Julián Fernández, un linense en órbita
El joven, de 16 años, ha creado un minisatélite que ofrecerá internet gratuito a todo el mundo
Estudia 4º de ESO y ha dado conferencias en universidades y en la Agencia Espacial Europea
La Línea/Un satélite creado por el joven linense de solo 16 años Julián Fernández estará en órbita en septiembre de este año. Se trata de un picosatélite, que pesa 250 gramos y mide cinco centímetros de lado. Es el más pequeño construido en España y el tercero del mundo, pero en su interior lleva el software necesario para soportar una red internacional de comunicaciones accesible a todo el mundo de forma gratuita y dedicada al internet de las cosas. Por ejemplo, servirá para controlar un sensor instalado en mitad del campo que determina si se debe accionar un riego automático, entre muchas otras aplicaciones. El lanzamiento lo realizará en Nueva Zelanda la empresa Rocket Lab, que usará un único cohete, denominado Electron, para poner en órbita varios pequeños satélites privados.
Julián Fernández, nacido en La Línea pero que reside en Madrid desde hace dos años, lo ha conseguido a través de una asociación sin ánimo de lucro que ha creado junto a otros estudiantes, Fossa Systems, con la que ha impartido conferencias en institutos e incluso en universidades. El coste para poner en órbita este satélite es de 30.000 euros y se han conseguido a través de un crowdfounding en la plataforma GoFundMe, con patrocinadores y ventas de kits educacionales y merchandising. “Como asociación sin ánimo de lucro, las ventas que hacemos no son para nuestro beneficio, sino que se revierten en el lanzamiento del satélite y en el desarrollo de los sistemas”, explica el investigador.
La aventura espacial de Fernández comenzó de forma autodidacta. “Un grupo de alumnos de todo el mundo nos encontramos en un foro de internet y decidimos lanzar un satélite. Esto fue hace 11 meses. Lo que queríamos era reducir el coste del lanzamiento y facilitar el acceso a internet. De ahí salió la idea de lanzar este satélite de cinco centímetros de lado, el pocket cube”. La intención de Fossa Systems es “democratizar el espacio para todos”. Para ello, el FossaSat-1 se lanzará en septiembre y creará una red de telecomunicaciones global para el internet de las cosas. “De esta manera, dispositivos en tierra se podrán conectar de forma totalmente gratis y abierta. Por ejemplo un sensor en un campo, para asuntos de agricultura, se podrá conectar al satélite y unirse a la red. El objetivo es democratizar las comunicaciones para que cualquier persona se pueda conectar a la red. Y democratizar el espacio, porque con un tamaño tan reducido se puede reducir el coste del lanzamiento a unos 20.000 o 30.000 euros”, detalla el estudiante e investigador.
El coste del picosatélite está en unos 1.000 euros. “Es un mercado que no se ha visto anteriormente en la industria”, afirma Julián Fernández. Para conectarse a este satélite solo bastará adquirir un aparato que cuesta 3 euros con el que puede construir un receptor casero. “Para ver la televisión por satélite hace falta una antena. Nosotros hemos desarrollado un sistema con una modulación que se llama LoRa (una tecnología inalámbrica parecida al WiFi o el Bluetooth), que te permite conectarte a la red con una antena muy pequeñita utilizando estos receptores caseros que valen unos tres euros. En nuestra página web de Fossa Systems tenemos una tienda en la que vendemos estos kits a colegios y tenemos receptores que se podrán usar. La idea es que cualquier persona pueda acceder a un coste bajísimo, para que cualquier colegio del mundo se pueda conectar y hable con cualquier persona del mundo a través de esta red”, indica el joven linense.
El diseño del picosatélite, el software, los códigos y la documentación son totalmente libres y abiertos para que los pueda ver cualquier persona y hacer uso de ellos. Esto es lo más innovador, según cuenta su creador. Por el momento solo se lanzará un satélite, aunque la idea final, “pero más hipotética porque este primero servirá para validar el concepto”, es lanzar una constelación global de satélites. El picosatélite estará a unos 400 kilómetros de altura, por debajo de la Estación Espacial Internacional, y estará un año en órbita. Después volverá a reentrar en la atmósfera y no dejará ningún tipo de basura espacial.
La juventud de Julián Fernández no le impide construir satélites ni impartir charlas a alumnos universitarios a pesar de que aún estudia 4º de ESO. “Desde pequeño me he interesado mucho por el desarrollo tecnológico. Hace unos años desarrollé unos drones autónomos y el año pasado gané una competición de robótica, Robocampeones. Desde pequeño siempre he estado mirando para el cielo y mi pasión es todo lo que vuela. Soy totalmente autodidacta”, afirma este linense, al que se le queda pequeña la formación reglada.
A sus 16 años ha impartido conferencias en la Politécnica de Madrid y la Universidad Rey Juan Carlos. “Cuando hablo con estudiantes de grado o incluso de máster que están estudiando ingeniería espacial y digo mi edad, se quedan asombrados”, indica el joven, al que le gustaría estudiar Ingeniería Espacial fuera de España, “porque desafortunadamente aquí hay pocas oportunidades”. De hecho, ya ha recibido algunas ofertas de trabajo en este campo. También ha sido ponente en actividades de la Agencia Espacial Europea, con la que está cerca de firmar un contrato. Además, con Fossa Systems realiza conferencias online y podcasts. “La idea es inspirar y difundir el mensaje, que es posible crear un satélite y tener acceso a esta industria, que parece tan compleja, que cualquier persona se puede meter en el mercado gracias a nuestros productos”.
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