El Suceso de las Pedreras
A través del tiempo. Memoria gráfica
TAL día como hoy, hace 112 años -el 9 de octubre de 1902-, ocurrió un trágico suceso en La Línea de la Concepción en los que hubo que lamentar la pérdida de varias vidas. Fue el primer conflicto de tipo político-social y revolucionario de La Línea y que se le conoce a través de la Historia como El Suceso de las Pedreras.
Hacia finales de siglo existía en la calle San Felipe en el viejo barrio de Los Portugueses, un centro obrero en el que estaba encuadrada la mayoría de la gran masa de trabajadores que al calor de las obras de los diques de Gibraltar se habían establecido en esta población. Funcionaba bajo la denominación de Centro Obrero de Oficios Varios una organización obrera que agrupaba a unos 6.000 trabajadores. El núcleo más importante de este centro lo formaban canteros y picapedreros que, procedentes de diversas regiones de España, habían traído a esta población las semillas de la revolución social, esparcidas y fecundadas por los idealistas de la Internacional.
A principios de octubre de 1902 el gobernador de Sevilla ordena el cierre de los centros sociales de Andalucía al considerarlos una amenaza para la paz y el orden social, lo que provocó naturalmente la indignación de los trabajadores.
El periódico El Imparcial ya vaticinaba que se preveían posibles disturbios:
Por telégrafo (de nuestros corresponsales). La Línea, 8 (2,35 tarde). Paro General.
Por acuerdo del Centro Obrero se convoca para mañana al paro general de trabajadores, secundando el movimiento solidario de protesta contra los sucesos de Barcelona y otras poblaciones, y últimamente por la deportación a Tánger de varios compañeros.
Las hojas dirigidas al comercio y al pueblo en general se reparten con profusión. Desde luego puede asegurarse que el cierre general de establecimientos será un hecho. La que es dudosa es la actitud de los demás elementos obreros no asociados. En la población reina completa tranquilidad. No obstante, ha comenzado el movimiento de fuerzas, por no ser posible prever las contingencias de mañana. Circula con insistencia el rumor de que es muy posible que se dicte una medida gubernativa de gran resonancia.-Corresponsal.
La Linea, 8 (7,40 noche). Se han confirmado los rumores de que hablaba en mi telegrama anterior. A las cinco y media, un inspector de vigilancia verificó la clausura del Centro Obrero de Estudios Sociales. Aunque en la población existe tranquilidad, la medida no deja de producir excitación, que se teme pueda traducirse de otra manera en el acto de mañana. Los obreros panaderos dejaron desde la madrugada última de trabajar, por cuya razón escaseará mañana tan importante artículo. En principio, se pretendió que no se abriera el mercado de abastos; pero luego se ha acordado que no cierre sus puertas hasta las diez. Se hacen gestiones para que los cocheros secunden el paro proyectado; pero hasta ahora no han decidido nada. Se cree que al amanecer estén ocupadas militarmente las principales calles de la población. El meeting convocado para mañana a la tarde será suspendido por orden gubernativa.
En nuestra ciudad, para protestar contra esta decisión y pedir la reapertura de su centro, sus dirigentes solicitaron permiso para celebrar una asamblea en la Plaza de Toros el día 9 de octubre de 1902. El citado acto público fue autorizado por el comandante militar de la Plaza, y ya se encontraban varios miles de trabajadores concentrados en los alrededores del coso taurino cuando llegó una orden del alcalde, por aquel entonces D. Juan Bautista Fariña, suspendiendo el anunciado mitin; las causas que motivaron aquella prohibición aún no sabemos con exactitud a qué fue debida. La cuestión fue que los trabajadores, ante tan incomprensible orden, acordaron desobedecerla y se marcharon a otro lugar de la ciudad, eligiendo precisamente Las Pedreras', en las cercanías de lo que es hoy el Tejar de Pedro Campos. La cantera de piedra que se hallaba al pie de Sierra Carbonera, a la que acudieron varios millares de enardecidos trabajadores, en instantes en los que La Línea vivía momentos de angustiosa tensión e incluso el comercio había cerrado sus puertas. En La Línea se había declarado el Estado de Guerra y se habían enviado tropas desde Jerez.
Y aquí estalló el conflicto entre trabajadores y fuerzas del orden, el primer conflicto de tipo político-social y revolucionario de La Línea. Las autoridades enviaron a fuerzas de la Guardia Civil para disolver esta asamblea. Ante la negativa de los congregados, la fuerza pública realizó una descarga al aire, a la que algunos exaltados respondieron con piedras. Los siguientes disparos de la Guardia Civil ya no fueron al aire sino contra la multitud, la cual no se amilanó y respondió al ataque con cuanto tenían a su alcance: palos, piedras, algún que otro revólver... La Guardia Civil se vio forzada a replegarse hacia la ciudad y las masas encolerizadas irrumpieron en el casco urbano y, divididos en grupos, se dirigieron a atacar simultáneamente edificios públicos y en especial la casa del alcalde, la del señor Juan Bautista Fariñas Martín, al que hacían responsable de lo sucedido.
Fue en las cercanías de la farmacia y residencia familiar de éste, en la zona de la calle del Teatro limitada por las del Alba y Aurora, donde los sucesos alcanzaron mayor virulencia. Los más exaltados quisieron asaltar e incendiar la farmacia y el domicilio del señor Fariñas. Avisados oportunamente, fuerzas del ejército acudieron allí y actuaron sin contemplaciones con un saldo de numerosas víctimas entre los amotinados.
En el periódico La Época, en su página dos, podía leerse un relato de los desórdenes bastante detallado.
El Liberal ha recibido una carta de La Línea en la cual se dice, refiriendo los sucesos del día 10: "La Guardia civil se vio obligada a batirse en retirada por la calle de San Pablo. Haciendo disparos al aire y retrocediendo, llegaron los guardias de caballería a la calle Real y los de infantería a la Explanada. El comandante militar, D. César Aguado, hallábase provenido, y desde los primeros momentos comenzó a dictar Disposiciones. El destacamento de infantería, compuesto de 40 hombres y dos oficiales, a cuya cabeza se puso el comandante militar con su ayudante, se dirigió a la calle del Clavel, donde era mayor la agitación. Los grupos, lejos de atender la intimación de la tropa, les hacían frente con piedras y diferentes armas de fuego.
Desde una esquina hicieron un disparo de revólver, cuya bala pasó por entre el brazo y costado del joven y reputado doctor D. Carlos Rodríguez, muy conocido en ésta, siendo milagroso resultara ileso. Las tropas hicieron varias descargas.
Después de las cinco consiguióse que desapareciesen los grandes grupos, quedando solamente algunos aislados, que disparaban desde las esquinas. De la Administración de Correos arrancaron el escudo nacional que ostentabase en la puerta, y después de pisotearlo y romperlo intentaron forzar las puertas y ventanas. Dentro de la casa hallábase solamente acompañado de una criada y su señora, el administrador, D. Lorenzo Antoine y Bernabeu, que, celoso de su deber y con una decisión digna de encomio, hallábase dispuesto a defender a toda costa los sagrados intereses a él encomendados. Afortunadamente, acudió con gran oportunidad fuerza de Infantería, y aunque hicieron alguna resistencia tuvo al grupo tumultuoso que retirarse, llevándose algunos heridos y dejando tendidos en la misma puerta de la Administración de Correos dos hombres, precisamente atravesados por la misma bala, que a ambos les causó una muerte instantánea".
Según la versión oficial, las fuerzas del orden fueron atacadas por una multitud de cuatro o cinco mil obreros, casi todos ellos armados de pistolas y revólveres... La realidad, sin embargo, debió de ser muy distinta: según el saldo oficial de víctimas, hubo un oficial y varios números de la fuerza pública levemente heridos con simples contusiones, mientras que entre los amotinadas, según los propios informes oficiales, hubo cinco muertos, cuatro o cinco heridos graves, y se supone que muchos más con lesiones menos graves que prefirieron ser atendidos en sus hogares a exponerse a ser detenidos y procesados si acudían a curarse a la Casa de Socorro.
El periódico El Globo, en su página tres, da a conocer los nombres de los fallecidos en los sucesos:
Reinó ayer completa tranquilidad. Las detenciones practicadas con motivo de los últimos sucesos, pasan de venite. Se han identificado los cadáveres de las personas muertas el jueves, resultando ser: Antonio Robles, Diego Sánchez, Manuel Leal y Manuel Gómez Feria. Los heridos siguen mejorando.
En la madrugada del día siguiente, los obreros intentaron rescatar, sacándolos del cementerio donde habrían de ser inhumados horas después, los restos de los compañeros para rendirles un póstumo homenaje. La acción de las fuerzas de Caballería, prevenidas, lo impidió.
El periodista Sánchez Cabeza fue injustamente acusado de ser uno de los instigadores de los actos de protesta y rebeldía que culminaron aquellos trágicos sucesos, acusación que le costó el encarcelamiento, aunque sería puesto en libertad a los tres días. Aquella jornada del 9 de octubre de 1902 fue triste, desgarradora, sangrienta, y el mayor conflicto social que ha vivido nuestra ciudad, quedando inscrita en los anales de La Línea como Los sucesos de Las Pedreras y que tuvieron gran repercusión nacional.
Al poco tiempo, los poetas populares, poniendo en acción sus mentes creativas y satíricas, sacaron esta copla que durante mucho tiempo corrió de boca en boca, por toda la población.
A principio del siglo XX,
año 1902,
ha sido un año terrible
para el libre pensador,
Se han coronado dos reyes,
uno ingles y otro español.
Ha muerto Emilio Zola
y el valiente Pi y Margall,
con la perdida de Barcelona
y los sucesos de Jerez.
Los mártires de La Coruña
y aquí en La Línea también.
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