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El naufragio del carguero 'Utopía'

Historia de La Línea

1870-2020. Miguel del Manzano recorre en una serie de entregas los principales hitos del proceso por el que se creó La Línea

Una imagen del hundimiento del carguero 'Utopía' frente a La Línea.
Miguel Del Manzano Pratts

23 de enero 2020 - 04:00

La Línea/EL naufragio del carguero Utopía se produjo el 17 de marzo de 1891. Sobre las siete de la tarde reinaba un viento huracanado del suroeste con mar brava y lloviendo sin cesar.

El vapor inglés con carga general, en su mayor parte de naranjas, prunas y otras frutas y 841 pasajeros, procedentes de Nápoles, se encontraba al anochecer a la vista de Gibraltar. Su capitán temía a la borrasca y pensó buscar refugio en la bahía.

Entró en el puerto de Gibraltar y al fondear se encontró muy próximo al monitor sueco Freja. Dado que el estado del mar y el huracanado viento hacían difícil la situación del buque, el capitán, tratando de ensanchar distancias, maniobró hacia atrás, pero habiendo perdido, al parecer, algunas amarras, el buque contraalmirante de la escuadra inglesa Ansón, se fue sobre el costado del Utopía, destrozándole con su poderoso espolón el fondo de la parte de popa. A los 4 minutos, el vapor se había hundido por completo.

La tripulación y el pasaje se abalanzaron a los palos y a las vergas y los más intrépidos se arrojaron al mar, donde la mayoría encontró la muerte, pues los menos fueron los que lograron salvarse.

A la media hora, la proa del Utopía se había también sumergido y sólo quedaban fuera del agua los dos palos mayores y la chimenea del vapor.

Fue impresionante el horrible cuadro que ofrecía la lucha de los náufragos contra las embravecidas olas, los ayes de angustia, las llamadas de auxilio y el inmenso número de cadáveres flotando sobre las aguas.

Las luces del nuevo día, 18 de marzo, hicieron presente un cuadro horrible. La playa, desde Gibraltar hasta el punto del Cachón, fin del término de La Línea, apareció sembrada de cadáveres. Hombres, mujeres y niños por doquier. Las playas se inundaron de personas, que al llegar a ellas retrocedían espantadas por la enormidad de la desgracia.

El mar, durante todo el día, no cesaba de arrojar cadáveres. Basta señalar que en un tramo de un kilómetro se habían recogido veintidós cadáveres. A estos se les dieron sepultura, tras su reconocimiento e identificación, en los cementerios de Gibraltar y de La Línea. A 143 que fueron extraídos el domingo 22, se les dieron sepultura en el Estrecho, en sacos embreados y con los correspondientes contrapesos, por considerarse ya contrario a la higiene pública su inhumación cerca de poblados.

La mayor parte del pasaje era de nacionalidad italiana, pues sólo se tienen noticias de que viajaban veintidós austríacos y dos americanos. En las playas de Ceuta aparecieron veintitrés cadáveres y trece en las de Tarifa. En días sucesivos, por todo el litoral y hasta cerca de Estepona, el mar fue arrojando restos humanos y la población se abstuvo de comer pescado.

En un pargo capturado en La Atunara fue hallada la mano de una niña. Numerosas suscripciones populares fueron abiertas en Gibraltar y en La Línea, destinándose esta última a la construcción de un mausoleo para alojar a las víctimas recogidas en estas playas. Don B. Bonelli, cónsul de Italia, expresó su agradecimiento a los señores Abelardo Visosa, Ramón Casanova, Antonio Parra, Miguel Barranco y Manuel Lara, que recogieron 563 pesetas para levantar un Mausoleo, donde se depositaron los restos de los infelices náufragos del carguero Utopía.

El 21 de noviembre de 1891, se informa del importe del mausoleo erigido a la memoria de los náufragos del Utopía, que es de 692,10 pesetas, cubierta con el producto de la suscripción popular.

En mayo de 1925, fueron trasladados los restos de los náufragos del vapor Utopía y de su mausoleo al nuevo cementerio de San José, situado en la carretera del Zabal.

El Utopía era de hierro, construido en Glasgow en 1874. De 2.731 toneladas de registro bruto y neto de 1.754; de 350 pies de eslora, 35 de manga y 29 de puntal, con 678 caballos de fuerza. Su tripulación consistía en 39 individuos. Además de carbón, que había de tomar en Gibraltar, tenía preparado desde el domingo anterior al siniestro, 6.000 libras de carne muerta, siete bueyes y ocho carneros vivos.

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