Querido Alberto Merino, gracias por todo
Obituario
La Atunara despide a un hombre que luchó por dignificar el barrio y ayudar a su gente
La Atunara es una barriada de La Línea de la Concepción, pero para muchos tiene alma de pueblo de pequeña ciudad. Ese espíritu de población se lo dan sus vecinos y esta semana se nos ha ido uno de los más queridos. Se nos ha marchado a la casa del Padre, Alberto Merino Matías. Muchas de las cosas que tenemos en La Atunara, a él se las debemos.
Alberto ha sido un enamorado de su familia, de sus hijos, de sus nietos, pero no se encerró en ellos. Casado con Francisca Sánchez, Kika, han tenido 7 hijos, 19 nietos y 18 bisnietos. Aunque no seamos de su sangre muchos atunareños nos sentimos parte de su familia.
Pescador desde una edad muy temprana, cuando llegaba la época de los fuertes temporales de levante, en los años 60 y 70, cuando se pasaba hambre en la Atunara, buscaba incluso en el cuartel de Ballesteros un rancho para las familias, aunque el trabajo había sido suyo y de los Seliva, ponía a los suyos en la cola. Siempre estuvo muy cerca del mar y fue de los primeros que se pusieron a la cabeza para luchar por el puerto pesquero. El Puerto de La Atunara ahora es una realidad. Lo mismo ocurrió con la marea roja, viajando a Sevilla, para mantener reuniones con la Junta de Andalucía para conseguir las primeras ayudas por este problema.
Amó con intensidad a La Línea de la Concepción, pero especialmente quería a La Atunara. Fue presidente de su Asociación de Vecinos. Tenemos que recordar que en los años setenta muchas de las viviendas no tenían acometidas de aguas fecales y tampoco agua potable. El primer objetivo fue tener fuentes públicas de agua potable en distintas zonas y después el que asfaltaran las calles. En todas las reuniones mantenidas con las distintas corporaciones nunca tuvo una mala palabra, ni alzó la voz, ni tampoco nadie podía decir cual era su color político, porque su partido era el barrio y su militancia sus vecinos.
Si realizamos una mirada por nuestro barrio, en todas sus entidades él dejó una huella que otros pudimos seguir. En la novena del Carmen llenaba los días previos de juegos infantiles, regata, puchero y cucaña. Miembro de la junta de gobierno de la Cofradía del Cristo del Mar, su gran pasión fue el Carmen. Nunca olvidaré la estampa de la vuelta de Nuestra Señora del Carmen tras su restauración en mi coche, Alberto de copiloto, trayendo al Divino Pescadorcito en sus brazos todo el viaje y cuando llegó a la Parroquia se lo entregó a las abuelas de la barriada.
Alberto nació en el 38 pero siempre ha tenido un espíritu joven, ha sabido escuchar a todo el mundo y en especial a los niños y a los jóvenes, transmitiéndoles su gran afición por el deporte, por el fútbol. Trabajó para conseguir un campo de fútbol en la barriada. Fueron muchas reuniones con la Delegación Provincial de Asuntos Sociales para le cesión de los terrenos del antiguo Hogar de la Concepción, y fruto de ello es el actual campo del Atlético Zabal.
¡Qué gran maestro he tenido en Alberto!
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