Agua y aceite: Roca Rey triunfa y Pablo Aguado marca la diferencia en el colofón taurino de La Línea

Feria de La Línea de la Concepción 2024

El peruano, que pecha con el mejor lote del Parralejo, corta tres orejas y sale a hombros del Arenal una vez más

El sevillano hace alarde de una tauromaquia llena de clase y sabor a otros tiempos

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Roca Rey y Pablo Aguado en el túnel de cuadrillas justo antes de comenzar el mano a mano en La Línea.
Roca Rey y Pablo Aguado en el túnel de cuadrillas justo antes de comenzar el mano a mano en La Línea. / Vanessa Pérez

La Línea/Una espesa nube de polvo y albero, por algo la plaza se llama El Arenal, envolvió a Pablo Aguado mientras, con la mano apoyada sobre las tablas del callejón, inició la faena al cuarto, cuyas pezuñas levantaron una niebla azafranada alrededor del torero, hierático. Era una estampa antigua en un coso centenario. El Arenal, que se construyó en 1883, atesora toda la historia de la tauromaquia, un legado que Aguado ha estudiado a conciencia y que, en este año de 2024, reproduce merced a su listeza y gracia natural. Es, junto a Morante de la Puebla, el transmisor de lidias y suertes que solo sobrevivirían en vídeos y viejas fotografías de no ser por ellos. A causa de esto, la tauromaquia de Aguado tiene un valor que va más allá de las orejas y los triunfos tangibles. 

En La Línea de la Concepción, Aguado toreó abelmontado, sobre las piernas, ahormando a sus toros, cosa que hace algunas temporadas no conseguía. El sevillano no necesita ya un toro noble y de embestida franca a media altura para desarrollar su toreo, sino que ha aprendido a ver las condiciones del que tiene enfrente y desplegar ante él su clase natural, que es mucha. Preciosos sus naturales a pies juntos, los molinetes, los cambios de mano, el andarle a los animales, el mecido a la verónica y las chicuelinas, que nada tienen que ver con lo que se hace ahora, que en la mayoría de los caos son puros recortes. Y eso que en La Línea ha pechado con el peor lote del Parralejo, una corrida con dos buenos ejemplares (1º y 5º), pero que ha pecado de sosería.

Otro cantar sobre este torero es la espada, que se le sigue atragantando.

Hablando de Morante, que tendría que haber hecho el paseíllo en El Arenal abriendo cartel, el de la Puebla ha anunciado este mismo sábado que reaparece dentro de tres días en el coso de Cuatro Caminos en Santander por la Feria de Santiago. Su presencia en el escalafón es tan necesaria como la de Aguado y, por ello, su falta durante estos casi dos meses a causa de viejos fantasmas ha sido demasiado pesada. Dicen que esta semana se ha probado en el campo y que sus médicos le han recomendado volver a los ruedos cuanto antes. Bien hallado.

Salida a hombros de Roca Rey en La Línea tras cortar tres orejas.
Salida a hombros de Roca Rey en La Línea tras cortar tres orejas. / Vanessa Pérez

Si Pablo Aguado es un emisario del toreo de otro tiempo, Andrés Roca Rey es el líder incontestable de la tauromaquia actual. Su arrojo se demostró desde los estatuarios y el escalofriante cambio por la espalda con los que recibió de muleta al primero del Parralejo, Arrabalero, un buen toro, de enorme clase. El peruano ha estado templado con los circulares infinitos y el ajustado toreo al natural, citando de largo y dejándoselos llegar, además de ejecutar una estocada de libro.

Roca Rey, aunque ya no llena los tendidos, no al menos los del Campo de Gibraltar, porque la novedad se agota, sigue levantando pasiones por su valor y ambición. Incluso en un pueblo, expone como si estuviera en una plaza de primera. En La Línea le sudaron las manos y tuvo que secárselas con un puñado de arena porque se le resbalaba la ayuda. Su existencia en el escalafón resulta tan imprescindible como la de Aguado. Son agua y aceite. En La Línea, el peruano ha salido triunfador tras cortar tres orejas. El sevillano, una que le entregó con enorme alegría una joven alguacililla.

Pablo Aguado andándole a los toros con el capote.
Pablo Aguado andándole a los toros con el capote. / Vanessa Pérez

Media hora antes de comenzar el festejo, en otro establecimiento centenario, la confitería La Modelo, se habían terminado las japonesas grandes y solo quedaban de las pequeñas a 95 céntimos la unidad. Son estos los dulces típicos de la ciudad, una especie de berlina rellena de crema o cabello de ángel, frita y bañada en miel que lleva casi un siglo endulzando los paladares linenses.

Tal vez por ello, porque los aficionados a los toros habían arrasado con todas las japonesas grandes de La Modelo, no pudieron gritarle '¡torero!' a Aguado cuando empezaba su faena junto a las tablas justo después de la pausa de la merienda. Tenían la boca llena y los dedos demasiado enmelados como para aplaudir.

Ficha del festejo

Plaza de toros del Arenal. Tercer y último festejo de la feria. Tres horas de función y tres cuartos de entrada. Toros del Parralejo, de origen Jandilla, bonitos de hechuras y juego desigual. Destacaron el 1º y el 5º, ovacionados en el arrastre. Mano a mano entre Andrés Roca Rey, de grana y oro, dos orejas, ovación y oreja tras aviso; y Pablo Aguado, de verde esmeralda y oro, oreja, ovación y silencio.

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