El comercio tradicional empieza a echar el cierre
Tras la Navidad se suceden los cierres de establecimientos incapaces de soportar más la situación de la ciudad
El comercio tradicional de La Línea, que durante muchos años ha sido el motor de la ciudad, ha empezado a echar el cierre. Más bien empieza a acelerar ese proceso. Muchos de los responsables de estos negocios prolongaron su agonía hasta las pasadas fiestas de Navidad con la esperanza de que las ventas propias de las fechas sirviesen para remontar el vuelo. Enero les ha devuelto a la realidad. A la cruda realidad. Ni las rebajas han servido para voltear la situación. Para muchos ha llegado la hora de rendirse para no seguir acumulando pérididas.
Once mil parados y un millar de trabajadores a los que el Ayuntamiento adeuda entre ocho y nueve nóminas no pueden sostener una ciudad. Basta pasear por los puntos más céntricos de La Línea para comprobar como lo que hasta hace poco eran escaparates preñados de ofertas al ciudadano ahora se han convertido en estratégicos reclamos para la venta o alquiler de unos locales que nadie parece dispuesto a volver a habitar.
Este periódico ya desveló el pasado el pasado día 19 que el sector más contestatario de los empresarios se planteaba comenzar a movilizarse por la dejadez municipal, con asuntos como la falta de luz artificial, el mal estado de las calles y el escaso nivel de limpieza como exigencias más inmediatas. Ayer estas mismas páginas se hacían eco del clamor de los vecinos y comerciantes de la calle Duque de Tetuán, una de las más céntricas, en las que casi no funciona farola alguna.
La decisión del sector ha plantar batalla ha sido amansado, al menos de momento, desde Apymell, algunos de cuyos dirigentes son muy cercanos al equipo de gobierno, como ha quedado de manifiesto tanto en sus actuaciones como en sus manifestaciones públicas, no sin encontrar inmediata respuesta a través de las redes sociales.
La falta de respuesta a la movilización de la Mesa del Trabajo, a la que apenas asistieron unas 250 personas, demuestra el hastío de la ciudadanía con todas las iniciativas que entienden politizadas. El ciudadano de a pie exige ser él quien protagonice las protestas y si no es así, prefiere apartarse. No parece lógico que formen parte de una movilización contra el Gobierno Central y la Junta, en la que también se dedican críticas al Ayuntamiento, integrantes del PP, PSOE e IU.
La concejala popular Inmaculada Oliveros, puso ayer el acento en ese asunto: "No sólo se trata del abandono de la ciudad, que es latente, sino que los comercios están cerrando porque la economía linense está como está".
"En un año y medio ha habido oportunidad de reaccionar", señala en referencia al trabajo de la socialista Gemma Araujo al frente del Consistorio. "La única realidad es que los comerciantes están hartos de esperar", agregó en declaraciones a Onda Cero, en las que prefirió pasar de puntillas por el "descontento interno en la asamblea de Apymell".
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