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El cementerio de San José

La Línea en blanco y negro

La construcción del camposanto linense se demoró durante años por dificultades administrativas

Acto de inauguración del cementerio. / E. S.
D. Ramos / L. J. Traverso

23 de junio 2021 - 04:00

Para los antiguos linenses hablar del nuevo cementerio era el adjetivo para diferenciarlo del viejo. La actual necrópolis oficialmente llamada Sacramental de San José fue fruto del esfuerzo del municipio para crear un nuevo lugar de enterramiento, para clausurarse el viejo. Para mi propia generación el cementerio es viejo por antigüedad pero lo de nuevo es algo que ya se perdió en la fuente oral.

Antecedentes

El día 23 de julio de 1879 se propone en la sesión plenaria del Ilustrísimo Ayuntamiento de la Villa de La Línea la construcción de una nueva necrópolis. El proyecto arquitectónico es solicitado a Adolfo del Castillo Escribano, según detalla José de la Vega Rodríguez en su obra La Línea de la Concepción 1870-1970, Cien años de Historia.

Tal expediente parece ser que sufre muchas dilaciones, ya fuera por tramitaciones erróneas o por las muchas devoluciones del Gobierno Civil por subsanarse defectos observados. El tiempo se dilata hacía 1892 y en este periodo, entre los inconvenientes de demora y la paralización del expediente provocan que el proyecto que se confecciono ya no fuera el adecuado, al igual que los terrenos elegidos para el mismo.

Anteriormente la Comisión Municipal de Beneficencia emite el informe el 19 de julio de 1890 en que el Gobierno Civil traslada el escrito para que en un periodo lo más breve posible la Dirección General de Beneficencia y Sanidad se forme y remita el expediente de construcción. Se forma una comisión municipal en 1892 para designar el lugar más adecuado y un nuevo proyecto. En agosto de 1895 aún no se había resuelto nada y la Corporación municipal decide en diciembre de aquel año “adquirir a tal fin los terrenos situados a unos 1.200 metros de la población al pie de las Pedreras propiedad de Don José Marchena Gómez; rectángulo de 120 metros de frente por 100 metros de fondo y al costado izquierdo otro pedazo unido al anterior de 10 metros de frente por 50 metros de fondo para enterramiento de aquellos que fallezcan fuera de la religión católica”. En 1898, al no solucionarse nada y ante el grave problema del estado del cementerio viejo, se acuerda una ampliación provisional del mismo.

Obras del cementerio nuevo. / E. S.

Últimas gestiones

En el año 1900 la situación para la construcción del cementerio nuevo da un giro favorable en el nuevo expediente a realizarse: el nuevo emplazamiento y definitivo son los Arenales del Rango. Los planos, proyecto y presupuesto son realizados por el arquitecto provincial Bartolomé Romero Fernández. Informados de forma favorable por parte del Gobierno Civil se traslada su conocimiento a la Dirección General de Beneficencia y Sanidad en el mes de julio de 1902, y el 29 de agosto del mismo año una Real Orden del Ministerio de Gobernación autoriza al Ayuntamiento de la Villa la construcción del nuevo cementerio linense.

Como dato curioso y reflejo de como este municipio siempre intentó hacer justicia histórica para perpetuar en su memoria local a todo aquel que ayudaba en las necesidades de La Línea, tal como relata José de la Vega Rodríguez, “por el interés y celo mostrado en la resolución de este expediente por el entonces Director General de Beneficencia y Sanidad Dr. Don Ángel Pulido se acuerda rotular su nombre a la llamada calle del Teatro”.

La primera piedra

Después de tantos años de defectuosas ampliaciones en el cementerio viejo y de muchísimas gestiones dilatadas en el tiempo durante años para que La Línea contara con el nuevo cementerio, llamado de forma Oficial Sacramental de San José, en el mes de abril de 1903 se terminaron las operaciones de replanteo de las obras y el 6 de abril de 1903 se colocó la primera piedra, iniciándose los trabajos de forma oficial el 18 de julio del mismo año.

Acto de inauguración del Cementerio de San José el día 15 de mayo de 1966 / E. S.

Durante el mes de marzo de 1905, estando cercana la fecha que se inauguraría el nuevo camposanto, se solicita al Gobierno Civil Provincial la inspección de las obras y en el mes de mayo se autoriza la apertura del recinto. Debido a la gran distancia que lo separaba del Casco Urbano (en aquellos tiempos la aún entonces Villa Linense acababa en la esquina de la Calle del Ángel donde existe una farmacia), se solicita a la autoridad pertinente la construcción de una calzada que una a la Villa con el cementerio. Cabe recordar que todos estos terrenos estaban constituidos por arenas muertas.

José de la Vega Rodríguez en su obra La Línea de la Concepción, 1870-1970, Cien años de Historia relata que el Ayuntamiento, con carácter provisional, realizaba desde la esquina anteriormente mencionada un servicio de conducción de cadáveres por medio de unos carros dotados de ruedas especiales que evitaban su exceso hundimiento en la arena. A modo de construcción complementaria a las dependencias del cementerio, aunque no en el mismo solar y algo distante, se construye un edificio en la actual esquina de las Calles Prim y Blanca de los Ríos para el depósito de cadáveres. Este edificio, que hacía tiempo que no cumplía ya ninguna función, fue recientemente demolido.

La inauguración

Después de mucho tiempo de gestiones y atravesar varias dificultades el 15 de mayo de 1966 tiene lugar la inauguración oficial de la nueva necrópolis Sacramental de San José en que fue bendecido por la autoridad eclesiástica ante los representantes civiles, militares y habitantes de la Villa. Una placa colocada en la portada del patio de entrada dice lo siguiente: "Las obras de este cementerio fueron empezadas en el año 1903 siendo alcalde don Juan Bautista Fariñas y se continuaron hasta su inauguración por el Ayuntamiento que presidió don Luis Ramírez Galuzo".

Momentos del rescate de los naufragados del Utopía. / E. S.

Clausurado el cementerio viejo se procedió al traslado de restos de panteones y lápidas, al mismo tiempo que era transferido el mausoleo dedicado a los náufragos italianos del vapor Utopía, que se instaló en el patio central y cuya inscripción dice lo siguiente: "A los veintiséis italianos que perecieron en el vapor Utopía en la tarde del 17 de marzo de 1891 y que en este cementerio sepultaron los habitantes de La Línea de la Concepción en prueba de fraternidad y simpatía mediante pública suscripción".

Mausoleo en honor a las víctimas del barco Utopía. / E. S.

El diseño

Construido a base de piedra y ladrillos, la planta original estaba formada por un rectángulo dividido en tres partes idénticas siguiendo los planos de izquierda a derecha: patio Norte, Central y Sur. En la parte trasera se encontraba el cementerio civil con puerta independiente a la calle por el extremo opuesto a la entrada principal y comunicado a su vez con el cementerio por su otro extremo. Este pequeño cementerio civil contaba con una sala de autopsia y de cadáveres, una sala de guardas y otra sala dedicada a cadáveres en observación del cementerio católico.

Entrada al cementerio de San José. / E. S.

En el cementerio católico, en la dependencia central que sobresale al exterior del muro que rodea a todo el recinto, se encuentra la puerta de entrada. Al patio de entrada se accede a través de una verja con pilares de piedra; a ambos lados del patio quedan dos edificios de idénticas dimensiones y duplicidad de funciones en todos sus detalles y distribución. Cada una de estas dos partes servía de dos viviendas independientes para dos conserjes. La misma tenía un vestíbulo en la parte central que daba a la calle y al lado más extremo tenía la sala y en el otro que da al patio de entrada un dormitorio, más arriba comunicado con el vestíbulo se encontraban: cocina, comedor y en el centro otro dormitorio. Al fondo un patio con un servicio en el lado más interior y justo en la misma fachada, flanqueando el gran arco, estaba el despacho. Como curiosidad la capilla se proyectó originalmente justo a la entrada del patio central en un edificio con planta basilical acabado en ábside poligonal de tres lados.

Indiscutiblemente las zonas que lindan con la carretera tanto a la izquierda como a la derecha ha sufrido una gran transformación en muy pocos años pues ya en su margen izquierda, con la falda de la Sierra Carbonera sirviéndole de fondo, se alzan algunas fábricas. En esta parte bien poco es el terreno que se cultiva. actualmente apenas un par de huertos cuando más siguen produciendo hortalizas y algunos árboles frutales, pues ya desaparecieron las viñas y los fresales cuyo lugar lo han venido a ocupar los bosquecillos de eucaliptos. Destacan al margen de la carretera algunas viviendas y chalecitos con sus jardines, así como un par de ventas y un taller de carpintería mientras el arroyo llamado del cementerio sigue encausando las aguas que bajan de la sierra en su camino hacia el mar de Levante.

Emilio Tornay en el cementerio de la Línea en los años 60. / E. S.

Pero si el margen izquierdo de la carretera del cementerio ha cambiado su fisonomía con las estructuras de las tres nuevas fábricas, en cambio su lado derecho aún conserva su original y hermosa panorámica de huertos y fincas rodeados de árboles y chumberas por donde se cruzan y enlazan todo un complejo de canalillos de hormigón suspendido sobre pilares que pertenecen al clan de regadío colectivo de la zona del Zabal Bajo.

En espera de que algún día se ponga en funcionamiento, pues aún se encuentra en construcción, al fondo y como una larga cinta azul brillante se destaca la línea del horizonte del mar de Levante. Esta gran llanura que llega hasta muy cerca de la playa es la zona agrícola más rica no sólo de nuestro término municipal sino de toda la comarca, pues de los 150 huertos que existían en La Línea en 1870 su totalidad pertenecían a las llanuras del Zabal Bajo de los que aún existen un gran número de ellos.

Placa en la entrada del cementerio. / E. S.

Se cultivan en estos huertos y huertas las mejores hortalizas, sabrosos y carnosos tomates, pimientos, patatas, rábanos, zanahorias, berenjenas, remolachas coliflores, coles, lechugas, acelgas, apio blanco, maíz, melones, sandías, fresas, y otras frutas, como uva moscatel aunque de esta última ya casi no se cultiva. Y tenemos que decir en favor de los hortelanos del Zabal, que durante años han realizado una gran labor que ha requerido los mayores esfuerzos y pericia para hacer producir a estos terrenos en constante lucha con los vientos de Levante que en esta llanura combaten la mayor parte del año. Hasta aquí todo nuestro reportaje basado en la investigación personal con datos y referencias facilitadas por viejos periódicos locales y de otros orígenes.

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