La increíble historia de Luis Morales Ruiz, el linense que liberó París
Historia
El nuevo trabajo del periodista y escritor Wayne Jamison confirma que uno de los miembros de La Nueve, la compañía que lideró la liberación de la capital francesa en agosto de 1944, nació en La Línea
Conocido por sus compañeros como El gitano, formó parte de la tripulación del semioruga Cap Serrat y participó también en la toma del Nido del Águila de Hitler y de Estrasburgo
La gesta de La Nueve es de sobra conocida, sobre todo de unos años para acá. Fue la unidad que, compuesta en su mayoría por españoles, lideró la liberación de París del yugo nazi en agosto de 1944. Después hizo lo propio con Estrasburgo y tomó el Nido del Águila, el refugio que tenía Hitler en los Alpes Bávaros. Lo que quizá no sepan muchos es que uno de sus miembros fue un joven nacido en La Línea, Luis Morales Ruiz. Ni que fue uno de los pocos que llegaron hasta el final en la colección de logros de esta compañía, que luchó bajo dos banderas tricolores, la de la Segunda República española, su país, y la de Francia.
Uno de los autores de este artículo, el periodista y escritor Wayne Jamison, roteño aunque afincado en Jerez, supo de su existencia durante el trabajo de documentación e investigación para su próximo libro, El poeta que liberó París, una novela histórica que verá la luz el próximo 18 de octubre de la mano de la editorial Edhasa. Esta pivota en torno a la figura de otro miembro de La Nueve, el jerezano Manuel Lozano (nacido con la identidad Manuel Pinto Quirós). Le sorprendió que entre los algo menos de doscientos españoles que integraron esta compañía hubiese un tercer nacido en la provincia de Cádiz, junto a otro jerezano, este llamado Miguel Sánchez.
"Estaba sorprendido de que nunca hubiera trascendido la existencia de Luis Morales", explica a Europa Sur Jamison, que piensa ahora tras "lanzar la primera piedra", que alguien recoja el testigo y profundice más en su historia. De hecho, se sabe poco de él. Ni siquiera qué ocurrió cuando terminó la Segunda Guerra Mundial. "Hay que tener en cuenta que estos españoles eran considerados apátridas y los aliados no sabían qué hacer con ellos. Con combatieron bajo bandera francesa, muchos se quedaron en Francia e hicieron sus vidas allí", relata.
La escasa información que ha conseguido recopilar sobre el linense ha sido posible gracias a lo que aparece en algunos documentos de archivos franceses a los que ha tenido acceso e información de los historiadores Diego Gaspar Celaya y Carmen Góngora. Se da la circunstancia de que esta última es representante en Francia de la Asociación Histórico-Cultural La Nueve y, lo más significativo en este caso, nieta del sargento jefe José Góngora Zubieta, al mando tras la toma de París del Half Track (vehículo semioruga) Cap Serrat del que fue tripulante Luis Morales. Otro de los grandes expertos en La Nueve, el reconocido historiador Robert S. Coale, también ha confirmado al cronista oficial de la Villa de Los Barrios, José Manuel Algarbani, la presencia del linense en la mítica compañía que lideró la liberación de París.
Se sabe, así, que Luis Morales Ruiz nació el 1 de marzo de 1923 en La Línea. Su padre, José Morales, nació también en la localidad campogibraltareña en 1896. Su madre, natural de Jerez, lo hizo tres años antes, en 1893 y se llamaba Dolores Ruiz. Su único hermano se llamaba José y era ocho años mayor que él.
La familia de Luis Morales fue una de las muchas que dejaron La Línea para buscar un mejor futuro económico. El censo de La Línea a principios de los años 20 del pasado siglo XX era de 61.000 habitantes, pero pasó ser de 34.000 en la década siguiente. La población de La Línea, de las que se puede considerar de aluvión, crecía y disminuía al calor de las posibilidades económicas que ofrecía la colonia británica de Gibraltar y, una vez acabada la construcción del puerto, el arsenal, el dique seco y los astilleros, además de cierta caída de empleo en la manufactura de tabaco y del servicio doméstico que quedaba en manos de mujeres españolas, muchas familias decidieron dejar la ciudad. Entre estas estuvo la de Luis Morales, que partió en 1925 al norte de África en busca de nuevas oportunidades, en su caso al Marruecos francés, en concreto a Rabat, donde su padre falleció en 1937.
Luis Morales Ruiz era soldador y se incorporó por primera vez a la disciplina francesa el 5 de enero de 1943, en Casablanca. Se alistó en Orán en los CFA (Cuerpos Francos de África), en concreto al tercer batallón, novena compañía, el 26 de julio de 1943, prestando servicio en distintas unidades del FFL, los ejércitos franceses libres que lideraba De Gaulle.
Su adscripción a la más conocida como La Nueve fue en la jefatura de mando y en la 1ª sección como conductor y soldado de Infantería, y sirvió en los vehículos Dodge nº 410150, y el Halftrack (HT) Cap Serrat nº 409423, alcanzando el grado de soldado de 1ª clase. Y su papel debió de destacar, ya que fue condecorado con la Cruz de Guerra con Estrella de Bronce.
La Novena Compañía del Tercer Batallón del Regimiento de Marcha del Chad de la División Acorazada liderada por el general francés Leclerc, que era la denominación oficial y completa de La Nueve, estuvo inicialmente formada por 160 miembros, de los que 144 eran españoles. Pasaron por ella 361 soldados y oficiales durante la Segunda Guerra Mundial, según reveló recientemente el historiador Diego Gaspar Celaya. Los nacidos en España, 181, también fueron mayoría.
La compañía, que se encuadró dentro del Tercer Ejército estadounidense liderado por el célebre general estadounidense George Patton, abanderó, como se ha dicho, las liberaciones de París y Estrasburgo y tomó el Nido del Águila, el refugio que tenía Adolf Hitler en los Alpes Bávaros.
Conocido entre sus compañeros como El gitano, formó parte, como se ha apuntado, de la tripulación del Cap Serrat. Esta no entró en París la noche del 24 de agosto, como sí lo hicieron los miembros de la conocida como columna Dronne, una avanzadilla que Leclerc ordenó entrar en la capital para tranquilizar a los participantes en las revueltas lideradas por la resistencia y, sobre todo, asegurarse que no se adelantasen los americanos. Para los franceses era importante ser ellos quienes lo hiciesen. Lo que muchos no sabían aún es que había tantos españoles luchando bajo bandera gala.
Los halftracks eran unos vehículos todoterreno con ruedas convencionales en la parte delantera para la dirección y con orugas, tipo carro de combate, en la zona trasera, en este caso para la tracción. La combinación los convertía en tremendamente operativos y capaces de soportar mucha carga. La Nueve bautizó la mayoría de sus vehículos con nombres españoles, casi todos referentes a lugares o episodios de la Guerra Civil significativos para sus integrantes. También hubo algunos con nombres franceses, como el caso del Cap Serrat, que hacía referencia a un cabo en la costa del norte de África donde tuvo lugar una batalla de la Campaña de Túnez en la Segunda Guerra Mundial.
Luis Morales y sus compañeros del Cap Serrat, que se quedaron a pocos kilómetros asegurando la posición en Croix de Verny, entraron en la Ciudad de la Luz la mañana siguiente y ayudaron a completar su liberación enfrentándose a los nazis en las posiciones que mantenían. Fueron combates por momentos duros, en los que se produjeron bastantes bajas. Los alemanes no lo pusieron fácil; la orden de Hitler era clara: tenían que resistir hasta que quedase una gota de sangre por derramar.
El de La Línea participó la mañana siguiente, la del 26, en el histórico desfile por los Campos Elíseos que encabezó Charles De Gaulle. París era una fiesta. Los parisinos se habían echado a la calle para celebrar la liberación, tratando a este y sus compañeros como héroes. Todos eran conscientes que, más allá del simbolismo de la gesta, habían asestado el golpe definitivo a Hitler.
Después vinieron la liberación de Estrasburgo, en noviembre de ese mismo año 1944, y la toma del Nido del Águila. A este último llegaron algo más de una treintena de españoles, menos de veinte, miembros de La Nueve desde su creación. Y entre ellos estuvo también Luis Morales Ruiz. Seguro que entonces no era consciente de que estaba protagonizando un momento histórico, una gesta que simbolizaba la derrota del régimen nazi y con él la de uno de los personajes más negros de la historia, Adolf Hitler. Una derrota, por cierto, que trajo consigo una profunda transformación: supuso el fin de los totalitarismos en Alemania, Italia y Japón, el surgimiento de nuevas potencias mundiales (Estados Unidos y la Unión Soviética), el reparto de Europa en zonas de influencia y la bipolarización del mundo.
El libro
El poeta que liberó París (Edhasa) estará en las librerías a partir del 18 de octubre próximo. Es el séptimo libro de Wayne Jamison, cuya obra se había caracterizado hasta ahora por constar de trabajos de investigación sobre personajes y episodios de la Segunda Guerra Mundial en la provincia de Cádiz.
Aunque construida a partir de un exhaustivo trabajo de documentación e investigación, se trata de una novela que recurre a la ficción para completar un relato que tiene como protagonista a uno de los miembros de La Nueve. Jamison ha querido esta vez profundizar en el personaje, explorar sus motivaciones, pensamientos y sentimientos. Y para entenderlo lo coloca ante un dilema tras entender que la única forma de superar el pasado es enfrentarse a él.
La historia se resume así: Manuel Lozano apura los últimos meses de vida en una residencia a las afueras de París. Debe tomar una decisión: regresar a España o quedarse en Francia, donde se vio obligado a reinventarse tras la Segunda Guerra Mundial. Porque Manuel Lozano no se rinde. Muy joven, se vinculó a movimientos sindicales y anarquistas, y pronto, tras la sublevación militar de julio de 1936, convertido en objetivo para los golpistas, tomó las armas en el bando republicano. Prófugo en el norte de África, pasó por diversos campos de concentración franceses. Y entonces llegó La Nueve, compañía con la que desembarcó en Normandía en el verano de 1944, liberó París y Estrasburgo y tomó el Nido del Águila de Hitler. Manuel fue un héroe más, como todos aquellos panaderos, maestros, obreros o jornaleros del campo marcados por el dolor, la pérdida de seres queridos y el anhelo de encontrarse con los suyos.
Es, en definitiva, de una historia extraordinaria dentro de otra historia aún más extraordinaria: la de un jerezano que combatió en La Nueve, y siempre con un papel y un lápiz como herramientas de evasión. Porque ésta es una novela sobre la lucha por las libertades, aunque éstas no lleguen y quede un sabor amargo. Al fin y al cabo, rendir cuentas con el pasado, puede salir caro. También los héroes guardan secretos oscuros que no pueden ser desvelados...
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