Personajes ilustres, famosos y populares (XCX)
Enciclopedia de La Línea
El autor recuerda la trayectoria de Lorenzo Pérez-Periáñez Troya y de Manuel Pérez Cabrera
La Línea/La Enciclopedia de La Línea recoge en el tomo III las biografías de 329 personajes linenses o muy vinculados a la ciudad. Están representados casi todos los estamentos y profesionales. Contiene historias de literatos, pintores, docentes, sacerdotes, médicos, cantaores, cantantes, bailaores, compositores, músicos y toreros, además de psicológicos, locutores, deportistas y actores.
Lorenzo Pérez-Periáñez Troya (Comerciante y constructor)
Nació en Olvera (Cádiz) el 9 de junio de 1930, hijo de Juan Pérez Periáñez y de Remedios Troya. Era el mayor de cuatro hermanos, Remedios, Mariano y Paqui.
Su padre era representante de comercio y al fallecimiento de éste, Lorenzo se hace cargo de la cartera comercial paterna. Esta familia había llegado a La Línea en el año 1938, en plena Guerra Civil, cuando Lorenzo contaba con tan sólo ocho años.
Se hace cargo de la representación de la Casa Alfa, abarcando unas cuantas variedades de artículos como son electrodomésticos, bicicletas, motos, motonáuticas, además de una marca de artículos de joyería o una fábrica caramelos.
Se introduce en el mundo de la construcción y realiza las viviendas en la barriada de San José, llamada popularmente Barriada Periáñez, detrás de la Plaza de Toros, con edificaciones cómodas y asequibles. En el año 1951, con sólo veintiún años, lo nombran residente del Moto Club Linense, donde demuestra su capacidad y afición organizadora.
En este club organiza una serie de montajes competitivos que realza a una categoría y reconocimiento a este Club Linense, con participaciones de figuras mundiales como Ángel Nieto, Ricardo Tormo y otros de la categoría de la moto competitiva.
Debido al reconocimiento profesional, Lorenzo recibe un homenaje por parte de la firma General Electric, en el comedor de Maite (en Madrid), donde se le concede la insignia de oro y brillantes, máxima distinción de la empresa.
En 1969, cuando se cierra la Aduana, los comercios linenses sufren una retención en el desarrollo de sus ventas y muchos de ellos tuvieron que cerrar. Frente a esta crisis, la Casa Periáñez, con un número notable de empleados y de vehículos en rodaje que exigían un mantenimiento económico que no era posible resistir, pero el sistema de tenacidad y capacidad de sus dirigentes, y a la cabeza Lorenzo, hicieron posible la resistencia de estos penosos años.
Lorenzo contrajo matrimonio con Lucía Carmona Vázquez, descendiente de una familia muy conocida en esta ciudad. El enlace tuvo lugar el 17 de abril de 1959, en La Línea. De este matrimonio vienen cinco hijos: Rocío, Joaquín, Juan, Fernando y Lorenzo. Todos ellos han logrado carrera y desarrollan sus actividades correspondientes a los estudios realizados.
Fue uno de los fundadores del Trofeo Internacional de Fútbol Ciudad de La Línea, en colaboración con Andrés Mérida, Manuel Gavira, Antonio Denis y Juan Sabán Cabello. Más tarde es nombrado presidente de la Real Balompédica Linense, donde realiza una gran labor, saneando económicamente al club linense.
Ha sido propietario de la Casa Alfa, Créditos Ruca, en calle Clavel, que ya no existen, además del establecimiento matriz en la calle Clavel, frente a Confecciones Vicente Vázquez.
De este comercio familiar se exportan mercancías a Marruecos, Portugal y otros puntos del exterior, que se mantienen abiertos al buen entendimiento socio comercial con la acreditada Casa Periáñez.
Manuel Pérez Cabrera (Músico ambulante)
Los pianitos musicales, montados sobre una plataforma con ruedas y arrastrados por simpáticos borriquitos, recorrían las calles de La Línea haciendo las delicias de mozos y mozuelas en los alegres años 20 y finales de los 30. Volvieron a popularizarse en las décadas de los 50 y 60. En nuestra ciudad tuvimos una flota de más de doce.
En la calle San Pedro, frente a la Barbería de Padilla, vivió una de las personas que más sabían de estos organillos o pianillos. Era Manuel Pérez Cabrera, que fue organillero ambulante y propietario de varios de esos desaparecidos pianillos. No sólo se limitó a tocar estos aparatos por las calles de La Línea, sino que también lo hizo por las de otros pueblos vecinos. Además, reparaba e incluso afinaba dichos aparatos. Estos pianillos también se alquilaban para los bailes que se celebraban en los patios de vecinos y casas particulares al precio de 4 o 5 pesetas por noche.
Se fabricaban en Barcelona, en la casa Luis Casali, existiendo varios modelos que variaban de precios según el número de martillos que poseían. El de 45 martillos costaba 1.000 pesetas y el de 60 martillos y 5 campanillas, 1.700 pesetas.
En nuestra ciudad existían por aquellos años, aproximadamente unos catorce. Emilio Montseny conocido por el Chato el de los Pianillos, tenía cuatro. Manuel Pérez Cabrera tenía seis pianillos, los cuales guardaba primeramente en el Patio Arañón en la Avenida de la Banqueta y luego en el Patio Vichino.
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