La Guardia Civil en La Línea (XXXIV)
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Esta entrega está dedicada a las verjas con Gibraltar del lado español
La Línea/La historia de la Verja daría para más de una tesis doctoral y unos cuantos trabajos de fin de máster en los ámbitos académicos de la economía, el comercio, la sociología, las ciencias políticas y por supuesto la historia contemporánea. Todo ello con sus consiguientes, diferentes y enfrentadas connotaciones, según desde el lado de la alambrada que se expusiera.
Para los británicos, que fueron quienes la levantaron ilícitamente sobre un territorio que no les correspondía, ni de hecho ni de derecho, al ser de incuestionable titularidad española, ha venido suponiendo el límite terrestre de su colonia frente a La Línea de la Concepción.
Para los españoles ha sido históricamente, entre otras cosas, una continua fuente de problemas en el ámbito tributario. De hecho, Gibraltar sigue siendo para nuestro país un paraíso fiscal.
Esta colonia británica, que por cierto es la única en Europa continental, ha sido desde sus orígenes una permanente generadora de contrabando terrestre y marítimo hacia España. Ello ha obligado a todos sus gobiernos, sin excepción, a adoptar medidas de todo tipo, con el objetivo de prevenirlo y reprimirlo.
Para el comercio lícito se estableció la aduana, que a lo largo de su historia tuvo diferentes ubicaciones, y para evitar y perseguir el ilícito se desplegó alrededor de la colonia el resguardo terrestre y marítimo.
Desde 1829 la fuerza terrestre del resguardo fiscal estaba constituida por el Cuerpo de Carabineros y a partir de 1940 por el de la Guardia Civil. Ya sólo el análisis y estudio de todas sus vicisitudes a lo largo de estos 190 años, así como sus conclusiones y enseñanzas respecto a Gibraltar, darían para otra muy interesante tesis doctoral.
Podría creerse que la existencia de la Verja, al constituir una barrera física, focalizaría la prevención y represión del contrabando sólo en el punto habilitado para el paso de personas y mercancías, es decir, en la aduana.
Sin embargo, la tradicional permeabilidad de toda la Verja para sacar de la colonia géneros de contrabando, sobre todo tabaco, obligó a la parte española durante varias décadas no sólo a reforzar físicamente su vigilancia sino incluso a levantar otra verja paralela pero distante de la británica.
La primera verja española, que delimitaba el llamado Campo Militar, fue reemplazada por otra más adelantada debido al crecimiento urbanístico de La Línea de la Concepción hasta que también fue desmantelada, circunstancia que sigue sin ocurrir con la británica. Gracias al croquis confeccionado por la Guardia Civil en 1969, que ilustra este artículo, pueden observarse los dos emplazamientos que tuvieron las “alambradas españolas” frente a la “alambrada inglesa”.
Sobre la primera ya trató el capítulo anterior dedicado al Puesto de Alambradas. Respecto a la segunda hay más información gracias al informe suscrito el 20 de julio de 1961 por el capitán Manuel Flores Cómitre, jefe de la 7ª compañía de especialistas fiscales de la Comandancia de Algeciras.
Al proyectarse la expansión del casco urbano de la Línea de la Concepción hacia la colonia británica, con la ciudad deportiva, el parque municipal y la zona residencial de viviendas que se aprecia en dicho croquis, fue necesario desmontar la primera “alambrada española” y levantarla mucho más próxima a la Verja británica.
Según el informe, la segunda alambrada española fue construida por Tabacalera SA y “data de más de 20 años”. Estaba constituida por “por una amplia y fuerte base de hormigón, sobre la que se levantan una serie de postes, también de hormigón en los que se apoya la alambrada de tela metálica de, aproximadamente un metro de alta; sobre esta tela metálica existen tres hileras de alambre de espino y rematando este conjunto, una conducción eléctrica de 220 v. para los focos que, en número de 38 por la parte de levante y 17 por poniente, sirven para alumbrar esta divisoria y hacer más eficaz durante la noche el servicio de vigilancia, que es ejercido por la fuerza del Resguardo afecta a la Compañía de la Guardia Civil que guarnece esta Aduana”. Se refería al Puesto de Alambradas.
Como la Jefatura Delegada para la Represión del Contrabando y Defraudación del Ministerio de Hacienda había interesado de la Dirección General de la Guardia Civil conocer si la permanencia de dicha alambrada era de utilidad para los servicios del Cuerpo, el informe continuaba:
“La utilidad de la repetida alambrada es manifiesta, ya que facilita enormemente la labor de vigilancia por parte de la fuerza que la guarnece y evita, en un porcentaje muy elevado, la introducción tanto de personas como de posible contrabando, en ambos sentidos, extremos estos ya ocurridos puesto que en diversas ocasiones han sido detenidos individuos por la fuerza del Resguardo cuando intentaban cruzar el Campo Militar Español, unas veces en dirección a España y otras en la de Gibraltar, y como caso concreto, el ocurrido en el mes de marzo último en que fueron interceptados 15 individuos que trataban de cruzar dicho campo en dirección a Gibraltar probablemente para preparar algún alijo”.
Como se había solicitado también conocer la conveniencia de que su conservación fuera con cargo a los presupuestos de la Guardia Civil, pues el Ministerio de Hacienda ya no tenía mucho interés en ello, el capitán Flores continuó:
“Si hubiera que construir la alambrada actual, no recomendaría la solidez que tiene, ya que posiblemente no estaría su coste compensado con su utilidad, pero como estima necesaria la existencia de una división material y la parte costosa de la alambrada (muros y postes de hormigón) están en perfecto estado de conservación, cree debe conservarse la alambrada y luces, que son las que necesitan reparación”.
Finalizaba el informe proponiendo que su coste económico debiera ser asumido por “aquellos Organismos cuya función sea la represión del contrabando y la defraudación, entendiéndose que el rendimiento de una medida en este sentido, está dado, más por la evitación de la comisión de estas infracciones que por el número positivo de servicios prestados”.
El 22 de julio siguiente su jefe de Comandancia, el teniente coronel Juan Salom Sánchez, que procedía de Carabineros, hacía suyo dicho informe y lo elevaba al teniente general Antonio Alcubilla Pérez, director general de la Guardia Civil.
Solicitado un estudio económico sobre el coste que supondría asumir su conservación y mantenimiento, el 25 de agosto siguiente la jefatura de la Comandancia informó que se elevaría a 183.000 pesetas, comprendiendo 197 metros de alambrada descompuesta por el óxido, colocación de tela metálica, reposición de 7 postes de hormigón y 260 metros de alambre de espino.
Tabacalera tenía entonces contratadas a dos personas cuya misión era apagar y encender el alumbrado así como dar cuenta de cualquier novedad que se produjera sobre el estado de la alambrada, haciéndose cargo de los costes de su mantenimiento.
A la cuestión, nada despreciable, de con cargo a qué presupuestos debía sufragarse su conservación, se añadirían otras razones de mayor peso que se expondrán en el capítulo siguiente y que terminaron por motivar el definitivo desmantelaniento de la segunda y última verja española, permaneciendo tan sólo la británica.
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