La Velada y Fiestas
La Línea en blanco y negro
En 1879 nació esta festividad, de la que los linenses están profundamente enamorados y orgullosos
Sabido es la época de prosperidad que vivió La Línea en su nacimiento: había trabajo abundante en el puerto de Gibraltar; se habilitó la Aduana Nacional para legalizar el paso de mercancías que hizo de nuestra aldea una especie de centro de distribución para toda Andalucía; los huertos y jardines agotaban sus frutos que se vendían a buen precio en el Peñón, al igual que la producción pesquera.
El volumen verdaderamente importante de esta prosperidad corría a cargo del trabajo honrado de jornadas agotadoras en las tareas del puerto y no en el contrabando, como indican los mal informados. Era muy raro el vecino que no trajese para su hogar un salario decente y seguro. No es de extrañar que los habitantes del municipio tuviesen hambre de diversiones. No todo habría de ser trabajar para vivir...
El flamante municipio pensó organizar una Velada anual capaz de contentar a todos. Desde luego sería de carácter religioso y surgió la discusión sobre si la mejor festividad sería la del Corpus Christi o la de la Purísima Concepción. Se cotejaron posibilidades, no de orden económico sino climático, y al final se impuso el acuerdo de organizar la Velada en la festividad del Corpus que de un día pasó a tres y cuatro.
El 12 de junio de 1879 se celebraba el Corpus Christi y con ello la primera Velada de La Línea. Se organizó formalmente un programa con carreras de velocípedos cogidas de cintas en bicicleta, carreras de caballos en el polo, corridas de toros, bailes, lanzamiento de globos y fantoches. Y no faltaron ni la Banda de Música del Regimiento de guarnición ni la quema de fuegos artificiales en la plaza de la Iglesia. En 1880 el Ayuntamiento Linense decide en el pleno cambiar la fecha de la Velada para que comenzara el primer domingo de julio y no coincidiera con Algeciras, ampliando su duración a una semana.
Los días de corridas de toros se organizaba un servicio de vaporcitos desde Algeciras que cubría el Elvira y el Ayudanta, con un precio de dos pesetas por billete en primera clase y una peseta en segunda. Además se organizaban horarios especiales en los servicios de carruajes entre La Línea, San Roque, Estación de San Roque y Algeciras y las puertas de la frontera de Gibraltar permanecían abiertas hasta las doce de la noche.
La Corporación Municipal se dio cuenta pronto que tres o cuatro días eran pocos para una Velada que cada año tenía más importancia y era mayor. El 3 de Julio de 1892 se publicaba el programa de la Velada que duraría hasta el día 10. Y como suele ocurrir con esta clase de fiestas dejó de tener el carácter de festividad religiosa convirtiéndose en civil al trasladar la fecha de su celebración al primer domingo de julio. Posteriormente se cambió para que coincidiera con la conmemorativa de la creación del primer Ayuntamiento linense independiente del de San Roque, el 20 de julio.
El emplazamiento de la Velada también tuvo sus polémicas y sus cambios. Primeramente se instaló en la Explanada, calle Libertad y Plaza de la Iglesia, emplazamiento que se mantuvo hasta la del año 1894 porque después de las fiestas se acometieron las obras del Cuartel de Carabineros en la Explanada. El Consistorio trató de que se cambiase el emplazamiento del cuartel pero fracasó y hubo de pensarse en buscar un nuevo lugar para la Velada del siguiente año. Se eligió el cuartel Ballesteros en lo que con el tiempo habría de ser la Avenida de España, la extensión del solar de la Velada llegaba hasta la entrada de la calle Méndez Núñez y se extendía por la Banqueta frente al cuartel de Escopeteros donde se instalaban las buñolerías y barracones por el estilo, circos, etc.
Como la Velada no cesaba de crecer se siguió aprovechando parte de la Explanada, la calle Libertad y la Plaza de la Iglesia, sumándose la calle San Pedro (actual Coronel Yagüe) y alrededores. Sin embargo la Corporación se vio obligada a buscar otros lugares más espaciosos donde cupiese holgadamente aquel gigante que cada año daba un formidable estirón. Se trataron de comprar los terrenos de la huerta de Garesse y otros colindantes en la prolongación de la calle Libertad, incluso en el año 1893 el arquitecto provincial, don Amadeo Rodríguez presentó al Ayuntamiento las memorias del nuevo lugar designado para Paseo de la Velada. Este nuevo paseo no llegó a cristalizar y la Velada siguió instalándose en los arrecifes del cuartel.
Hubo una nota desagradable aquel año de 1893, la muerte del primer alcalde autónomo de la Villa, don Lutgardo López Muñoz en plena Velada. La Corporación acordó no encender las luces de la Caseta municipal aquel día ni que tocase la Banda del Regimiento como se había anunciado.
Durante los años siguientes se volvía a poner sobre el tapete el problema del Paseo de la Velada hasta que en 1915 se convirtió en Feria Real y se trasladó al flamante nuevo recinto Ferial construido en el Huerto Pedro Vejer. Se instaló un monumental arco metálico que daba entrada principal al Paseo, con una estructura en celosía soportada por dos columnas también metálicas y del mismo estilo. Estaba situado frente a la calle San Pablo y dio entrada principal a la feria durante 37 años, hasta que en 1948 al no tener el mantenimiento correspondiente fue derribado por encontrarse en lamentable estado de conservación. En 1936 comenzaba la Guerra Civil, por lo que hasta su finalización en 1939 no volvió a celebrarse la Velada.
La velada en la actualidad
Ahora vamos a descorrer el velo de lo que es la Velada en nuestros días. Sería muy difícil encontrar un pueblo tan enamorado de su fiesta como La Línea. Muchos linenses esperan el mes de julio con impaciencia, sueñan con las casetas, con los carruseles y las tómbolas, y proyectan su vida a una sola finalidad: la Velada. Porque el linense, al disfrutar de su fiesta, lo hace con el fervor que se realiza un rito sagrado.
El panorama de la población en vísperas de la Velada es de una actividad sin descanso, los vecinos acicalan las casas por dentro y por fuera, los comercios vuelcan en sus escaparates las galas más vistosas, invaden las calles arteriales puestos de bisutería, de juguetes, de turrones y frutos tropicales, de globos anticipando el ambiente de fiesta.
Juventud, alegría, despreocupación, pasarlo bien es la moneda que circula durante la Velada de La Línea. Es la obra y gracia de un pueblo que ama su fiesta con el fervor de un paladín enamorado. ¡Y qué orgulloso se siente el linense cuando oye de labios de los feriantes que a su Velada la conocen por la Salvaora! Porque estos comerciantes nómadas en cada lugar se enfrentan con una incógnita que les hace perder o ganar y vienen a La Línea sobre seguro, a la Velada más rumbosa de España, la de los hombres espléndidos y las mocitas graciosas, la de mayor garbo y tronío que tiene, como dijo el poeta, "un gran palacio de ensueño claveteado de fuego".
La Comisión de Fiestas la forman linenses de pura cepa o enamorados de la ciudad. Ellos multiplican sus posibilidades, retuercen el presupuesto para que dé más producto, inventan numerosas formas de esparcir la alegría para que llegue a todos y todos disfruten. La Cabalgata presenta sus carrozas de exquisito gusto, bandas de música y cornetas, grupos del Ejército y Policía... una muchedumbre de participantes.
Autoridades, comerciantes, agrupaciones y particulares viven la Velada desde mucho antes de su inauguración preparándola con gusto, cariño y generosidad. Así es La Línea de la Concepción y su Velada: un torbellino de risas en una orgía de luz, una evasión de las preocupaciones cotidianas, una felicidad colectiva concertada durante diez días en un arrebato delirante de gracia y de simpatía. Una especie de Ave Fénix de brillante plumaje que renace cada año y vive sólo derramando alegría con su hechicero canto.
En 1982 se celebró la última Velada y Fiestas en el antiguo huerto de Pedro Vejer para pasar al nuevo recinto ferial en las Avenidas del Ejército y Príncipe de Asturias. En 1983 fue la primera feria en las Avenidas de la Ciudad Deportiva, situándose la entrada a la altura del cruce entre la Avenida del Ejército y la calle Gibraltar.
La Velada de 1983, también trajo consigo la novedad de que no sería un cuadro de José Cruz Herrera el protagonista del cartel anunciador, sino que sería una reproducción del original cartel de 1934, obra de FAK. La cabalgata a partir de entonces tendría el siguiente recorrido: Calles 20 de abril, Avda. Ejército, Gibraltar, Banqueta, Plaza Constitución, Real, Plaza Iglesia y Méndez Núñez, con la participación de charangas, pasodobles, cabezudos, bandas de música, disfraces y carrozas.
Como todos sabemos llevamos dos años sin Velada por culpa de la pandemia, esperamos y deseamos que en años venideros volvamos a la normalidad.
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