La plaza de toros
Historia de La Línea
1870-2020. Miguel del Manzano recorre en una serie de entregas los principales hitos del proceso por el que se creó La Línea
La Línea/En el año 1880 surge la idea en esta población, que ya contaba con 1.260 habitantes de hecho, por parte de particulares de construir una plaza de toros que con el tiempo daría importancia a los festejos de la Velada. Así, en una sesión del Ayuntamiento celebrada el 7 de abril de 1880, “se da lectura a una instancia suscrita por D. Fernando Prades y Vives y D. Rafael Jiménez Calderón y Compañía, vecinos de Madrid y residentes en la Plaza de Gibraltar, como empleados en la sección facultativa del ferrocarril Jerez-Algeciras, solicitando licencia para la construcción de un circo o plaza de toros, a expensas de los exponentes y en terreno de su propiedad”.
Esta solicitud es rechazada en la sesión municipal del día 5 de mayo de este mismo año porque, según informe técnico emitido, “el proyecto no reúne las condiciones necesarias para los de su clase”, siendo alcalde en aquella fecha Enrique Rovira Ortiz.
En aquella misma sesión municipal se dio lectura “a una instancia suscrita por D. Adolfo del Castillo, arquitecto de la Real Academia de San Fernando y D. Luis Ramírez Galuzo, del comercio de esta Villa, solicitando autorización de esta municipalidad para construir un circo donde puedan celebrarse espectáculos acrobáticos, ecuestres y taurinos, conforme el proyecto y memoria descriptiva que acompañan, costeados a sus expensas y en terrenos de su propiedad”.
Esta construcción es autorizada por el Ayuntamiento en la siguiente sesión celebrada el día 12 del mismo mes y año, tras un detallado informe de la Comisión Municipal de la Policía Urbana.
No cabe duda que la construcción de la plaza de toros venía a significar un poderoso acicate para que el Ayuntamiento acometiera reformas urbanas en la ciudad, sobre todo en los accesos a dicho coso, puesto que en la sesión municipal celebrada el 4 de agosto de 1880 se propone que “sería conveniente que las calles afluyentes a aquel edificio y muy particularmente a la calle Clavel, se le diese la anchura de 12 metros, con objeto de plantar árboles a un lado y a otro y a la distancia de tres metros de las aceras que se fabriquen y de esta manera podrían transitarse en carruajes y a pie cómodamente y con holgura, además de dársele un bonito aspecto a la calle, que formará alameda o paseo”. En efecto, luego se llamaría Avenida del Campo.
Tanto los jornales como los materiales fueron pagados en calderilla, procedente de las ventas diarias de la Bodega de Ramírez en la calle Clavel, cerca de la Explanada: 5 céntimos por cada ladrillo, diez céntimos por cada carga de piedra de Sierra Carbonera y un real por cada losa labrada.
En 1880 dieron comienzo las obras, que tendría forma de polígono regular de 49 ochavas, dos cuerpos y 11 puertas, con techumbre soportada con columnas y arcos de mampostería, pero ocurrió que cuando la mayoría de los arcos estaban terminados, se desprendió uno de ellos arrastrando a todos los demás.
Las obras hubieron de empezar de nuevo, con la modificación del proyecto original: las columnas de mampostería fueron sustituidas por pilares de madera, sobre sólidas gradas de los tendidos y cimentación más bien propia de una fortaleza. Por fin, las obras fueron terminadas en enero de 1883, solicitándose reconocimiento oficial facultativo para proceder a su inauguración.
Emitido el informe favorable por el arquitecto provincial, el 20 de mayo de 1883, se procede al magno acontecimiento de la inauguración de la plaza de toros de La Línea, fecha que coincide con el día del Corpus y festejos de la Velada. Era alcalde Andrés González Rojas, quien presidió el acto inaugural, juntamente con las autoridades de Gibraltar y de la comarca, expresamente invitadas al acontecimiento.
En esta primera corrida, con un lleno hasta la bandera, el cartel no pudo ser más extraordinario, con la participación de las grandes figuras del toreo de la época, como los matadores Antonio Carmona El Gordito, de Sevilla, Salvador Sánchez Frascuelo, de Churriana, y Antonio Ortega El Marinero, de Cádiz, que lidiaron seis bravos toros de la ganadería de Teresa Núñez del Prado, de Arcos de la Frontera.
La corrida dio comienzo a las cuatro y media de la tarde, siendo los precios de las entradas de 16 reales de vellón la sombra y 10 reales de vellón el sol.
Cada año siguiente, se dieron otras grandes corridas en la plaza de toros de La Línea y otra clase de espectáculos.
Podemos mencionar la del 5 de julio de 1885, en que torearon los diestros Manuel Hermosilla y Diego Prieto Cuatro Dedos, que lidiaron y mataron toros de la ganadería de Joaquín Castrillón.
Cuatro Dedos sufrió una cogida grave y Hermosilla tuvo que torear y matar los seis toros, que tomaron 36 varas y mataron cinco caballos. Otra corrida famosa fue la del 12 de julio del mismo año, en que se lidiaron toros de Ensile, para Hermosilla, Juan Ruiz Lagartija y Rafael Bejarano Torerito. Los toros tomaron 37 varas y mataron 10 caballos.
Los más famosos y prestigiosos toreros han pasado por esta plaza a través de los años. Está considerada como uno de los tres edificios más antiguos de la ciudad, junto con la Comandancia Militar, hoy Museo del Istmo, y la Parroquia de la Inmaculada.
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