Opinión
Carlos Navarro Antolín
El Rey brilla al defender lo obvio
La Línea
La Línea podrá estrenar antes de que finalice el próximo verano, si el coronavirus lo permite, una nueva plaza de toros… de 1883, fecha en la que los historiadores recuerdan que acabó la construcción de la original. No se puede hablar propiamente de un nuevo edificio, sino del rescate, con materiales del siglo XXI cuando no ha quedado otro remedio, de uno del siglo XIX. El principal objetivo tanto del Ayuntamiento como del arquitecto que diseñó el proyecto para la empresa San Gregorio, José Carlos Galán -que también es quien dirige con minuciosidad la obra- ha sido “recuperar todo aquello que era posible” e imitar en las zonas que habían desaparecido –por ejemplo la grada alta- las características que muestran las fotografías de la época. El detalle se cuida hasta tal punto que la grada baja será de color albero, el que ha sido localizado después de realizar una cata que ha descartado al menos otras dos capas sobrepuestas.
A pesar de que aún no está finalizada, lo que los técnicos calculan que sucederá dentro de unos cuatro meses, acceder a la plaza de toros de La Línea proporciona unas sensaciones muy similares a las que debió experimentar Marty McFly (el personaje al que daba vida Michael J. Fox) al montarse en el mítico DeLorean de Regreso al Futuro. Es, sencillamente un viaje en el tiempo. En este caso, al glorioso pasado taurino de La Línea.
El concejal Juan Macías no se cansa de repetir que la inversión de 2,5 millones de euros (50% de fondos europeos y 50% de fondos municipales) añade a la ciudad un edificio para tres fines. El primero, “un uso turístico” que se corresponde con una oferta museística -en la que presumiblemente estará el museo Taurino- y de centros expositivos en sus bajos, lo que garantiza su utilización durante todo el año.
“La segunda forma de explotarlo son, como es lógico, los espectáculos taurinos, que pueden ser de cierto nivel y no necesariamente durante la feria”, remarca el edil. “La tercera es el espacio escénico, que formará parte de la oferta cultural de la ciudad” albergando conciertos y cualquier otro tipo de espectáculos, merced a un aforo de unos 8.500 espectadores.
Ese edificio, además, se constituirá en el último punto al que se puede arribar en coche desde la zona del Hospital, previa ampliación de la calle Calderón de la Barca, para enlazar con una gran zona peatonal que conectará –de hecho ya casi lo hace- con el centro.
Pero lejos de la legítima estrategia del equipo de gobierno de La Línea 100x100 de aumentar la oferta de ocio local, lo cierto es que adentrarse en el corazón de la obra es hacerlo, con pequeñas salvedades, en el recinto que fue levantado poco después de la segregación de La Línea de San Roque. Debido a sus características y a los pasos que se han llevado a cabo durante su reconstrucción podrá ser reconocida como Histórica, con todo lo que ello conlleva.
La obra se ha desarrollado en tres fases. La primera, la más lenta pero fundamental por el estado de deterioro en el que se encontraba el edificio, la consolidación estructural del mismo, que presentaba una grave patología, con filtraciones de agua. El pilar que garantiza la seguridad y la vida a largo plazo de esta inversión.
Con el transcurrir de los años, las sucesivas reformas habían enterrado parte del material con el que fue construida la plaza, pero éste no siempre había sido destruido. Esto ha permitido que el ladrillo visto, tanto el que había permanecido en primera línea como el que quedó oculto, esté ahora al alcance de las miradas. Lo mismo sucederá con el adoquinado de basalto o la losa de Tarifa (o piedra de Tarifa), que están siendo recolocados en sus emplazamientos originales. Los techos, que la mayoría de los linenses ya recuerdan de escayola, han sido sustituidos por una imitación de la madera que fue utilizada por los primeros constructores. Vaya, que los linenses podrán pisar sobre, literalmente, el mismo suelo que lo hicieron sus abuelos.
Por restañar, hasta se ha abierto una de las puertas que permanecía cegada hace más de dos décadas, se recupera el palco de ganaderos (azotea de toriles) bajo el cual se abrirán un cuarto de banderillas y un cuarto de carpinteros, que recuperan su emplazamiento primigenio y que además servirán para que el citador lleve a cabo su tarea cuando se produzca la devolución de un toro que no pueda ser lidiado. Los toriles y chiqueros tendrán un sabor taurino especialmente señalado.
Al mismo tiempo están siendo reconstruidos, con materiales actuales eso sí, los burladeros, que tenían pórticos y bridas metálicas que les convirtieron poco menos que en una de las señas de identidad del coso.
El callejón, del que han desaparecido pilares de soporte, y el ruedo mantienen sus dimensiones, como también ha sido respetada la ubicación de la puerta grande. En la grada, la pendiente adecuada, modificada con peraltes, permitirá la visualización correcta desde cualquier localidad.
La nueva plaza contará con quirófano, enfermería y sala de curas propios de una de superior categoría. Esta zona dispondrá de un generador propio de electricidad para casos de necesidad y con una salida de emergencia anexa, en la que se ubicará la UVI móvil durante los espectáculos, lo que explica que haya aumentado su tamaño, hasta el punto de que muchos aficionados han especulado en redes sociales con la posibilidad de que fuese por la que a partir de ahora saldrían los toreros a hombros.
Una de las principales modificaciones es que, al contrario de lo que sucedía hasta que fue demolida a finales de los años 70 del pasado siglo, los espectadores no accederán a la planta alta del graderío desde la inferior, sino directamente desde las puertas. Bien a través de las recién construidas escaleras, bien a bordo de dos ascensores, de manera que cualquier persona con dificultades de movilidad tenga acceso a todas las zonas del recinto, excepto a la zona de graderío antiguo de piedra.
Aprovechando esta modificación también se incluyó en el proyecto la creación de núcleos de aseos con notables mejoras higiénicas. De hecho, la Ley de Patrimonio Histórico obliga a diferenciar claramente el material nuevo del que haya sido respetado.
Al margen de haber aumentado la movilidad interna entre puertas, lo que está pensando especialmente para los conciertos, la empresa ha realizado una notable modificación del desolladero, que reunirá las condiciones exigidas por las nuevas normas y estará menos expuesto a las miradas.
La plaza de toros, el futuro estadio Ciudad de La Línea y el remodelado Mercado de Abastos constituyen las tres grandes apuestas de la presente legislatura del gobierno que encabeza Juan Franco en lo que a construcciones se refiere. La primera es la que está a punto de finalizar. Tanto que da la sensación de que de un momento a otro sonarán los clarines. Y que estos parecerán transportados de tiempo atrás.
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