Una experiencia de 50 años al servicio de la formación

El linense Antonio Pérez Carmona, que tras jubilarse se dedica a orientar a emprendedores, publica su decimoquinto libro sobre temas empresariales

Antonio Pérez Carmona, en el museo Cruz Herrera.
Antonio Pérez Carmona, en el museo Cruz Herrera.

Tras haber trabajado durante más de 50 años en lugares como la estación espacial de la NASA en Madrid o en la multinacional Digital Equipment Corporation, pionera en la fabricación de minicomputadores, el linense Antonio Pérez Carmona volvió a su querida ciudad natal para ejercer de orientador a futuros emprendedores a través del Centro de Apoyo al Desarrollo Empresarial, del Programa Senior de la Junta, la Cámara de Comercio o la asociación Innovatlas. Además recientemente ha publicado un libro, Isidro, granjero que no pavero, en el que a través de la historia de un pavero de La Línea que va creciendo hasta convertirse en empresario y en el que explica la importancia de las habilidades sociales en su desarrollo.

"Llevo ya escritos unos 15 libros, sobre todo de temas empresariales. Cuando me jubilé volví a La Línea después de 50 años y con tal de ayudar a mi gente decidí dedicarme a apoyar a emprendedores. Mi trayectoria profesional me ha dado unos conocimientos después de tantos años que me permiten ayudar a los que empiezan. Coincidí aquí con Jesús Villalobos -responsable del CADE linense-, que está dedicado en cuerpo y alma en pro de los emprendedores, y me pidió ayuda con alguna charla. Hemos estado haciendo píldoras. También colaboro con el Programa Senior de la Junta de Andalucía, para apoyar a jubilados, y llevo con ellos un par de años", cuenta Pérez Carmona.

La última herramienta para motivar y orientar a los que quieren montar un negocio es el libro que cuenta la historia de un pavero de La Línea de los años 50. "Desde siempre la imagen de un pavero que había en La Línea, que eran unos señores que llevaban piaras de pavo por la calle en la década de los 50. Siendo yo pequeño, cuando tenía ocho o diez años, me llamaba mucho la atención cómo este hombre llevaba 60 pavos y que iban todos alineados, y con una especie de varita de acebuche los llevaba y los guiaba. En las clases que doy de temas empresariales siempre lo ponía de ejemplo de motivador, un hombre que sin molestarlos ni agredirlos, teniéndolos bien alimentados, llevaba a los pavos al matadero con una disciplina total. Éste es un pavero que existió, y a partir de ahí decidí hacer uno ficticio y contar su historia desde que nace. Yo lo ubico en un sitio real de La Línea y este hombre empieza a triunfar poco a poco. De pavero pasa a granjero, y además de tener pavos comienza a tener otro tipo de aves, tiene otros animales, cuenta con un veterinario, se casa y se crea una ficción. Pero todos los personajes, con los nombres cambiados, son de aquella época, los conozco o son muy allegados a mí. Hay personajes que no se dan cuenta de que son ellos mismos porque cambio un poco el asunto", adelanta Pérez Carmona de su libro.

"Lo que hago es mezclar la historia del pavero con las habilidades social, como la empatía o la asertividad. Toco todas las habilidades sociales que hicieron triunfar al pavero y lo mezclo con planes de sucesión que tienen que hacer las empresas, la importancia que tienen la bondad o la amistad dentro de la propia compañía, la conciliación entre lo laboral o lo personal... Toco un montón de cosas y aprovecho en uno de los capítulos para explicar que la gente de aquí conocemos poco nuestro entorno, como el parque de Los Alcornocales o la costa atlántica de Cádiz, que son una joya. Aprovecho para hacer una semblanza de la zona y me sale el linensismo que tengo", explica el antiguo directivo.

Pérez Carmona siempre ha tenido a Andalucía y La Línea presente a pesar de haber estado tantos años fuera. "A mí me dice la gente que yo consigo las cosas por mi forma de ser, y yo digo que soy así por haber nacido en esta tierra, en Andalucía somos así. Somos solidarios, sensibles, nos importa mucho la gente... aunque luego hay casos excepcionales. Son pocos pero hacen mucho ruido. A pesar de haber estado casi 60 años fuera todos los lunes lo primero que hacía era mirar cómo había quedado mi Balona. Tampoco me he perdido ninguna feria. Venía todos los veranos la semana de feria por lo menos. Y al final hace unos años compramos una casita en La Línea pensando que cuando me jubilase volveríamos a nuestro pueblo. Nunca se olvidaron las raíces, los orígenes y las amistades. Además he tenido la suerte de coincidir con muchos andaluces y muchos linenses o gente del Campo de Gibraltar en los lugares en los que he trabajado. Nunca me he desligado".

La trayectoria profesional de Antonio Pérez Carmona no es la del pavero de su libro pero también podría ser merecedora de ser contada. "Empecé trabajando con los americanos en la base de Torrejón de Ardoz como mozo de almacén. Estuve hasta que llegué a responsable de un economato. De allí salió un personaje muy querido por todos que se fue a trabajar a recursos humanos a la NASA y me fichó como supervisor de logística. Estuve 15 años en el complejo de la NASA de Madrid, donde tuve el privilegio de asistir a todo el seguimiento del alunizaje en 1969. Ya cuando tenía 40 años nos aburríamos de lo lindo porque no se trabajaba mucho aunque a veces se hacían turnos de 24 horas en la estación y los 365 días del año por lo que pudiera pasar. Estábamos prácticamente secuestrados en la estación. Teníamos múltiples comodidades y un sueldo maravilloso pero prácticamente dedicado en cuerpo y alma. Eso sí, como dicen los ingleses doing nothing, sin hacer nada. Allí estábamos por si había algún problema en algún equipo. Ahí aproveché que salió la UNED y estudié económicas".

A partir de ahí, ya los años 80, la carrera de este linense continuó por otros derroteros. "Luego estuve 12 años en una empresa multinacional americana que nacía en ese momento, Digital Equipment Corporation, que peleaba con Hewlett Packard o IBM, y que se implantó en España para vender sus famosos ordenadores, que en el año 80 eran muy importantes. De ahí estuve con una compañía británica que se llama Exel otros diez o doce años. Estuve en estas multinacionales con una gran dedicación a la formación a sus empleados, pero de una manera totalmente práctica. Te enseño esto pero lo aplicas ya. Luego terminé en un conglomerado de pymes, en la que en 2008 me dieron un premio al mejor dirigente. Siempre he estado trabajando mucho, me jubilé a los 70, y con ganas de hacer cosas. Físicamente me encuentro bien y eso me permite estar con gente muy joven todos los días y yo me creo que soy joven hasta que me afeito. Estoy disfrutando muchísimo con la gente joven. Desgraciadamente están desempleados, pero no te puedes imaginar la alegría que me dan cuando encuentran trabajo o los hacen fijos. Parece que son mis hijos. Me llevo un alegró cuando algunos de estos jóvenes, que están formadísimos y son una gente maravillosa", relata un orgulloso Antonio por poder compartir todos sus conocimientos.

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