Daniel Domínguez, artista linense: "La IA no va a quitarle el trabajo a nadie, es una herramienta más"

Entrevista

El joven recibe una importante beca artística en Granada para formarse en el flamenco y aplicarlo a sus obras

Defiende fervientemente la construcción de un centro de arte contemporáneo en la comarca aprovechando el tejido creado en La Línea

Antonio Torremocha muestra su talento para la pintura en La Línea

Daniel Domínguez, durante la entrevista en la redacción de Europa Sur / Vanessa Pérez

La Línea/Polifacético, nervioso, con inquietudes y, aunque aún le dé pudor decirlo, artista. Así se puede definir en pocas palabras a Daniel Domínguez, un joven de La Línea que, en su camino para hacerse un hueco en el mundo del arte contemporáneo, ha dado un paso importante recibido una prestigiosa beca con la que podrá unir el flamenco y su trabajo artístico. Todo ello siendo fiel defensor del proceso creativo y sin miedo a la inteligencia artificial (IA): "es una herramienta más".

"Cuando me presento digo "soy artista" y se ríen, pero es lo que yo siento, es mi profesión", asegura Domínguez. De hecho, sería difícil encasillarle en un rol como pintor o escritor, porque, como se dice popularmente, toca todos los palos. Pinta, dibuja, escribe poesía y hace escultura, entre otras vertientes artísticas, aunque siempre en el marco del arte contemporáneo y con una gran presencia de las palabras en las ilustraciones. Esta polivalencia es positiva para él aunque no tanto en el mundo del arte, donde se favorece el "encasillarse" en un único aspecto, según comenta rodeado de algunas de sus obras en la redacción de Europa Sur.

"Para mí un buen artista tiene que tener proceso e investigación previa", expresa el linense. A su modo de ver, el resultado no es lo más importante, sino todo lo que hay detrás. Las herramientas, los bocetos y el cómo por encima del qué. "Eso es el arte con mayúsculas", manifiesta convencido de la superioridad del camino sobre el resultado final, en el que entra el gusto personal de cada individuo.

Al contrario que muchos otros compañeros de gremio, Domínguez no demoniza ni rechaza frontalmente a quien se ha convertido por derecho propio en un nuevo jugador en el tablero del arte, la inteligencia artificial. Aunque no paran de preguntarle por ella, según comenta, niega categóricamente que pueda acabar con los diseñadores. "La IA no va a quitarle trabajo a nadie, va a ser una herramienta más", opina. Sí es crítico en la elección de la misma para pequeños trabajos como ilustraciones: "no me parece mal, pero me parece cutre".

Daniel Domínguez, durante la entrevista en la redacción de Europa Sur / Vanessa Pérez

Con toda esta mochila ha viajado a la ciudad de la Alhambra, donde ha iniciado una residencia artística de un mes enfocada en el flamenco, el que considera su contexto artístico. Organizada por la Universidad de Granada, permite a sus participantes a "poner la mirada en el flamenco desde un punto de vista externo a la idea típica". De esta forma, podrá acudir a conciertos, seminarios y todo tipo de actividades para empaparse de este género y aplicarlo al arte visual, íntimamente relacionado bajo su punto de vista. "Igual de flamenco es el disco Potro de rabia y miel que su portada, de Miquel Barceló", manifiesta.

Aprender a tocar el cajón flamenco en el Sacromonte es uno de los objetivos que tiene en mente Daniel para su estancia granadina. Para él este instrumento que tanta atracción y curiosidad le genera por su funcionamiento es "el mejor del mundo, porque lo tocas sentado", como asegura entre risas.

Daniel Domínguez, con su libreta de ideas / Vanessa Pérez

La Línea, ciudad de arte

La Línea es una ciudad con mucho arte, y no solo por la gran cantidad de artistas de variadas disciplinas que han nacido entre sus calles, sino por la apuesta que se realiza en el municipio por la cultura. No en vano, cuenta con un activo museo Cruz Herrera y la solicitada galería Manolo Alés, separados por apenas 100 metros. "La Línea tiene cositas", asegura entre risas Daniel Domínguez, orgulloso de esta apuesta por el arte. El artista ha estado muy ligado a ambas instituciones desde sus inicios artísticos ya que ha expuesto individualmente en el museo y colectivamente en la galería y siempre ha mantenido el contacto con sus respectivas directoras, Mercedes Corbacho y Macarena Alés.

Daniel está estrechamente ligado al también linense Juan Carlos Bracho, un referente para él en el mundo del arte contemporáneo. "Puede ser top 100 de España en arte contemporáneo y la gente no lo conoce por la calle", señala. Para él, Bracho ha sido un apoyo importante, ya que le ayudó a situarse en el mapa y, especialmente cuando comenzó a trabajar, le impulsó. "Lo peor en tus inicios es la indiferencia, cuando nadie te dice ni bien ni mal, lo bueno es que te digan qué les parece si hay que darle una vuelta", apunta.

Uno de sus sueños es ver, más pronto que tarde, un centro de arte contemporáneo en la comarca que acoja exposiciones, conferencias, seminarios y que acabe por situar al Campo de Gibraltar como un entorno referente en el ámbito artístico. "En La Línea ya existe ese tejido y no sería una locura", sugiere.

Daniel Domínguez, con algunos de sus trabajos, durante la entrevista en la redacción de Europa Sur / Vanessa Pérez

Un arte incomprendido

De entre todas las corrientes artísticas con presencia en la actualidad, existe cierto quorum en que el arte contemporáneo es una de las más cuestionadas, especialmente cuando las obras llevan su significado más allá de lo evidente y obligan a los espectadores a salirse de los moldes con los que están acostumbrados a lidiar.

Daniel Domínguez destaca la importancia de "formar la mirada" como si del algoritmo de Tik Tok se tratase y así poder comprender y, especialmente, valorar la calidad de una obra, aunque en el caso concreto de esta corriente, todo esto se lleva a un extremo. "Hay que ir a museos y exposiciones y no sentirse cohibido por no tener ni idea", anima el linense.

En este contexto aflora nuevamente el concepto del proceso, en el cual se encuentra gran parte de la enjundia de muchas de las obras. No se trata de los gustos o de lo que percibimos a primera vista, sino de cómo se ha llegado ahí. "El problema de los gustos es que son infinitos y ahí no me puedo meter porque el gusto es tuyo", explora Domínguez.

Algunas de las claves, bajo su punto de vista, para discernir qué obras tienen más valor, son explorar esos procesos artísticos y el contexto que esconden y formarse artísticamente. De hecho, tiene muy claro cuál es el valor del resultado final en sus propios trabajos: "a mí me gusta exponer el camino, la meta me parece horrible, lo chulo del arte son los 15 kilómetros en bici".

Con todos estos alicientes, Daniel Domínguez espera seguir creciendo, poder decir "con todas las letras" que es artista y afianzarse en el arte contemporáneo, bien sea por libre vendiendo sus obras o porque se fije en él una galería, pero manteniéndolo como su trabajo en su propio estudio. "Ahora veo ingresos, dentro de poco espero malvivir, después sobrevivir y vivir y ya el más difícil, vivir bien", sueña este joven linense.

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