La Guardia Civil en La Línea (XLVII)

CLXXV ANIVERSARIO FUNDACIÓN GUARDIA CIVIL (1844-2019)

El coronel Jesús Núñez repasa los 175 años de presencia de la Benemérita en la ciudad

Esta entrega sigue la historia de la casa-cuartel del Puesto del Campamento de Benalife (1925-1927)

Real orden de 7 de agosto de 1925 aprobando la casa-cuartel del Campamento de Benalife.
Real orden de 7 de agosto de 1925 aprobando la casa-cuartel del Campamento de Benalife. / E. S.
Jesús Núñez - CORONEL DE LA GUARDIA CIVIL Y DOCTOR EN HISTORIA

06 de enero 2020 - 06:03

El 13 de junio de 1925 el coronel Rafael Bernal Pastor, subinspector del 16º Tercio (Málaga), elevó a la Dirección General de la Guardia Civil, el expediente ordenado instruir el 9 de agosto de 1922 sobre la casa-cuartel del Campamento de Benalife, sita en el municipio de San Roque.

Junto a su informe favorable, a pesar de carecerse de pozo de agua, remitió también el contrato original suscrito el 30 de mayo de 1925 por el teniente José Quintana Acuña, jefe de la línea de la Guardia Civil en La Línea de la Concepción, así como cuatro copias del mismo, para su aprobación por la superioridad.

Pero el 18 de junio, tan sólo cinco días después de enviarlo, le fue devuelto por el director general del Cuerpo, teniente general Ricardo Burguete Lana, “para que me manifieste las causas porqué en dicha casa-cuartel, no se ha exigido como mínimo el número de habitaciones que marca la Circular de 5 de mayo de 1.921 y si tiene local suficiente para poder ser ampliadas, hará constar en los contratos las condiciones que tiene cada pabellón y demás dependencias, manifestándome al propio tiempo donde podría surtirse de agua la fuerza del indicado puesto”.

Una vez cumplimentado lo requerido, el coronel Bernal volvió a elevar el 29 de julio siguiente, nuevo informe favorable junto al expediente de acuartelamiento, contrato original y las cuatro copias correspondientes.

En dicho informe se daba cuenta de que previa a la finalización del expediente, el teniente Quintana se había entrevistado con el marqués de Casa Vargas-Machuca, exponiéndole la necesidad de que cada pabellón debía componerse de tres habitaciones más cocina independiente, conforme la referida circular. El citado propietario manifestó entonces que dado que las habitaciones tenían capacidad suficiente, dispondría que el dormitorio de cada pabellón lo dividieran en dos por medio de un tabique.

Sin embargo, “a consecuencia de negocios se ausentó el expresado Sr. Marqués quedando a cargo de las obras el padre de aquél sin que su hijo al marcharse le dijera las obras que habrían de efectuarse y terminadas estas, le fue advertido por el Instructor la deficiencia que se notaba, prometiendo dicho Sr. que tan pronto sus recursos lo permitieran tenía pensamiento de efectuar las modificaciones que se le aconsejaran y se creyeran oportunas en beneficio de la fuerza, toda vez que el edificio con el solo hecho de ampliarle, puesto que tiene espacio para ello, quedaría con la capacidad suficiente”.

Respecto al suministro del tan necesario líquido elemento para los guardias civiles y sus familias, se informaba que, “la fuerza puede proveerse de agua de un pozo distante unos 50 metros de la casa-cuartel en terrenos del mismo Sr. Marqués, quien en la actualidad ha dado órdenes a su encargado de que adquiera una bomba y sea dosada al pozo de agua dulce con el fin de abastecer al Cuartel”.

Por lo tanto, y una vez rehecho el contrato con las precisiones requeridas, el coronel Bernal volvió a elevar todo ello al superior centro directivo. Dado esta vez el visto bueno se procedió el 3 de agosto siguiente a su remisión al ministerio de la Gobernación.

Si bien entonces no existía un titular propiamente dicho de esa cartera ministerial, ya que era el primer periodo del llamado “Directorio militar” presidido por el teniente general Miguel Primo de Rivera Orbaneja, tras su golpe de estado dado el 13 de septiembre de 1923. Ejercía las funciones de ministro de la Gobernación el subsecretario encargado del despacho, general de división Severiano Martínez Anido.

El 7 de agosto de 1925, por real orden, se aprobó dicho contrato, quedándose en el ministerio el original y devolviéndose a la direccción general del benemérito Instituto las cuatro copias. Tres de ellas fueron seguidamente remitidas al 16º Tercio. Una de las copias quedaría archivada en el mismo mientras que las otras dos serían enviadas a la Comandancia de Cádiz. Finalmente, sólo una llegaría al nuevo puesto de la Guardia Civil del Campamento de Benalife.

Dicho nombre por cierto se debía a que esa barriada estaba asentada sobre el antiguo cortijo de Benalife, cuyos orígenes se remontan a finales del siglo XVII y que junto al cortijo de Buenavista fueron los terrenos donde se habían venido instalando a lo largo de los siglos, sendos campamentos militares. Primero fueron de tropas cristianas que asediaban la plaza de Gibraltar que entonces estaba en manos nazaríes. En uno de ellos falleció el 26 de marzo de 1350, el rey Alfonso XI a consecuencia de la peste negra, combatiendo a Yusuf I. Muy posteriormente serían ocupados por las tropas españolas que intentaron durante el siglo XVIII recuperar infructuosamente la colonia británica del Peñón.

Una vez aprobada la ocupación de la casa-cuartel por el ministerio de la Gobernación, se procedió a constituir el nuevo puesto del Campamento de Benalife. Su creación estaba autorizada desde el 9 de agosto de 1922, a expensas de disponerse el correspondiente inmueble donde instalar las oficinas y viviendas de los guardias civiles y sus familias, cuestión que había tardado tres años en resolverse.

Se le asignó la seguridad ciudadana de dicha barriada y la de la vecina de Puente Mayorga, también perteneciente al municipio de San Roque, si bien, al igual que el puesto de dicha localidad, dependiente del teniente que tenía su residencia en La Línea de la Concepción. La persecución del contrabando procedente de la colonia británica de Gibraltar correspondía en su demarcación a los Carabineros ubicados en Cachón de Jimena y Puente Mayorga, ambos con mayores efectivos.

Quedaba encuadrado en la línea de La Línea de la Concepción, perteneciente a la 8ª Compañía de Algeciras, dependiente a su vez de la Comandancia de Cádiz. Su jefe, el teniente coronel Antonio Lozano Díaz, participó al coronel Bernal que el 29 de septiembre de 1925 había quedado ya constituido por un sargento y cuatro guardias civiles de 2ª clase, disminuidos de las plantillas de los puestos de la capital, San Roque, La Línea de la Concepción y Jimena de la Frontera. El 21 de octubre siguiente fueron remitidos al superior centro directivo en Madrid, por la Subinspección del 16º Tercio, las plantillas de personal y las fichas estadísticas de acuartelamiento prevenidas.

Este último documento era de sumo interés para conocer los datos de la demarcación del puesto. Así, en la formalizada el 14 de junio de 1927, además de expresar la gratuidad del inmueble y ubicarlo en la entonces calle Pozo, antigua calle Cuartel, se cifraba en 2.480 el número de habitantes y en 620 el de vecinos. La producción agrícola estaba referida al cultivo de cereales y hortalizas, si bien la pesca era la actividad principal. Respecto al ganado contabilizaba 25 cabezas de arrastre, 50 de silla y otras 50 de lomo.

Había capacidad de alojar en viviendas, caso necesario a una veintena de oficiales y un centenar de soldados. Aunque no disponía de administración de correos sí tenía una cartería. Como establecimiento principal se mencionaba el hotel Príncipe Alfonso y existían dos “escuelas de ambos sexos”.

Continuará

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