"Juan Franco está a la altura de los mejores políticos del mundo"
Entrevista I Alfredo Serrano, economista linense que asesora a gobiernos y partidos de Latinoaméricana
Publica El gol que me falta, novela en la que el mejor jugador de fútbol mundial se presenta a presidente argentino
Es doctor en Economía por la Universidad Autónoma de Barcelona y director del Centro Estratégico Latioamericano de Geopolítica
Ha asesorado a Rafael Correa, ex presidente de Ecuador, y Nicolás Maduro, presidente venelozano, entre otros
La Línea/Alfredo Serrano Mancilla (La Línea) acaba de publicar El gol que me falta, una novela protagonizada por el mejor jugador del fútbol del mundo que se presenta a la elección de presidente de Argentina. Serrano es doctor en Economía por la Universidad Autónoma de Barcelona y director ejecutivo del Centro Estratégico Latinoamericano (CELAG), una organización que asesora a diferentes gobiernos y partidos de América, y en cuyo consejo consultivo participan el ex presidente de Ecuador, Rafael Correa, el actual presidente de Colombia, Gustavo Petro, y uno de los fundadores de Podemos, Juan Carlos Monedero, entre otros políticos y expertos. Además realiza un programa de radio llamado La Pizarra que se emite para Argentina, México, Ecuador, Bolivia y Paraguay.
El gol que me falta, cuyos beneficios irán destinados a los comedores populares de Argentina, y que se puede comprar en España, sucede a Evo Operación Rescate. La historia que contiene se desarrolla en lo que su autor llama democracia Spotify, "donde se ha roto la confianza extrema en los partidos de toda la vida", donde todo es "volátil, efímero".
Pregunta.Los asesores políticos no salen muy bien parados en su novela.
Respuesta.Yo creo que hay una suerte de, yo diría, de bajarle el suflé a lo que se magnifica sobre el rol de los asesores. Creo que además está muy atravesado por un poco la espectacularización de la política. Siempre lo digo de broma y en serio: estamos ante la "houseofcardización" de la política. Todo el mundo piensa que lo que ocurre tras las bambalinas en la política es como se indica en la serie de Netflix. Y yo creo que no, creo que al final los decisores suelen ser siempre de los políticos, los líderes, de los que son electos, de los que tienen responsabilidades.
P.Es una aparente contradicción, cuando en su novela el protagonista aspira al gobierno de los mejores, y los asesores son los expertos.
R.Es cierto que hay una contradicción, pero es cierto que uno puede ser el mejor en un área, no sé, de la deforestación; uno puede ser el mejor en el tema del deporte, pero claro, cuando uno tiene que tomar una decisión política tiene que introducir un montón de áreas. Estamos como mal acostumbrados a entender la realidad como a pedacitos y no, la realidad es más compleja. Por eso hay que escuchar al asesor o al experto técnico. Lo que ha ocurrido en España con la DANA hay que escucharlo en materia de cambios climáticos, en materia de construcción urbanística... Pensamos que todo es muy fácil y lo que quiero romper es con ese paradigma de lo fácil.
P.¿En su nueva obrapretende desnudar los procesos electorales o al populismo?
R.Primero, es terapeútico para mí. Vivo en Argentina hace muchos años y nunca había escrito sobre Argentina, sino que había escrito sobre otros procesos. Tenía ganas de escribir sobre Argentina desde la ficción porque además tiene esa magia que puedes llevar al lector a pensar qué ocurriría el día de las elecciones si se inunda la mitad del país. ¿Vale o no valen las elecciones? Creo que las elecciones son algo donde todo es muy intenso. El libro pretende, por un lado, abordar lo electoral y lo político desde una manera un poco más desenfadada que es la ficción, que te lo permite, y también no tener que nombrar a nadie.
P.En su ciudad natal hay un gobierno nacido de la amistad y con un alcalde que era antes funcionario municipal ¿Eso cómo lo ve?
R.Sí, bueno, yo tengo una relación de chico con Juan Franco, de compañero de pupitre, de compañero de equipo de futbito, de las mil veces que me vino a visitar en Barcelona cuando hacía mi doctorado, de compañero de historias, de charlas... Más allá de la subjetividad y el sesgo por la amistad que tengo, lo que no tengo duda es que - y lo he dicho siempre- he conocido a muchos políticos en el mundo después de los años que he ido trabajando y está a la altura de los mejores. Juan Franco es un tipo colectivo porque combina cosas que es difícil combinar. Tiene capacidad técnica, lectora, y un hambre por aprender que a mí siempre me ha impresionado. Y luego es una persona que genuinamente es muy de La Línea. O sea, es verdad. Es un personaje que de hecho merece que le escriban mucho porque es muy auténtico.
P.¿Lo que ha hecho es un milagro?
R.Lo que ha hecho Juan Franco es todo lo opuesto a un milagro. Lo que ha hecho es trabajar mucho, estudiar mucho y ser muy firme. Estoy un poco como cansado de los atajos para intentar afrontar cómo se resuelven los problemas complejos. No hay varitas mágicas. Además ha requerido muchos años, y sigue. Lo que ha demostrado es una gran capacidad de firmeza, de técnica, de entender. Creo que también está haciendo un gran esfuerzo para reubicar en el mapa imaginario de España a La Línea.
P.¿Sería la mejor representación del fin de las ideologías?
R.Creo que no. Cuando Juan Franco decide defender a la gente de La Línea eso es ideológico. Cuando defiende un tratamiento especial para La Línea a nivel estatal y europeo, o que defienda con obras un barrio como La Atunara, y otros, igual que el centro, todo eso es ideológico. Ha redefinido mejor, desde mi perspectiva, las cuestiones de las ideas. Otro debate es en lo partidario. Juan Franco no ha querido entrar en las discusiones de los partidos tradicionales de España, y discute con los dos, con el PP y con el PSOE, para defender a La Línea.
P.¿Cuál es la conclusión de su experiencia al haber asesorado a Correa, a Maduro?
R.Bajo mucho lo de “has asesorado”. Se lo explicaba mucho a mi papá y a mi mamá: “Si hubiera una camarita, miren bien”. Lo que sí es verdad es que uno se puede sentir satisfecho. Lo que sí es interesante es todo lo que se aprende de la complejidad que hay en la cabeza del tomador de decisión. A veces caemos en la tentación de decir que malos son los políticos, porque es cierto que hay una crisis de representatividad en España y en el mundo. Seguramente muchos políticos se han alejado de la cotidianidad, pero lo que sí aprendí es que es muy complejo resolver el día a día desde una alcaldía, desde una presidencia de una comunidad autónoma o de un gobierno nacional. La cantidad de letras pequeñas que hay. Y después otro añadido: la presión con la que viven. Suelo bromear que en lo que sí me he doctorado es en los egos. Cuando uno tiene tanto público, sí cambia la forma de pensar, de entender.
P.¿El regreso de Trump consolidará la ola de derechas?
R.Refuto un poco que venga una ola de derechas. Es cierto que en el continente europeo sí está habiendo un avance del marco ideológico de la derecha. Es cierto que ha ganado Trump y tiene mucho mérito, y que lo ha hecho con ese discurso misógino, racista, violento que a mi me da pavor. En América Latina hay una disputa ideológica a flor de piel. He trabajado mucho en México, en las últimas presidenciales, y ahí ganó la opción de la izquierda por 32 puntos de diferencia frente a la derecha. Pero sí es cierto que hay en algunos temas donde la ultraderecha está dando pasos importantes. Porque cuando uno deshumaniza al que está enfrente, en vez de discutir con él, a mí eso sí me preocupa.
P."Lo único que importa es quién ganó", escribe en su novela, pero luego queda un largo tiempo para comprobar para qué se ganó.
R.Ahí hay un tema no resuelto de la política. A veces, de hecho, nos ocupamos y nos preocupamos por ganar, pero cuando tú ganas, primero ganas por muy poco y crees que has ganado por mucho. Esto también pasa en el fútbol, cuando ganas en el último minuto, o que no has jugado bien. Y después los problemas y las consecuencias salen a la larga. Yo creo que en la política a veces creemos que los resultados electorales explican todo. Los resultados electorales explican parte. Lo más difícil es gobernar y gestionar el riesgo de una nueva elección. Pienso en La Línea y pienso, cuando ha habido el fuego de Sierra Carbonera, quién tiene que administrar. Yo me imagino que un alcalde no se plantea cuando es alcalde en las elecciones, "¿qué tengo que hacer si viene un fuego?".
P.Para hacer política hay que analizar los hechos, que se van superponiendo unos a otros. Se va informando y desinformando. Eso es lo más próximo al caos. ¿Vamos hacia el caos imparable?
R.Tocas una de las teclas más difíciles de entender. Estamos en un momento en el que a mayor cantidad de impactos informativos, más desinformación tenemos. Es una cosa aparentemente contradictoria, pero es una suerte del mundo de los bulos, de la posverdad, de la permanente desinformación, es un campo fértil muy caótico para que pueda pasar cualquier cosa. De hecho, Milei en la Argentina es el hijo del caos. Por eso cada vez se importa más mi verdad, no la verdad. El tomador de decisiones incluso también viene permeado por la coyuntura. La coyuntura, yo la llamo siempre la dictadura de la coyuntura, no te da tiempo a explicar ningún fenómeno.
P.Donald Trump va a ser de nuevo presidente de Estados Unidos y es un condenado. ¿La corrupción ya no penaliza o depende de quién la protagonice?
R.Estamos de manera poco saludable para la democracia, estamos como naturalizando o normalizando cosas que no deben ser normales. No podemos naturalizar las sentencias judiciales que tiene el señor Trump, que es por haberse llevado documentos del Estado a su casa. O sea, hay un plano de corrupción. O por ejemplo, que el señor Elon Musk sorteara un millón de dólares para votantes. Y la justicia lo que le plantea es que, bueno, está bien, pero siga. Creo que es parte de un momento puntual. Ya pasó antes. De hecho, el nacismo de Hitler tuvo un alto apoyo popular, igual que Mussolini. Es importante entender que la historia te da muchas lecciones.
P.¿Los campogibraltareños somos tan singulares como nos sentimos, vistos desde su perspectiva?
R.El Campo de Gibraltar tiene singularidades por ser triple frontera. Hay otros lugares, de hecho en el norte argentino hay una zona que se llama Ciudad del Este que está entre Paraguay, Brasil y Argentina. He podido ir alguna vez y la verdad que tienen una lógica de cosas que te hacen diferente. Eso es cierto. Pero lo que sí me parece que cuando te alejas y le pones un poco de distancia relativa a lo es que el del Campo de Gibraltar, es sur. Lo que sería la personalidad de vivir, de entender, yo creo que algo que entendí después de muchos años es que yo siento que nací en el sur y sigo viviendo en el sur. Y cuando digo sur lo utilizo como casi categoría de identidad sociológica y política. El sur como algo más. Me parece que esa idea de sur, para mí ha sido muy vital, muy importante.
P.Algún día habrá que hacer un tratado sobre el humor en política, que también lo dice en su libro.
R.Es muy importante. El humor me ha enseñado mucho. A mí el humor gaditano, de hecho siempre lo intento llevar conmigo porque es cierto que te ayuda. Lo que es verdad es que para lo que no puede servir el humor es para desconocer la realidad. Sí, claro. Cuando el humor dice, no, es que la gente en Cádiz vive muy bien. Yo preferiría que tuviera el mismo humor pero tuviera una tasa de desempleo más baja. Porque ambas cosas no son incompatibles.
P.A su novela no le faltan referencias a La Línea y a la provincia.
R.Tengo millones de amigos y voy mucho y les quiero mucho. Y tengo parte de lo que fue mi vida. Entonces es un guiño también a eso, a lo que es Cádiz en un sentido más grande. Porque hay un capítulo dedicado a Grazalema, y, sí, hay referencias a La Línea, a mi barrio, a la Balona.
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