La Calle Real (I)
La Línea en blanco y negro
Desde muy antiguo, siempre fue lugar de cita, de paseos domingueros y días festivos de los linenses de muchas generaciones
En la Calle Real coinciden importantes factores íntimamente ligados al origen del casco urbano de la ciudad. Comenzó a perfilarse allá en las postrimerías del siglo XVIII siendo La Línea un pequeño cantón militar arenoso con algunos polvorientos caminos de caballería y un pequeño núcleo de habitantes en su mayoría del destacamento militar que guarnecía la línea fortificada tras las ruinas de los fuertes de la Línea de Contravalación, ordenada construir por el Conde Montemar en 1727.
En las cercanías de una diminuta ermita de Nuestra Señora y su adjunto cementerio en el atrio, enclavada en uno de los extremos de la explanada y el edificio maestro de la Comandancia Militar en la llamada Plaza de Alfonso XIII, empezaron a surgir como por encanto algunas chozas de cañas y juncos. Con el paso de los años estas rudimentarias viviendas se fueron reemplazando por otras de madera y latas, con alguna que otra de piedras y barro, siempre con el temor de que estas fuesen demolidas por las autoridades militares. Hasta el 14 de julio de 1870 no fue suprimida la prohibición terminante de edificar y reparar los edificios en las poblaciones de La Línea y Campamento, dictada el 24 de julio de 1862.
A partir de esta fecha los 426 vecinos, como poseídos de una especie de fiebre constructiva, se entregaron a ritmo acelerado a la edificación de casas y trazados de calles. La abundancia de materiales de la vecina Gibraltar ayudó a ello.
La calle siguió creciendo y en 1873 ya se había prolongado hasta el llamado Huerto de Garesse, donde se iniciaron las obras de al actual Iglesia Parroquial Inmaculada Concepción, que toma el nombre de Plaza de la Iglesia. Fue por aquel entonces cuando surgió aquella primera calle rudimentaria de calzada arenosa. En un principio el alcalde pedáneo, don Lutgardo López Muñoz, la nombró como calle Real, pero tal denominación al menos oficialmente solo dura hasta 1870. Ese año, el primer Ayuntamiento autónomo de La Línea acordó una nueva rotulación de la villa y su principal recibió el nombre de calle Antonio Barceló en honor del famoso marino español que se distinguió en los sitios de Gibraltar entre otras cosas por sus famosas “Lanchas cañoneras” y “Baterías flotantes”.
En 1890, siendo alcalde de esta Villa don Pablo Soler Palazón, fue suprimido el nombre de Barceló y se rotuló con el del ingeniero y político progresista don Praxedes Mateo Sagasta. Pero este nombre fue cambiado ese mismo año por el de calle Libertad, el cual ostentó hasta el año 1915 en que la alcaldía de don José Cayetano Ramírez Galuzo lo sustituye por el de Don Miguel Villanueva y Gómez, político y jurisconsulto español nacido en Madrid en 1852. Solo 16 años duró este nombre de la siempre popular calle Real pues, en 1931 y con la entrada de la segunda república en España, fue sustituido de nuevo por la rotulación que llevó en 1890: Libertad.
En el año 1938, en plena Guerra Civil, se le dio el de José Antonio Primo de Rivera y Sáenz de Heredia, fundador de la Falange Española, y por 1980 el nuevo Ayuntamiento democrático le devolvió el auténtico nombre popular de Calle Real.
Pero para ilustrar mejor esta Historia urbana de la Calle Real leamos lo que escribe José de la Vega Rodríguez en su libro Cien años de Historia de La Línea, que por su valioso contenido utilizamos como manual histórico linense: "Derogada la prohibición de construir edificios de mampostería en el punto de La Línea por Decreto 1.870, nace un rudimentario casco urbano que se desarrolla con gran rapidez. Los edificios de mampostería van sustituyendo a barracas y chozas y, no correspondiendo el crecimiento de viviendas con el de la población que constantemente afluía al lugar, unido a la no existencia de vías de comunicación para un suficiente acarreo de materiales hace que durante algún tiempo se autorice la construcción de tales barracas, lo que entorpecerá luego la debida ordenación urbana de la ciudad al ser creado este municipio".
Dicho pequeño casco urbano estaba constituido por un núcleo de las referidas viviendas, que comprendían esencialmente las calles Barceló (Real) como principal, de los Trapos, Cadalso, Plaza de Christon, San Pedro, de la Rosa, del Sol, San Pablo, del Teatro, Plaza de Prim, Del Clavel, Del Águila, Del Cuartel, Jardines, Amigo y Roteño, la mayor parte de las cuales solamente se hallaban iniciadas por aquel tiempo.
Numerosos huertos rodeaban este núcleo formando entre sí rudimentarias calles, más bien callejones delimitados por vallados de pilas chumberas maderas o cañas que constituían sus respectivos accesos siguiendo sus lindes y tomando el nombre de los propietarios de tales huertos o terrenos colindantes. El trazado de estos callejones no podía por menos de ser caprichoso y consecuencia de la costumbre de usar un mismo paso. Ello dio lugar a una gran irregularidad en el trazado de las calles que fueron formando y que desde un principio se quiere corregir, hallándose no pocos obstáculos para la apertura de las sin salidas de las que aun hoy tenemos numerosos ejemplos.
A un ritmo lento, el casco urbano se fue ampliando, las barracas se trasladaron a las afueras y los vallados existentes en la población fueron reemplazados por tapias de mampostería. Cambió la ciudad, en progresiva evolución, y se fue imponiendo la ordenación urbana que trae consigo la mejora de las vías públicas. Solamente la calle Barceló Cadalso y una pequeña parte de la Plaza de Prim estaban empedradas en 1870, el resto era simplemente de arena.
Perseverándose en estas mejoras urbanas el Ayuntamiento, en 11 de septiembre de 1895 y siendo alcalde don José Cruz García, acordó que fuera reformado el pavimento de la población mediante adoquines empezándose por la calle Libertad (Real), nombre que había sustituido al anterior de Barceló en agosto de 1902 estando al frente de la alcaldía Don Juan Bautista Fariñas Martín. Se adjudicaron estas obras y la referida calle quedó adoquinada a mediados de diciembre de dicho año, prohibiéndose el tránsito de carros por la misma para evitar desperfectos en el pavimento. En mayo de 1904 se prohibió el paso por dicha calle de toda clase de carruajes en los días festivos desde las nueve de la noche ya que esta vía había sido adoptada por el público como paseo general.
Desde entonces la calle Real, como la niña bonita de la ciudad, recibe siempre la constante atención del Ayuntamiento en cuanto a ornato, alumbrado y pavimento. Por ello cuando en mayo de 1929 éste decide realizar obras de pavimentación con hormigón asfáltico de cuatro centímetros sobre firme también de hormigón de 20 centímetros, con bordillos de piedra caliza y aceras de losetas de cemento, la entonces calle Miguel Villanueva (Real) fue la primera en figurar en la cabeza de la lista.
Aún así tales obras no fueron comenzadas hasta principios de 1931, al mismo tiempo que recibió la red de distribución de aguas y alcantarillado, que fue llevada a cabo por la compañía constructora Cerámicas Guisasola S.A., y en 1933 recibió uno de los primeros discos de dirección prohibida y otro de dirección única de los seis de cada clase que adquirió el Ayuntamiento para la regulación del tráfico rodado en La Línea ante la falta de una documentación rigurosamente ordenada.
Francisco Tornay se basó en una serie de datos dispersos que logró recopilar procedentes de anuncios en antiguos periódicos y de familias linenses para podernos detallar lo más posible de la composición de esta vía tan emblemática como es la Calle Real. Dicha calle, desde muy antiguo, siempre fue lugar de cita, de paseos domingueros y días festivos de los linenses de muchas generaciones. Esta es nuestra calle Mayor por la vida comercial que siempre mantuvo y aún conserva en nuestros días, aunque su hegemonía como centro comercial haya bajado unos enteros al ampliarse considerablemente el casco urbano de la ciudad.
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