajes ilustres, famosos y populares (XLIII)

Enciclopedia de La Línea

María Luisa Escribano recoge la Medalla de Andalucía, en 2016.
Miguel Del Manzano

23 de junio 2019 - 05:00

La Línea/La Enciclopedia de La Línea recoge en el tomo III las biografías de 329 personajes linenses o muy vinculados a la ciudad. Están representados casi todos los estamentos y profesionales. Contiene historias de literatos, pintores, docentes, sacerdotes, médicos, cantaores, cantantes, bailaores, compositores, músicos y toreros, además de psicológicos, locutores, deportistas y actores.

María Luisa Escribano (Docente)

Nació en Tarifa en el año 1946. A los catorce años, sus padres se trasladan a Algeciras, donde estudia Bachillerato y el Magisterio de la Iglesia, aunque la Reválida la realiza en Sevilla. Aquel Magisterio algecireño sólo duró tres años y precisamente la primera y única promoción que hubo fue la de María Luisa Escribano. Obtiene su primera interinidad en el Colegio Público de La Piñera en 1965. Forma parte de la primera plantilla del Colegio Virgen del Mar, en el curso 1967-68.

Su interés por los niños con problemas psíquicos comienza cuando ejerce en la Unitaria Las Pilas, en la carretera vieja de Los Barrios. Por la revista de educación Escuela Española se informa de que existen unos cursos específicos en Madrid. Se presentaron 300 maestros de ambos sexos para sesenta plazas. Aquello fue una auténtica oposición a base de test, que tuvo lugar en la Escuela Normal de Magisterio Pablo Montesino.

Aprobó y realiza el curso de Educación Especial con muy buenos profesores en el año 1968. La obtención del título de Educación Especial exigía dos años de prácticas. El primer año lo realiza en Algeciras y al curso siguiente es propuesta por los inspectores de enseñanza del Campo de Gibraltar, Esteban y Rita para poner en funcionamiento dos aulas de Educación Especial en la antigua cárcel de La Línea, en calle Granada, frente a las Bodegas y Destilerías Gavira.

Por aquel tiempo era presidente de Asansull el conocido empresario Guillermo Ruiz Marín, concejal del Ayuntamiento linense, que facilitó las obras de adecuación del edificio. Este fue el comienzo del Colegio Virgen del Amparo que María Luisa fue llenando de contenido aquel viejo lugar que años atrás, antes de ser utilizado como cárcel, sirvió de escuela pública. Allí conoció a un compañero dedicado también a la educación especial, Felipe Cambres Trilla, con el que posteriormente contrajo matrimonio; juntos formaron un formidable equipo entregados a sacar adelante aquel proyecto.

La demanda era mucha pero la disponibilidad era escasa. Se hacía necesario cambiar de lugar y en 1990 se presenta la ocasión. El nuevo centro está ubicado en la Avenida del Parque, en la zona norte de la ciudad.

Paralelamente a la labor docente también ha ejercido su actividad política. Llegó a ser candidata a la alcaldía de La Línea por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en las elecciones municipales. Ha sido delegada provincial de Asuntos Sociales por Cádiz.

Actualmente, aunque ya está jubilada realiza su labor en Asansull. En 2016 recibió la Medalla de Andalucía.

Francisco José Escarcena Alcaide (Torero)

Nació en San Roque el 28 de noviembre de 1974. Su carrera taurina la realizó casi por completo en La Línea de la Concepción.

Curro Escarcena

Después de una triunfal carrera como novillero, actuando en muchas plazas del entorno y algunas fuera de él, tomó la alternativa en una corrida de toros de la Velada y Fiestas de nuestra ciudad, el día 21 de julio de 1999. Actuó de padrino Enrique Ponce y de testigo, Rivera Ordóñez.

La res del doctorado se llamaba Violetillo, negro, con el número 14, de la ganadería de los Herederos de Manuel Álvarez. Iba vestido para la ocasión de gris perla y oro y como resultado artístico de las faenas fue ovacionado.

Don Tranquedo (Humorista taurino)

Don Tranquedo, durante una actuación.

Don Tranquedo, de apellido Rebollo, realizaba la suerte. Que consistía en que el ejecutor de la misma, vestido rigurosamente de blanco y pintado también de blanco el rostro, se colocaba sobre una especie de pedestal, a una prudente distancia de la puerta del chiquero con un botijo de barro del cual, dejaba fluir el agua fresca, en forma de estatua.

Cuando al novillo le daban suelta y se encontraba frente a la supuesta figura, frenaba sus impulsos y, generalmente, eludía por instinto, el choque. Constituía un número emocionante, que el público premiaba con aplausos y unas monedas (perras gordas y chicas), que depositaban en el cucurucho blanco con el cual se cubría don Tranquedo.

En una ocasión el novillo, que desconocía las reglas de juego, no estimó conveniente frenarse y arremetió con fuerza contra la figura que tenia en frente, haciendo rodar por los suelos al pobre de don Tranquedo, dándole una impresionante paliza, como consecuencia de la cual perdió un ojo.

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