Personajes ilustres, famosos y populares (XXXV)
Enciclopedia de La Línea
La Línea/La Enciclopedia de La Línea recoge en el tomo III las biografías de 329 personajes linenses o muy vinculados a la ciudad. Están representados casi todos los estamentos y profesionales. Contiene historias de literatos, pintores, docentes, sacerdotes, médicos, cantaores, cantantes, bailaores, compositores, músicos y toreros, además de psicológicos, locutores, deportistas y actores
José Cruz Herrera (Pintor)
José Cruz Herrera, quizás el linense más ilustre de su historia, nació en una casa de la calle Real de La Línea la tarde del 1 de octubre de 1890. Es bautizado con el nombre de José María Remigio el día 18 del mismo mes por don Francisco de Paula Contreras Martel, coadjutor de la Parroquia de la Inmaculada. Actuaron de padrinos del neófito dos tíos carnales, hermanos de su padre, Carlos y Marcela Cruz García.
Durante unas Navidades, el niño Cruz Herrera cae enfermo. Con motivo de las fiestas de los Reyes Magos, los padres le regalan una caja de pinturas. Aquel obsequio va a significar la consecución de un sueño acariciado. Casi desde la infancia empezó a dar muestras de su enorme calidad artística, sobre todo para la pintura, y comenzó a hacer copias de las grandes obras clásicas. Diego de Velázquez fue uno de sus pintores favoritos, junto con Murillo y Goya. Su paleta comienza, sin apenas darse cuenta, a enriquecerse a la sombra de tan importantes maestros.
Cruz Herrera comenzó sus estudios en La Línea y luego se fue a Sevilla, aunque sus pretensiones artísticas le obligaron a trasladarse a Madrid. Para poder marchar a la capital de España, José Cruz Herrera escribió una carta a Fernando de Villar, director del Fénix Agrícola, al que no conocía. Éste, impresionado por su valentía, le contrató con un sueldo de dos pesetas diarias aparte de facilitarle la continuación de sus estudios en la Escuela Superior de Bellas Artes. El pintor, en muestra de su infinito agradecimiento, le regaló su Medalla de Tercera Clase de la Exposición Nacional de Bellas Artes, conseguida con el lienzo Capilla del Cristo de la Misericordia de los Duques de Osuna, en el año 1915.
En 1914 obtuvo una beca para proseguir sus estudios en París y Roma. Sería en agosto de 1918, siendo ya un pintor reconocido, cuando contrae matrimonio con Amparo Mayor de Miguel en Aguilar del Río Alhama (La Rioja). Siempre que volvía a su pueblo aprovechaba para continuar su tarea pictórica, mediante la cual realzaba la belleza de la mujer andaluza.
En 1921 expuso cuarenta cuadros en el Salón del Círculo de Bellas Artes de Madrid y asistió a la inauguración la Infanta Isabel. La Línea le ofreció entonces un emotivo homenaje por sus triunfos. En este mismo año viaja a Sudamérica.
Cruz Herrera ofreció a su pueblo este premio, al igual que los anteriores. El Ayuntamiento le otorgó el título de Hijo Ilustre, Preclaro y Predilecto de la Ciudad y se instituyó un premio anual que llevaba su nombre. Cruz Herrera, muy agradecido siempre, correspondió a los honores que le tributó su pueblo con la realización de dos cuadros: Mujeres Linenses y Ofrenda a La Línea, dos obras magníficas.
Expuso en Bélgica, Milán y Roma. Al trasladarse a Marruecos inició una nueva etapa, con una pincelada mucho más suelta, llegando en algunos paisajes marroquíes a ser típicamente impresionista. Esta etapa fue reconocida con innumerables galardones. Pintó como nadie a la mujer linense.
Desde 1942, con algún intervalo, los carteles de la Feria de La Línea han sido ilustrados con la reproducción de una obra de Cruz Herrera.
El 12 de junio de 1942, El Heraldo de Madrid le dedica su portada Al Mercado, premiado en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1924, con una medalla de Segunda clase. (Obra muy aguilareña). Esta es su segunda medalla en una exposición nacional.
Al Mercado es un gran cuadro, con doce figuras, de gran movilidad en sus actitudes, acompañadas de frutas, animales, cántaras, etc. “Cruz Herrera plasma en él –afirma Cecilio Barberán- las figuras riojanas, no despegando del mismo la ascendencia andaluza; de ahí que todas las figuras de Al Mercado se muestren riendo, satisfecha de vivir, como se muestran aquellos que participan de las riquezas inagotables de la Naturaleza. Los personajes de este cuadro son todos de Aguilar del Río Alhama. Viendo el cuadro en detalle se aprecia la silueta de la torre de Aguilar.
La Línea de la Concepción recibe con júbilo la concesión de esta segunda medalla. Para conmemorar tal efemérides se coloca en julio de 1924 una lápida bajo el balcón de la casa número 11 de la calle Real, donde había nacido. Desgraciadamente, ya no existen ni la casa ni la placa. El pintor, que se encuentra en el norte de España, concretamente en Vigo, no puede asistir al acto. El alcalde, don José María Bonelo hace constar en acta “que el homenaje acordado resulta pálido si se compara con la gloria que con su talento artístico ha obtenido para La Línea”. Cruz Herrera envía un escrito a la Corporación Municipal en la que solicita que “sea mi padre quien presencie ese homenaje a mí dedicado, más de vuestro cariño que de mis propios méritos”.
En mayo de 1926, obtiene la Medalla de Primera Clase en la Exposición Nacional con su lienzo La ofrenda de la cosecha, actualmente en el Museo Provincial de Málaga.
Cedió 104 cuadros al Ayuntamiento y a finales de los años sesenta empezó a gestarse el que luego sería Museo de Cruz Herrera, construido en la plaza de Fariñas.
En cierta ocasión, al preguntarle por sus temas favoritos respondió: “Mujeres, mujeres, mujeres, frutas y flores que es una misma cosa”. El pintor sintió siempre una estrecha y amorosa relación con su pueblo y en cierta ocasión confesó: “Nunca trabajo con más cariño que cuando me dispongo a demostrar que mi recuerdo y mi inspiración están constantemente aquí, en esta tierra donde nací, que es para mí la mejor del mundo”. En 1963 donó un extraordinario lienzo de la Inmaculada Concepción a la parroquia de igual nombre, donde había sido bautizado.
José Cruz Herrera falleció el día 11 de agosto de 1972 en Casablanca (Marruecos). En 1974, el Ayuntamiento le concedió, a título póstumo, la Medalla de Oro de la ciudad.
Una plaza y un museo con su nombre en el centro de la ciudad y los carteles de la Feria de julio son los reconocimientos que permanecen con el paso del tiempo. Cruz Herrera, como otros artistas de La Línea, sí fue profeta en su tierra.
El pueblo le supo corresponder siempre y él vivía al día su actividad en Madrid, hasta el punto de que se le informaba incluso de decisiones plenarias, como en aquel lejano 1950, cuando el entonces alcalde, Rafael Ruiz Marín, le hizo llegar un escrito en el que le comunicaba que había sido instituido el 20 de julio como festivo en recuerdo a la segregación del municipio.
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